¿Por qué en Costa Rica no surgen tantos innovadores? Creo que la respuesta tiene que ver con una mezcla de cultura, educación y oportunidades. En este país, hay una mentalidad muy marcada de conformarse con lo básico. El famoso “Pura Vida” refleja una forma de vida tranquila, pero también un cierto miedo a salir de la zona de confort. Muchas personas prefieren un trabajo estable antes que arriesgarse a emprender o crear algo nuevo, y aunque eso no está mal, sí limita el espíritu innovador.
El sistema educativo tampoco ayuda mucho. Aunque tenemos buenas universidades y altas tasas de alfabetización, el enfoque sigue siendo tradicional. Se priorizan las carreras convencionales y no se fomenta lo suficiente el pensamiento crítico ni la creatividad. Para innovar, no basta con aprender a seguir instrucciones; necesitamos cuestionar, experimentar y, sobre todo, fallar. Pero aquí el fracaso se ve como algo negativo, como un estigma, y eso desanima a muchos.
Otro problema es la burocracia. Emprender en Costa Rica puede ser un dolor de cabeza porque los trámites son largos y complicados. Si alguien tiene una idea brillante pero no sabe cómo lidiar con los permisos o los procesos legales, lo más probable es que se rinda antes de empezar. Además, hay poca conexión entre las instituciones públicas y privadas para apoyar a quienes quieren innovar. Todo está muy fragmentado.
A pesar de esto, hay ejemplos que demuestran que sí se puede. Empresas de Fintech como Wink, o Zunify, demuestran que los Startups en Costa Rica, no solo son un sueño una vez pensado. El talento existe, pero falta un ecosistema que lo impulse. Necesitamos más inversión en investigación y desarrollo, más acceso al financiamiento y menos trabas para quienes quieren emprender.
También creo que hace falta un cambio cultural. Tenemos que dejar de ver el fracaso como algo malo y empezar a celebrarlo como parte del aprendizaje. Innovar significa arriesgarse, y arriesgarse implica fallar muchas veces antes de lograr algo grande. Si no cambiamos esa mentalidad, seguiremos quedando atrás.
Con mis 19 años de vida, habiendo estudiado Business Administration, creado mi equipo de producción de contenido, ya cerrado, y actualmente trabajando en mi nuevo startup de tecnología, he conocido extranjeros que me han comentado de esta misma ideología. La opinión casi siempre suele ser la misma, Costa Rica le hacen falta personas innovadoras, y usualmente las personas que me lo llegan a mencionar, me dicen que han encontrado más personas innovadoras de otros países que del mismo Costa Rica.
Costa Rica tiene todo para ser un país innovador: estabilidad política, personas técnicas y un enfoque en sostenibilidad que podría ser nuestra ventaja competitiva. Pero si seguimos conformándose con lo mínimo, ese potencial nunca se va a materializar. Innovar no es solo una cuestión de tecnología; es una actitud ante la vida. Y mientras sigamos viendo el conformismo como suficiente, estaremos limitando nuestro propio futuro.
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