UNA Comunica – Violencia digital se asienta entre adolescentes

Tres estudiantes de un colegio en Heredia fueron suspendidos el mes anterior por alterar imágenes de compañeras utilizando Inteligencia Artificial (IA). Este, es un caso de violencia digital.

Es también el retrato de la forma en que ahora, hombres y mujeres en edad adolescente, interactúan con el uso de las nuevas tecnologías, trasgrediendo derechos de otras personas. Pero no es la única forma.

Un proyecto de investigación del Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional (UNA), aplicó un cuestionario de 24 preguntas, utilizando como modelo a un colegio de zona urbana y otro de colegio rural. En total, se entrevistó a 146 personas que cursan décimo o undécimo año y con edades entre los 16 y 18 años.

Uno de los resultados más esclarecedores, indica que, de la población total consultada, un 90% de la zona rural afirmó que conoce al menos de una situación de violencia empleando la tecnología. En el caso del colegio urbano, el porcentaje es del 85%. 

“En este sentido, es posible afirmar que las situaciones de violencia mediadas por la tecnología resultan bastante habituales en la cotidianeidad de las personas adolescentes y que el estudiantado está en la capacidad de reconocerlas como situaciones que son efectivamente violentas”, se indica en la investigación.

El estudio hizo una aproximación sobre las principales situaciones de violencia que dijeron reconocer las y los encuestados. En primer lugar, aparece la acción de compartir material íntimo como fotos o videos (68,7%), seguido de actitudes de celos por publicaciones que se comparten desde las redes sociales (64,6%).

Luego, destacan la divulgación de memes como gesto de burla o acoso contra otra persona y, en cuarto lugar, el envío de mensajes o llamadas de manera repetida para vigilar a su pareja adolescente.

“También logramos identificar otras situaciones en donde tanto hombres como mujeres ejercen violencia por medio de la tecnología. En el caso de ellas, pudimos constatar que lo ejercen más por el tema de controlar y ver qué hace mi pareja. En cuanto a ellos, la utilizan más para lo que llaman ‘quemar’ a alguien, compartiendo imágenes de contenido sexual sin el consentimiento de la otra persona”, manifestó Sileny Mena, una de las investigadoras. 

Estos resultados se destacan en el estudio Tecnologías y violencia de género en las relaciones de pareja de adolescentes a cargo de las académicas Mena, Fanella Giusti y Silvia Jiménez del IEM.

De acuerdo con Jiménez, para el desarrollo de este trabajo fue fundamental el apoyo del Ministerio de Educación Pública (MEP), por medio de un convenio para acceder a los centros educativos y al consentimiento informado de los padres o encargados legales de los adolescentes. 

“Esta temática es de mucha relevancia en la actualidad porque sabemos que la tecnología es algo del día a día, de su cotidianidad, más aún entre la población adolescente que creció en plena era digital y que la utiliza para socializar y relacionarse afectivamente”, indicó Silvia Jiménez.

Además de estos resultados, el proyecto contempla la divulgación de una campaña por redes sociales con posteos para ayudar a identificar conductas o acciones que representen violencia de género digital. El nombre de la campaña es Alto a la violencia digital. 

Otros resultados

Comentarios digitales que afectan la reputación de la persona, uso de perfiles falsos para establecer una relación, acceso a contraseñas y cuentas personales, revisión del teléfono celular sin consentimiento, grabación de encuentros sexuales y publicación de imágenes alteradas (como el caso de los estudiantes de Heredia), son otros ejemplos de casos que las y los adolescentes dijeron reconocer.

El cuestionario reportó que en la mayoría de situaciones, son los hombres quienes realizan la acción y las mujeres quienes lo reciben. Sin embargo, en algunas de ellas las diferencias no son significativas. Por ejemplo, en el caso de compartir imágenes o mensaje íntimos el porcentaje indicado de que son ellos quienes lo hacen contra ellas es de un 46,3%, mientras que viceversa, es de un 43,5%.

A pesar de ello, para un 76% de las personas consultadas las tecnologías tienen un papel trascendental en sus relaciones de pareja, frente a un 24% que dijo que este factor tiene poca o ninguna importancia.

Del total de personas consultadas, 106 manifestaron que el principal uso que le da a la tecnología en sus relaciones es para “conversar”, 77 mencionaron que “para compartir fotos y/o videos”, mientras que 43 para “tener encuentros sexuales”. 

El estudio también consultó acerca de cuáles consideran que son los efectos más relevantes en la salud física o emocional de situaciones de violencia vividas. Este ítem lo respondieron 48 adolescentes, y destaca en primer lugar la “inseguridad” como principal consecuencia. Le siguen sentimientos de “enojo”, “ansiedad” y “vergüenza”.

Al respecto, la investigación concluye que “es importante vislumbrar las posibles ramificaciones que podría acarrear tales efectos, dentro de los cuales conviene destacar el suicidio. Si bien es cierto que en los datos de la presente investigación la ideación suicida es reportada en menor medida por el estudiantado, el malestar emocional a raíz de situaciones de violencia en las redes sociales es una de las principales causas de este fenómeno entre la población adolescente. En este sentido, los datos recopilados merecen una aguzada atención, pues pueden conllevar consecuencias psíquicas perdurables y hasta irreversibles”.

En términos generales, se identificó que el teléfono celular es el dispositivo electrónico que más poseen los estudiantes, y mientras en la zona urbana un 67% dijo utilizar aplicaciones, ese porcentaje se reduce a un 51% en la zona rural. La edad de inicio en el uso de aplicaciones es de 12,94 años y las principales apps que utilizan son WhatsApp, Facebook, Instagram, Tik Tok y videojuegos en línea. 

El estudio determinó, además, que algunos estudiantes manifestaron que han utilizado aplicaciones para citas (su uso se reporta a los 13 años en el caso de zona urbana y de 16 años en zona rural).

Finalmente, se estableció que, para la población de ambas regiones, el promedio de edad en que inician las relaciones de pareja es a los 14 años.

Source
UNA

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