¿Qué es un baqueano y por qué son tan importantes en emergencias complejas?

Son como ángeles que se convierten en partícipes de milagros. En las condiciones más complejas desafían imposibles, brindando a socorristas y a familiares de víctimas más que una mano amiga.
Son los baqueanos. Un término popular que resuena con fuerza cada vez que ocurre una emergencia en zonas de montaña o de difícil acceso, pero del que algunos desconocen a profundidad.
Un baqueano, baquiano o vaquiano, como lo define la Real Academia Española (RAE), es una persona experimentada en caminos o trochas, y que actúa como guía para transitar por estos.
Más allá de esa definición, con el conocimiento y la experticia, son aliados reales para la Cruz Roja Costarricense (CRC) o el Cuerpo de Bomberos en el ingreso a sitios de tragedia donde la dificultad para llegar a rescatar a las víctimas es la norma.
Uno de los testimonios más recientes es la tragedia en el cerro Pico Blanco, en Escazú. El lunes, por causas bajo investigación, una avioneta tipo Cessna 206 se estrelló en la parte alta de la montaña y apagó la vida de 5 de los 6 ocupantes de la aeronave.
Pese a que las autoridades, con el apoyo de otras aeronaves privadas, ubicaron con prontitud el punto de impacto, el acceso no sería sencillo y se proyectaba que se tardarían varias horas para llegar a la escena con tal de establecer la existencia de sobrevivientes. Aunado a esto, las condiciones climáticas y la escasa visibilidad nocturna pusieron cuesta arriba los operativos. Era una carrera contra el tiempo para intentar arribar al sitio lo antes posible.
Gracias al esfuerzo los baqueanos, quienes conocían al dedillo las condiciones de la montaña, en horas de la noche del lunes fue posible acceder al sitio del accidente y constatar que Paola Amador, de 31 años y trabajadora de una empresa turística, estaba con vida.
Los baqueanos fueron claves en este caso para complementar el esfuerzo de los cuerpos de rescate de la Cruz Roja y del Cuerpo de Bomberos. Un grupo de ellos, denominado Ayuda Humanitaria y Búsqueda Aserrí, tuvo un rol fundamental en el soporte a los socorristas. Además de ubicar el punto de impacto, colaboraron para que cruzrojistas y bomberos arribaran al sitio y resguardaran la escena.
Entre este grupo estuvieron los baqueanos y rescatistas voluntarios Natalia Marín, Freddy Gamboa y Tony Guerrero.
“Somos personas que, lógicamente por nuestra ubicación geográfica, conocemos un poquito, ese lugar. Literal, nosotros fuimos los primeros en ingresar por esa zona en el lado de Tarbaca, mientras que todos los demás cuerpos estaban ingresando por otro lugar. Por una situación de coordenadas no fuimos los primeros, pero sí estuvimos entre los primeros en llegar a la escena. De hecho, nosotros llegamos en el momento preciso en que la sobreviviente había sido extraída y había avanzado como a 50 metros (de donde estaba)”, detalló Guerrero.

El rescatista voluntario agregó que acompañaron durante la noche del lunes y la madrugada del martes a uno de los cruzrojistas que llegó al sitio con la tarea de resguardar la escena para facilitar, durante la mañana, la extracción de los restos.
“Viajamos casi 8 horas (a través de la montaña) a pesar de que somos conocedores de la zona. La ubicación nos la daba el GPS y las coordenadas no eran las adecuadas, eso nos hizo perder un tiempo valiosísimo”, citó Guerrero, quien acotó que brindan soporte en casos a nivel local y a nivel nacional.

Los baqueanos facilitaron el trabajo de cruzrojistas y bomberos en la extracción segura de Paola Amador. CRH/Carlos Castro
Bryan Cascante, otro de los baqueanos que logró encontrar con vida a Paola Amador, contó que en este caso particular la zona montañosa también está habitada por pumas y coyotes. Además, explicó que en horas nocturnas es sumamente fácil perder la ubicación. Todo eso confluye para que el proceso de rescate sea de alta complejidad.
“En la noche es muy fuerte la lluvia y en el día es muy fuerte la niebla. A la baja temperatura también tiene que estar acostumbrada la persona (rescatista o sobreviviente). Dar vuelta y saber que ella (Amador) estaba pidiendo ayuda, fue desgarrador. Si no la hubiéramos ubicado, no pasa la noche. Es mucho el frío y las lesiones”, comentó Cascante, en referencia al rescate de la joven Amador.

Levantamiento de restos en botadero clandestino. Días después se confirmó que se trató de la joven Allison Bonilla. Archivo CRH
No solo en este caso los baqueanos jugaron un papel especial. Hicieron lo mismo en otras emergencias similares y hasta en la ubicación de cuerpos en caso de homicidios.
Uno de los ejemplos sucedió en el hallazgo de los restos de la joven Allison Bonilla Vásquez, quien fue asesinada en marzo de 2020 en Cachí de Paraíso, en Cartago, a manos de un vecino.
Tras meses de búsqueda y zozobra, los restos de Bonilla fueron localizados en setiembre de 2020 en un basurero clandestino de la zona durante una búsqueda efectuada por baqueanos y rescatistas voluntarios. Días después, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) confirmó que se trataba de la joven.

En el caso de la aeronave estrellada en Pico Blanco, era operada por la empresa Aero Caribe. Según la bitácora de vuelo oficial, detallada por la Dirección General de Aviación Civil (DGAC), el lunes cubría la ruta entre Barra de Tortuguero y el Aeropuerto Internacional Tobías Bolaños, en Pavas. Debido al mal tiempo, se desvió hacia el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría (AIJS).
Fue a eso de las 12:30 p.m. que se perdió el contacto con el piloto Mario Miranda y la copiloto Ruth Mora Chavarría. Para entonces ya había ocurrido el siniestro. Ambos resultaron fallecidos en el suceso.
Producto del hecho murieron 5 de los 6 ocupantes de la aeronave. Únicamente sobrevivió Paola Amador, de 31 años, quien labora para una empresa de turismo.
Todos los cuerpos de rescate que participaron en la tragedia de Pico Blanco. Entre ellos, los baqueanos. CRH/Carlos Castro
Los fallecidos fueron identificados como Mario Miranda Ramírez (40 años y piloto), Ruth Mora Chavarría (26 años copiloto), Jean Franco Segura Prendas (28 años y trabajador de empresa turística), Gabriela Calleja Montealegre (64 años y trabajadora de empresa turística) y Enrique Castillo Incera (56 años).
La avioneta Cessna 206, desarrollada por el fabricante estadounidense Cessna, tiene capacidad para 6 ocupantes, mide 8.6 metros de largo y 11 metros de envergadura.
Según la DGAC, las investigaciones en torno a la causa del accidente podrían tardar hasta 1 año.

Source
Pablo Rojas

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