Imagen: Multimedios.
Publicado: diciembre 17, 2024
En diciembre del 2020, la vida de Esteban Cordero, un joven cartaginés y apasionado chef, dio un giro inesperado. Con el número 66 y la serie 305, Esteban se convirtió en uno de los ganadores del Gordo Navideño, llevándose un premio de ¢200 millones. Pero lo más sorprendente no fue la suerte que lo tocó, sino cómo supo aprovechar cada colón para transformar su vida y cumplir un sueño largamente acariciado.
Un golpe de suerte que llegó en el momento preciso
Esteban cuenta que, en ese entonces, pasaba por un momento difícil. Acababa de perder su empleo, había utilizado sus prestaciones para pagar deudas y apenas le sobraron ¢20 mil colones. “Guardé ese dinero en la billetera para no tocarlo, era lo último que me quedaba”, recuerda.
El día que comenzaría un nuevo trabajo, se cruzó con un vendedor de lotería en silla de ruedas. Aunque en un primer momento siguió su camino, un impulso lo hizo regresar. “Le pedí cinco pedacitos de lotería, cualquiera. Siempre he creído que no importa el número, todo es cuestión de suerte”, relató.
Ese pequeño acto cambió su vida: el boleto resultó ser la combinación ganadora del Gordo Navideño.
Decisiones inteligentes y un sueño cumplido
A diferencia de muchos, Esteban fue cauteloso con el premio. Compartió una parte con sus padres, se permitió un pequeño gusto al cambiar su carro por uno que siempre había deseado –sin excederse en gastos– y se tomó un año para reflexionar sobre su futuro.
Fue entonces cuando tomó la decisión más importante: emprender. Invirtió la mayor parte del dinero en un terreno en San Isidro de Heredia, donde construyó su propio restaurante: Don Luis.
“Ese fue mi sueño hecho realidad. Hoy trabajo para mí, doy empleo a otras personas y, sobre todo, tengo una razón para seguir adelante. No me arrepiento de cómo usé el premio, porque el esfuerzo que uno pone en un negocio propio vale cada centavo”, aseguró.
Un ejemplo de superación y visión
La historia de Esteban Cordero es un claro ejemplo de cómo un golpe de suerte, combinado con decisiones inteligentes, puede transformar una vida. Su restaurante no solo es el reflejo de su esfuerzo y dedicación, sino también una fuente de inspiración para otros costarricenses que sueñan con emprender y salir adelante.
“Muchas veces pensamos que los grandes premios nos harán perder el rumbo, pero no tiene por qué ser así. Lo importante es tener claro un objetivo y trabajar con esfuerzo para alcanzarlo”, concluyó Esteban.
Hoy, su restaurante es un símbolo de éxito y perseverancia, un recordatorio de que los sueños sí se pueden cumplir cuando la suerte se combina con visión y determinación.