9 de agosto de 2025, 8:42 AM
Kokura ya no existe.
Fue una de las ciudades que en 1963 se fusionaron con otras cuatro para formar Kitakyushu, que hoy tiene poco menos de un millón de habitantes y se encuentra en el suroeste de Japón.
Pero el nombre Kokura aún tiene un lugar en la conciencia pública japonesa. Su desaparición podría haber sido mucho menos burocrática y mucho más traumática.
Kokura, uno de los objetivos elegidos por Estados Unidos para los bombardeos atómicos en Japón en 1945, escapó milagrosamente de la destrucción en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial dos veces.
De hecho, Kokura estuvo a solo minutos de ser alcanzada el 9 de agosto, al igual que Hiroshima tres días antes.
Pero el arma devastadora nunca se lanzó allí, ya que una combinación de factores obligó a la Fuerza Aérea estadounidense a atacar Nagasaki. Se estima que los bombardeos mataron a 140.000 personas en Hiroshima y a 74.000 en Nagasaki. Miles más sufrieron los efectos de la radiación durante años.
“La suerte de Kokura” se convirtió en una expresión japonesa para describir la suerte de escapar de un destino terrible.
Pero ¿qué ocurrió realmente?
Nubes y humo en el cielo

A mediados de julio de 1945, las autoridades militares estadounidenses habían seleccionado 12 ciudades de Japón que podían ser atacadas con bombas atómicas debido a la presencia de objetivos como fábricas y bases militares.
Kokura ocupaba el segundo lugar detrás de Hiroshima. Era un centro de producción de armas y albergaba uno de los enormes arsenales del ejército japonés.
El 6 de agosto, la ciudad habría sido el objetivo de la primera bomba atómica si, por alguna razón, el ejército estadounidense no hubiera podido lanzarla sobre Hiroshima.
Tres días después, bombarderos B-29 volaron a Kokura de madrugada. Uno de ellos, el Bockscar, transportaba la bomba “Fat Man”, una bomba de plutonio aún más potente que la de uranio lanzada previamente sobre Hiroshima.
Pero Kokura estaba envuelta en nubes esa mañana. La falta de visibilidad pudo haberse visto agravada por el humo que se elevaba de los incendios provocados por el bombardeo convencional de la vecina Yawata el día anterior.
Algunos historiadores también han afirmado que las fábricas de Kokura quemaron carbón intencionalmente para crear una cortina de humo sobre la ciudad en una época en la que los ataques aéreos eran frecuentes en todo Japón.
Según documentos militares estadounidenses y el informe de William Laurence, periodista de The New York Times que viajaba a bordo de uno de los aviones que participaron en la misión el 9 de agosto, los B-29 sobrevolaron Kokura tres veces.
Solo se ordenó lanzar la bomba tras la confirmación visual del objetivo para maximizar su poder destructivo.
Fue entonces cuando el mayor Charles Sweeney, al mando del Bockscar, decidió dirigirse a Nagasaki, ya que los aviones también consumían combustible durante la espera.
Kokura se había salvado. Por segunda vez.
No en la capital

Aviones estadounidenses atacaron Japón sin descanso desde marzo de 1945, utilizando bombas incendiarias que reducían las ciudades a cenizas.
Se estima que un solo ataque en Tokio, en la noche del 9 de marzo, causó la muerte de más de 83.000 personas y dejó a más de un millón sin hogar.
Pero para cuando los B-29 llegaron a Kokura en agosto, la ciudad estaba prácticamente intacta.
Se había salvado de los ataques incendiarios, junto con otros posibles objetivos de las bombas atómicas. Las autoridades militares estadounidenses querían que estas ciudades se preservaran en la medida de lo posible antes de los ataques para estudiar mejor los daños causados por las armas atómicas.
Nagasaki no figuraba en la lista original de objetivos, pero fue incluida por Harry Stimson, el entonces secretario de Guerra de Estados Unidos.
Stimson convenció con éxito al entonces presidente estadounidense Harry Truman de que la destrucción de Kioto, antigua capital de Japón, dificultaría enormemente la reconciliación entre Tokio y Washington después de la guerra.
Pero historiadores estadounidenses han señalado desde entonces que Stimson también tenía un interés personal en preservar Kioto. Anteriormente había viajado varias veces a Japón y, según se dice, pasó su luna de miel en la ciudad.
Alivio y tristeza

La rendición incondicional de Japón fue anunciada por el emperador Hirohito el 15 de agosto de 1945.
Kokura, ahora Kitakyushu, había escapado a la destrucción, pero no a la consternación.
Cuando se supo que la bomba lanzada sobre Nagasaki estaba destinada originalmente a la ciudad, el alivio se mezcló con la tristeza y la empatía.
Kitakyushu dispone de un Monumento Conmemorativo de la Bomba Atómica de Nagasaki, ubicado en un parque construido sobre los terrenos del antiguo arsenal.
La salvación de la ciudad y la difícil situación de Nagasaki se describen en el monumento, escenario de una conmemoración anual cada 9 de agosto desde 1973.
El Museo de la Paz de la Ciudad de Kitakyushu también abrió sus puertas en 2022.
Ambas ciudades cultivaron lazos de amistad a lo largo de las décadas y sus destinos entrelazados son reconocidos públicamente.
Pero Kitakyushu también experimentó cambios: durante la reconstrucción de Japón, la ciudad industrial se contaminó tanto que las aguas de la bahía de Dokai quedaron prácticamente sin vida.
Hoy, tras décadas de inversión en tecnologías renovables, es reconocida como una de las ciudades más verdes de Asia: una ciudad que jamás olvidará el pasado, pero que avanzó con firmeza hacia el futuro.
