Situación en la Franja de Gaza: “Todo está en crisis”

Mientras continúan las negociaciones entre Israel y el grupo militante Hamás en Doha, los palestinos dicen que el cese del fuego en la Franja de Gaza está empezando a parecer cada vez menos concreto. “No sé qué decir. Simplemente no hay vida. No hay nada con lo que no tengamos que luchar”, dijo Walaa Mahmoud a DW, por teléfono, desde la ciudad de Gaza.

Mahmoud, que trabaja para organizaciones de la sociedad civil, dice que los precios se han disparado en las últimas semanas. “Tomen cualquier cosa: nos falta agua potable, no hay electricidad, es difícil conseguir tratamiento médico, las calles están en condiciones deplorables, los precios están altísimos, no hay posibilidades de transporte, y la seguridad es inexistente. Todo está en crisis”, señaló.

Walid Abu Daqqa, padre de cuatro hijos de la ciudad de Gaza, comparte esa descripción. Su casa quedó completamente destruida durante la guerra y ahora se aloja en casa de unos familiares. “Solíamos soportar bombardeos y muerte. Ahora, hay pobreza, altos precios, explotación y duras condiciones que dominan nuestras vidas. Mis hijos no pueden ir a la escuela y no hay un sistema de atención médica que funcione si caigo enfermo. Y la amenaza de guerra acecha debido a la ausencia de acuerdos [entre Israel y Hamás]”, dijo Abu Daqqa a DW.

También indicó que la situación contribuía a la “codicia y la corrupción” en todas las áreas y acusó a los comerciantes de “explotar la situación” después del cierre de los pasos fronterizos. “No hay justicia, ni siquiera en la distribución de la ayuda, e incluso se cobran tasas por retirar dinero de los bancos. Aquí nada es normal”.

Cruces cerrados al finalizar la primera fase del alto el fuego

El Gobierno de Israel cerró sus cruces con Gaza y cortó todos los suministros de ayuda tras el fin formal de la primera fase del acuerdo de alto el fuego, a principios de marzo. El domingo (9.03.2024), el ministro de Energía israelí, Eli Cohen, anunció que había ordenado a la Corporación Eléctrica de Israel que dejara de vender electricidad a Gaza, a pesar de que las autoridades israelíes ya habían cortado el suministro eléctrico en octubre de 2023.

Hamás, que ha gobernado la Franja de Gaza durante casi dos décadas, acusó a Israel de “incumplir el acuerdo de alto el fuego” y de “utilizar la ayuda como tarjeta de chantaje político”, por su decisión de suspender la ayuda y presionarlo para que aceptara un nuevo marco para extender la primera fase expirada del acuerdo de alto el fuego y liberación de rehenes. Hamás es considerada una organización terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos y otros países.

El despacho del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acusó a Hamás de robar suministros de ayuda con fines de lucro. También afirma haber permitido la entrada de suficiente ayuda a Gaza para varios meses, y añade que no tiene ninguna obligación de seguir proporcionando asistencia una vez que finalice la primera fase del alto el fuego.

La primera fase de 42 días expiró a principios de marzo, y las negociaciones sobre la segunda fase del acuerdo, en la que se debería liberar a los 59 rehenes restantes que Hamás tomó durante los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023, la retirada de las fuerzas israelíes y las conversaciones sobre el fin de la guerra, no parecen haberse materializado.

Para muchos en Gaza, esto recuerda a cuando Israel cortó todos los suministros en los primeros días de la guerra de 15 meses que desencadenaron los ataques terroristas liderados por Hamás contra comunidades en el sur de Israel.

Sin electricidad en Gaza

Sin embargo, la última medida afecta solo a una línea eléctrica en funcionamiento (restaurada en noviembre de 2024), que suministra electricidad a una planta desalinizadora en Deir al Balah, en el centro de Gaza. Desde el comienzo de la guerra, los habitantes de Gaza no han tenido electricidad alguna y dependen principalmente de generadores que funcionan con diésel o pequeños paneles solares. La infraestructura eléctrica del territorio resultó gravemente dañada por la guerra y el suministro de electricidad ya antes era limitado.

Según Gisha, una ONG israelí que trabaja para proteger el derecho de circulación de los palestinos en Gaza, la planta desalinizadora suministra a la zona 18.000 metros cúbicos de agua al día. Después del corte de energía, se espera que la planta funcione con generadores, lo que reducirá la producción a alrededor de 2.500 metros cúbicos. Las Naciones Unidas estiman que la cantidad de agua potable disponible en el sur de Gaza se reducirá significativamente, lo que afectará a unas 600.000 personas.

Y este es sólo un desafío más para los trabajadores humanitarios. “Ya estamos sintiendo los efectos”, dijo a DW por teléfono desde la ciudad de Gaza Amjad Shawa, jefe de la red de ONG palestinas.

“Se necesita combustible para los generadores y este proviene de los cruces. Y según diferentes organizaciones, sólo tenemos una cantidad limitada de combustible para los próximos días. Algunas panaderías en el centro y sur de Gaza ya han dejado de funcionar porque les falta gas para cocinar”.

La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) dijo el 11 de marzo que “el combustible para los generadores de respaldo en los centros de agua y salud se está agotando, los precios del combustible para cocinar están aumentando y la distribución de harina, productos frescos y materiales para refugios se ha visto interrumpida”.

OCHA también informó que las agencias de ayuda no pudieron recuperar la carga que entró en el cruce de Kerem Shalom antes de que fuera cerrado hace 10 días.

Críticas internacionales, sin impacto en acciones de Israel

El Gobierno israelí enfrenta críticas a nivel internacional por haber suspendido el abastecimiento. “La ayuda humanitaria en Gaza es una cuerda de salvamento para más de dos millones de palestinos que han soportado condiciones inimaginables durante muchos meses. Para su supervivencia es necesario un abastecimiento sostenido de ayuda humanitaria”, dijo Muhannad Hadi, coordinador de ayuda humanitaria de la ONU, el lunes.

El derecho internacional humanitario es claro: las necesidades esenciales de los civiles deben ser satisfechas, incluyendo la entrada y distribución sin trabas de la asistencia humanitaria.

La alegación de inanición como método de guerra es central en el caso de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde se acusa al Gobierno de Israel de genocidio, algo que este niega. También forma parte del caso de la Corte Penal Internacional (CPI) contra Netanyahu y el exministro de Defensa Yoav Gallant, contra quienes la CPI emitió órdenes de arresto el año pasado.

La decisión de cortar la última línea eléctrica restante también fue criticada por las familias de los rehenes, quienes solicitaron al Tribunal Superior de Justicia de Israel que la revocara, según informó el diario Haaretz. Y citan el testimonio de exrehenes que afirmaron que cualquier decisión gubernamental de este tipo conlleva inherentemente represalias y abusos por parte de Hamás.

Enormes necesidades humanitarias en un entorno impredecible

Trabajadores humanitarios como Shawa dicen que podrían hablar durante horas describiendo los numerosos problemas que deben abordarse: la falta de vivienda y refugio, la escasez de agua potable, la basura amontonada por todas partes, el problema de las municiones sin detonar, los cuerpos de las personas fallecidas en ataques aéreos aún enterrados bajo los escombros de los edificios destruidos. Y, además, está la amenaza de otra guerra.

“También está la situación psicológica de la gente. Cada día recibimos un nuevo anuncio de Israel sobre la reanudación de la guerra. La mayoría de la gente vive ahora sobre los escombros de sus hogares, en condiciones humanitarias muy críticas. Y, día a día, perdemos la capacidad de atender estas grandes necesidades”, declaró Shawa a DW.

En los últimos días, el Ejército de Israel también ha intensificado sus ataques aéreos y de artillería contra Gaza. Casi a diario hay informes de víctimas, lo que agrava una situación ya de por sí frágil. “Lo que tenemos hoy es diferente de mañana; no hay nada que podamos planificar”, afirmó Shawa. “Estamos haciendo lo mejor que podemos y aquí contamos con gente muy resiliente, pero las necesidades son enormes”.

Hazem Balousha contribuyó con este reportaje.

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