La Defensoría de los Habitantes halló fallas en la manera en que se abordó a los migrantes que llegaron la tarde de este jueves al Aeropuerto Internacional Juan Santamaría.
Según informó la entidad, entre los deportados había bebés en brazos, niños y niñas, mujeres y adultos mayores, “quienes transmitieron llamados de ayuda, especialmente para poder informar a sus familias dónde se encontraban y evidenciaban su angustia”. Además, varios pidieron no regresar a sus países debido a los conflictos existentes.
Principales observaciones de la Defensoría de los Habitantes y del Instituto de Derechos Humanos:
Falta de un lugar adecuado: No se dispuso en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría de un espacio adecuado para su llegada y permanencia hasta su traslado al CATEM-Sur, considerando que se trataba de un número elevado de personas. Pese a que el vuelo duró más de cuatro horas, fueron trasladados de inmediato en autobús para un viaje de aproximadamente siete horas.
Incertidumbre: Los migrantes indicaron que carecían de información sobre el país de llegada, los procedimientos migratorios que se aplicarían y el lugar y tiempo aproximado de traslado. También pedían ejercer su derecho a comunicarse con sus familiares y solicitaban apoyo para lograrlo. Consultaban sobre su permanencia en el país y el plazo estimado de estadía, entre otros aspectos. “La falta de esta información incrementó la angustia y la incertidumbre de estas personas”, aseguró la Defensoría.
Traducción limitada: Los traductores ofrecieron un mensaje muy básico, “sin abordar las necesidades ni los llamados propios de las personas deportadas”.
Despojo de documentos: Los migrantes fueron despojados de sus documentos de identidad, incluidos sus pasaportes, lo que limitó la posibilidad de verificar los vínculos familiares.
Falta de intervención: El PANI no brindó un abordaje integral a los menores de edad en el aeropuerto. El INAMU y el Conapam ni siquiera estuvieron presentes.
Uso de esposas: Algunos hombres mostraron marcas en varias partes de su cuerpo.
Falta de verificación médica: No hubo una atención prioritaria e individualizada para cada persona que permitiera identificar requerimientos médicos particulares.
Atención psicológica: Se observó que algunas personas requerían contención emocional; sin embargo, no se brindaron primeros auxilios psicológicos.
Las personas menores de edad están siendo víctimas de un proceso injusto. Luego de un traslado aéreo de más de cuatro horas, fueron trasladadas de inmediato en un segundo medio de transporte. Además, sus madres manifestaron que llevaban horas sin poder dormir adecuadamente y, al abordar los autobuses, mostraban signos de hambre.
Ser testigo de lo antes descrito debe llevarnos a la reflexión: Costa Rica no puede alejarse de su tradición histórica de respeto a los derechos humanos y de ayuda humanitaria, ni puede desconocer los compromisos internacionales que ha asumido en esta materia, a pesar del interés político que pueda motivar la implementación de acuerdos de cooperación migratoria con otros países de la región, concluyó la Defensoría.
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Ambar Segura