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(AFP)- “Shiri, siento no haber podido protegerlos”, lamentó el rehén israelí liberado Yarden Bibas en el funeral de su esposa, la argentina Shiri Bibas y de sus dos hijos, quienes murieron en cautiverio en Gaza y se convirtieron en símbolo de la tragedia de los rehenes.
Roto de dolor, Yarden Bibas recordó características de sus dos pequeños pelirrojos, Kfir y Ariel, de 8 meses y 4 años, respectivamente, quienes, junto a Shiri, le dieron una “familia perfecta”.
El cortejo fúnebre partió el miércoles de Rishon LeZion, una ciudad al sur de Tel Aviv, hacia Nir Oz, el kibutz de la familia Bibas en el sur de Israel, a 100 km de distancia, donde miles de personas se congregaron para acompañar a los familiares.
La familia Bibas pidió el miércoles a todos los funcionarios israelíes que asumieran su responsabilidad por la muerte de sus seres queridos secuestrados en Gaza.
“No tiene sentido el perdón antes de que se investiguen los fallos y todos los funcionarios asuman su responsabilidad… Podrían haberlos salvado, pero prefirieron la venganza”, dijo Ofri Bibas en el funeral de su cuñada y sus sobrinos.
Yarden Bibas fue liberado el 1 de febrero en un canje de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, pero no supo hasta ese momento que su familia había muerto.
Los restos de su esposa y sus hijos fueron devueltos la semana pasada a Israel por el movimiento islamista palestino como parte del acuerdo de tregua en la Franja de Gaza.
Hamás ha insistido en que un ataque aéreo israelí mató a los Bibas a principios de la guerra, pero una autopsia israelí determinó que no había pruebas de lesiones causadas por un bombardeo.
“Shiri, la quiero y siempre la querré. Shiri lo es todo para mí. Es la mejor esposa y madre que puede haber. Shiri es mi mejor amiga”, dijo Yarden, con la voz entrecortada por la emoción mientras leía su discurso que fue televisado en directo en Israel.
“¿Recuerda nuestra última decisión juntos? En la habitación segura, le pregunté si debíamos ‘luchar o rendirnos’”.
“Usted dijo ‘luchar’, así que luché. Shiri… Si hubiera sabido lo que iba a pasar, no habría disparado”, dijo Yarden Bibas, al describir los acontecimientos de aquel día en que fueron atacados por los militantes en Nir Oz.
Al funeral solo asistieron familiares y allegados, y no estuvo abierto a los medios de comunicación.
Sin embargo, una multitud compacta se congregó en las aceras de Rishon LeZion con globos naranja, símbolo de los niños pelirrojos, ondeando banderas israelíes y mostrando fotos de Shiri, Ariel y Kfir.
“País roto”
Cuando el cortejo de vehículos negros ingresó a la ciudad, la multitud entonó a media voz el himno nacional israelí, observó un periodista de AFP.
“Es uno de los momentos más duros desde el 7 de octubre”, declaró al borde de las lágrimas, un comentarista de la televisión israelí 12, que transmitió la procesión en vivo.
“Cuando pienso en el 7 de octubre”, dijo a AFP Aviv Nahman, vecino de Rishon LeZion, “me acuerdo en primer lugar de esa familia”.
“Si me paro a pensarlo más de una fracción de segundo, me siento muy mal, muy mal”, admitió a AFP Simi Polonasky, de 38 años, quien viajó desde Miami para apoyar a las familias de los rehenes.
“Esta no es una situación normal (…) te sientes tan rota que es casi difícil continuar”, declaró la mujer en Rishon LeZion, rompiendo a llorar.
Decenas de personas encendieron velas junto a la carretera.
“Estamos aquí para abrazar a la gente, para fortalecernos y dar toda la fuerza que podemos”, expresó Mottel Gestetner, de 41 años, quien viajó desde Australia.
“Hoy veo desde la ventana (del auto) a un país roto. No podremos recuperarnos o sanar hasta que el último rehén esté en casa. Gracias a todos”, declaró la hermana de Yarden, Ofri Bibas, en su cuenta de Facebook.
De las 251 personas capturadas en Israel durante el ataque sorpresa del 7 de octubre de 2023, 62 siguen como rehenes en Gaza, de las cuales 35 murieron, según el ejército israelí.
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