Murió por una bala que no era para ella: Tirrases llora a su vecina más querida – NCR Noticias

La vida de doña Ana Camacho Sandí, conocida por todos como “Anita”, terminó de forma abrupta y dolorosa, no por una enfermedad o el paso del tiempo, sino por una bala perdida que le apagó la vida en medio de un enfrentamiento entre grupos criminales. Esta mujer trabajadora, de 56 años, era mucho más que una comerciante de barrio: era vecina, amiga, apoyo constante para muchos en el 15 de Agosto en Tirrases. Hoy, su ausencia deja un vacío que retumba en toda la comunidad.

El ataque ocurrió el sábado 19 de julio en plena vía pública. Sujetos a bordo de motocicletas abrieron fuego indiscriminadamente en una alameda del barrio, sin medir las consecuencias. En medio de ese caos, Anita salía de su bazar sin saber que aquel día cambiaría su historia y la de su comunidad para siempre.

Una de las balas la alcanzó y la dejó gravemente herida. Otras dos mujeres también fueron víctimas de ese tiroteo: una murió ese mismo día —Jazmín Cordero Hernández, de 39 años— y la tercera aún se recupera en un hospital.

Anita fue trasladada de emergencia al Hospital Calderón Guardia, donde durante tres días luchó por su vida con todas sus fuerzas. Mientras tanto, sus vecinos y familiares no se quedaron de brazos cruzados. El grupo de Facebook Unidos por Tirrases hizo un llamado urgente por donadores de sangre, y la respuesta fue tan masiva que decenas de personas hicieron fila para ayudarla. La solidaridad se desbordó.

Sin embargo, la esperanza se fue apagando poco a poco. Las cadenas de oración reemplazaron los mensajes de optimismo y, finalmente, a las 6:12 a. m. del martes, llegó la noticia que nadie quería escuchar: doña Anita había fallecido.

“Nos arrebataron a alguien bueno, honrado y trabajador”

Las muestras de cariño y dolor no se hicieron esperar. Vecinos, clientes, amistades y hasta personas que solo la conocían de vista compartieron mensajes de consuelo en redes sociales.

“Es increíble cómo la gente buena y trabajadora paga las consecuencias de los actos de los demás”, comentó una vecina en Facebook. Otra persona recordó con ternura cómo Anita siempre tenía una palabra amable, una sonrisa, una ayuda sin condiciones. “Siempre serás parte de nuestros recuerdos”, decía uno de los tantos mensajes.

Una comunidad marcada por la violencia

Lo ocurrido no solo deja luto, sino también una herida abierta sobre la realidad que viven muchas comunidades del país: la violencia armada ya no distingue entre víctimas y culpables. La muerte de Ana pone de relieve cómo los enfrentamientos entre grupos criminales están arrebatándole la tranquilidad a barrios enteros, dejando atrás una secuela de miedo, dolor y familias destrozadas.

Desde la acera de su humilde bazar, Anita fue testigo de décadas de historia de su barrio. Ahora, su historia es la de una víctima inocente, cuya partida resuena como un grito de auxilio: ¿cuántas “Anitas” más se perderán antes de que se recupere la paz?

[og_img

Source

Show More
Back to top button