“No existe la Navidad ideal, solo la Navidad que usted decida crear como reflejo de sus valores, deseos, queridos y tradiciones”, dijo el periodista y escritor Bill McKibben, en un año marcado por las inundaciones en España, inundaciones en muchas zonas de Costa Rica, la guerra en Medio Oriente, en Ucrania-Rusia y una recesión económica que ha afectado a los hogares costarricenses, es momento de reflexionar sobre el verdadero espíritu de la Navidad. Este es un tiempo para llenarnos de esperanza, unión familiar y empoderamiento personal para mirar con esperanza los tiempos que vienen, pero para contemplar a los nuestros y valorar lo que tenemos en el presente.
Cuando éramos niños, nos alegrábamos con los regalos que encontrábamos en los calcetines navideños. ¿Por qué hemos olvidado agradecer a Dios por llenar nuestros calcetines con nuestros pies? ¿Por qué olvidamos lo que realmente tiene valor sin importar la época del año?, debemos agradecer profundamente cada minuto todo lo que tiene valor y que no tiene precio.
Chesterton decía que “La Navidad está construida sobre una paradoja hermosa e intencional: que el nacimiento del que no tuvo casa para nacer sea celebrado en todas las casas.” Jesús nos entregó todo su amor sin tener posesiones materiales, al nacer y al morir, en lo personal es la gran lección olvidada por la humanidad. Navidad celebra a quien llegó a este mundo en la mayor pobreza, entre animales de un humilde pesebre. Es tiempo de despertar el verdadero sentido de la Navidad, de dar tiempo de calidad a los suyos y de regalarnos a nosotros mismos. Quien piensa que la Navidad significa algo solo por los regalos que dará, ha estado equivocado toda su vida y ha olvidado a aquel que, nacido en la pobreza, vino con un propósito para cambiar la vida de todos.
Todos hemos cantado “Ven a mi casa esta Navidad” que en una estrofa dice: “No vayas solo por esas calles queriéndote aturdir, ven con nosotros y a nuestro lado, intenta sonreír.” La gente está aturdida por el costo de la vida, la inseguridad, las tarjetas de crédito al tope, los préstamos acumulándose, el desempleo, las empresas y comercios con bajas ventas. Todo esto se traduce en menos dinero y menos posibilidades de comprar regalos. Este es un caldo de cultivo para la depresión, la ansiedad, el miedo, el suicidio, la tristeza y la aflicción. Es en estos momentos que aflora el mayor de los miedos: el miedo a no ser suficiente, a no ser suficiente para nuestra familia y amigos, o a no ser suficiente para “compensar” equivocadamente con obsequios el amor por los demás. Piense en la persona que más quiere… ¿Qué recordó de esa persona? Puedo apostar que lo primero que recuerda es cómo le hace sentir esa persona y prácticamente nadie recuerda nada acerca de los obsequios. Este ejercicio encierra el significado de la verdadera Navidad. Le animo a observar las cosas desde otra perspectiva, que sin duda pueden ayudarle a construir una realidad diferente que le ayude a enfrentar mejor esos retos económicos y familiares que tiene por delante.
Lo primero es que no piense que tiene problemas, sino que tiene desafíos a resolver. No se obsesione con ser feliz, observe y agradezca lo que tiene y comprométase con un propósito de vida cada día, siempre lleno de esperanza e ilusión sin importar las vicisitudes de la vida.
Lo segundo es entender que a las personas realmente lo que nos importa es cómo nos hacen sentir. Y aunque algo material es un símbolo bonito de amor y aprecio, un regalo es algo secundario. Lo que todos apreciamos y queremos es el reconocimiento sincero y el afecto de las personas. Algo que deja huella es una conversación mirando a los ojos. Un regalo no puede determinar el valor del cariño entre las personas o familia, y mucho menos el valor económico de un regalo puede simbolizar el amor por los demás. El tiempo de calidad que usted ofrece a los demás es lo más valioso.
Si está pasando por un mal momento, recuerde que tiene el poder de escoger la última libertad: la libertad de elegir cómo reaccionar ante lo que pasa. Esta Navidad elija regalar a los suyos esperanza e ilusión. Aunque las circunstancias sean adversas, tenga fe en que todo mejorará, que de alguna forma todo será mejor que hoy. Elija que le recuerden como una persona que no se dejó gobernar por el miedo, sino que en esta época tuvo un despertar para transformar todo a una mejor versión.
¿Cómo va a elegir que le recuerden? ¿Como la persona que vive en la queja por lo que le pasa o como la que, a pesar de todo, puede mirar a los suyos y agradecer lo que tiene? ¿Qué va a dejar en el corazón de los otros?
Regale una llamada a sus seres queridos, regale una carta escrita de su puño y letra que exprese a otros lo importantes que son para usted. Si no hay dinero para pasear, salga a caminar con su gente, deje las pantallas en casa y disfruten de los primeros momentos sin que la tecnología les gobierne. ¿Cuántas navidades ha regalado muñecas, balones, carritos y juguetes para que sus hijos jueguen solos? No cree que es momento de dejarles grabados los recuerdos de verle tirarse al suelo a jugar como niño con ellos. Eso, realmente eso, les dejará un recuerdo de cómo los hizo sentir.
Por otro lado, en esta Navidad, muchos ya no estarán. Es tiempo de honrar ese amor por quienes partieron antes, abrazando, valorando y diciendo cuánto quiere a los que sí están acá con nosotros. Celebremos la partida de quienes se adelantaron, celebrando la vida de quienes hoy nos acompañan.
Que esta Navidad el mejor presente sea estar presente, que lo más importante que rodee el árbol sean las personas y no los regalos.Que lo primero que recuerde es que aún sin una moneda en el bolsillo, lo importante es lo que deja en el corazón de quien está frente a usted. Es tiempo de vivir la Navidad.
¡Feliz Navidad!
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