Tico aprendió inglés con libro que encontró en basurero y ahora tiene gran profesión en EEUU
Jonathan González Araya es un costarricense testigo de que los obstáculos y limitaciones están en la mente.
Su vida no ha sido nada fácil. Él vivió en las calles de San José durante toda su infancia y adolescencia; sin embargo, explicó a crhoy.com, que eso no le impidió salir adelante.
Según comentó, pese a ser una víctima de la pobreza, del abandono y del abuso, él aprendió inglés con un libro que se encontró en un basurero.
“Yo me acuerdo de que un día yo estaba en la calle y estaba lloviendo mucho y me encontré un libro que estaba completamente destruido, solo le servían unas cuantas hojas. Era de inglés y era como un libro de kínder.
Yo ese libro lo tuve como dos años, en ese entonces yo tenía como 7 años. Todos los días lo observaba y lo usaba. Ese fue el principio para yo poder hoy en día dominar inglés”, dijo Jonathan González Araya.
De acuerdo con el hombre de 43 años, él aprendió ese idioma gracias a 3 formas diferentes.
“Yo diría que yo aprendí inglés de la siguiente manera: un 40% gracias a ese libro de la calle, 40% en un centro dirigido a menores con problemas de adicciones o problemas sociales muy terribles al que fui a dar y el otro 20%, lo aprendí en el Parque nacional Corcovado. Ya casi le cuento cómo fue que yo llegué hasta ese Parque y cómo llegué a ese centro de ayuda. Lo que le puedo decir es que ese libro fue lo que me abrió las puertas de lo que soy hoy actualmente”, indicó González.
Él narró lo difícil que fue su infancia y la de sus hermanos. Dijo que solo tenían un pequeño rancho en pésimo estado, pero afirmó que casi nunca permanecían ahí ya que no había comida ni un “adulto responsable” que los cuidara. Indicó que la mamá era drogadicta y que nunca estaba. Además, el padre, nunca vivió con ellos.
“Le voy a contar algo y quiero que se lo imagine en su mente. Mis hermanos y yo vivíamos en un rancho que medía 6 metros por 6 metros. El rancho no tenía electricidad ni agua. Era piso de tierra, eso era un barreal, era caminar en el barro. En ese rancho había millones de moscas, no miles, eran millones. Nosotros por eso nos la pasábamos en la calle, crecimos en las calles vendiendo melcochas”, mencionó Jonathan.
Él aseguró que después de unos años de haber estado en un centro de ayuda, terminó viviendo con la familia de su padre a quien describe como una persona “drogadicta, alcohólica, criminal y pedófilo”.
“Él me vendía a mis tíos. Yo en esa época aún era un adolescente. Fue muy difícil. Nuestra niñez y adolescencia fue realmente difícil, las desgracias no acababan. Cuando mi abuela me agarró después del centro, yo entré en el círculo de los pedófilos. Mis tíos, mis abuelos y mi papá me utilizaban como objeto sexual. Así estuve como 2 años con ellos, pero imagínese todo lo que viví, yo ahí entré en una rebeldía increíble. Ya había pasado de todo. Como tenía tanta rebeldía y tanto dolor, empecé a robarle a mis tíos para comprarme ropa porque ni eso tenía.
Una vez cuando mi tío se dio cuenta que le robé, me dio una golpiza y me mandó a la calle. Una vez más yo me había quedado sin techo. Yo estaba tan mal que caí en el mundo de las drogas, yo vendía drogas. En una ocasión casi me matan. Unos vendedores de droga me iban a matar con un balazo en la cabeza, eso creo que había sido en los Hatillos. Ahí yo ya tenía 18 años.
No sé cómo escapé y logré irme. Fui a parar a la Zona Sur, pero yo ya estaba cansado de toda esa vida mía así que con 40 mil colones que tenía, empecé a comprar ropa como polaco. Así estuve un tiempo hasta que un día, un señor dueño de un hotel me dijo: Jonathan, yo veo que usted trabaja todos los días, que es pulseador y veo que habla inglés, ¿no le gustaría trabajar en mi hotel? Y yo gracias a Dios empecé a trabajar ahí en Puerto Jiménez”, indicó Jonathan.
De acuerdo con lo explicado por él, ahí tuvo varios puestos. Indicó que laboró como jardinero, mesero, guía y finalmente, fotógrafo.
Indicó que trabajó ahí por 10 años hasta que conoció a una turista estadounidense.
“Nosotros nos enamoramos y luego yo me fui con ella para Estados. Ella es hoy en día mi esposa. Ella me ayudó mucho”, comentó.
Jonathan explicó a este medio que en Estados Unidos terminó sus estudios. Empezó retomando la primaria, luego la segundaria y, por último, la universidad.
“Mientras yo estudiaba, trabajaba al mismo tiempo. Trabajé 8 años lavando platos en un restaurante. Estudiar en ese entonces me había costado mucho porque yo recuerdo que me habían dicho que, a mi edad, mi escolaridad era como de tercer grado de la escuela. Eso se reveló en un examen que me habían hecho para saber mis conocimientos.
Yo no sabía ni que era una multiplicación, no sabía lo más mínimo de ciencias ni de estudios sociales. La luché bastante, hasta que finalmente me gradué en la universidad. Saqué un grado en ciencias de la salud con énfasis en medicina prehospitalaria. Tengo una licencia de paramédico y también un diploma en enfermería”, mencionó González.
Él dijo a este medio que después de tanto sacrificio, logró obtener un puesto en el Gobierno. Comentó que ahora labora en el Sistema de emergencias médicos.
“Tengo mi ambulancia y tengo mucha gente que me ayuda. Ahora me va muy bien en mi trabajo. A mí me gustaría que los jóvenes de hoy en día leyeran esto: nunca dejen pasar las buenas oportunidades, nunca las dejen pasar. Las buenas oportunidades se agarran y no importa lo que cueste ni lo complicado que sea, usted se tiene que esforzar por conseguirlo”, finalizó diciendo González.
Jonathan es hermano de Maricruz González Araya. La mujer de 38 años vecina de San Mateo que crhoy.com dio a conocer la semana anterior.
Ella fue quien inició contando la historia de cómo ella y sus hermanos lograron salir de la calle, del abuso y de la violencia que vivieron durante años.
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Rebeca Ballestero