‘Houston,’tenemos un problema’: muere el astronauta que logró regresar al Apolo 13 a la Tierra – NCR Noticias

Jim Lovell: el hombre que llevó al Apolo 13 de la tragedia al triunfo

James Arthur “Jim” Lovell Jr., uno de los astronautas más recordados en la historia de la exploración espacial, falleció este viernes a los 97 años. La NASA lo despidió resaltando su papel en la misión Apolo 13, aquella odisea de 1970 que, pese a una explosión en pleno vuelo, logró regresar a salvo a la Tierra gracias a su liderazgo.

Aquel episodio, que millones de personas siguieron por televisión, quedó grabado como uno de los momentos más tensos y a la vez más inspiradores del programa espacial estadounidense. Lovell y sus compañeros Jack Swigert y Fred Haise amerizaron finalmente en el Pacífico, con el mundo entero conteniendo el aliento.

Pero la historia de Lovell empezó mucho antes de ese día.

De un campo en Wisconsin al espacio exterior

Su pasión por volar nació temprano. A los 16 años, en un campo de Wisconsin, improvisó un cohete casero con pólvora que subió apenas unos metros antes de explotar. Lejos de verlo como un accidente, Lovell lo consideró un ensayo para el futuro.

Nació en 1928, apenas un año después de que Charles Lindbergh cruzara el Atlántico, y desde niño se declaró “un muchacho de aviones”. La vida, sin embargo, le dio un golpe duro: a los 5 años perdió a su padre en un accidente. Su madre, Blanche, lo sacó adelante con esfuerzo, pero la universidad era económicamente inalcanzable.

La Marina de Estados Unidos se convirtió en su puerta de entrada a la aviación. Primero como estudiante y luego en la Academia Naval de Annapolis, Lovell se formó como piloto de combate. Al graduarse en 1952, se casó con su novia de secundaria, Marilyn Gerlach, con quien compartiría más de siete décadas de vida.

De aspirante rechazado a figura clave de la NASA

Su primer intento de entrar a la NASA, en 1958, fracasó por una afección temporal en el hígado. No se rindió. Cuatro años después, fue seleccionado dentro del grupo conocido como los “Nuevos Nueve”, que incluía a figuras como Neil Armstrong y John Young.

Lovell participó en misiones decisivas antes de Apolo 13. En 1965, junto a Frank Borman, pasó 14 días en órbita dentro de la Gemini 7, marcando un récord de resistencia. Más tarde, en la Gemini 12, trabajó con Buzz Aldrin para probar actividades extravehiculares, pasos clave para las futuras caminatas lunares.

En 1968, fue parte de la histórica Apolo 8, la primera misión que orbitó la Luna. Desde allí, capturó junto a su equipo la famosa imagen de la Tierra elevándose sobre el horizonte lunar, un momento que transmitió un raro sentimiento de unidad en plena Guerra de Vietnam.

“Houston, tenemos un problema”

La frase —que en realidad fue “Houston, tenemos un problema aquí”— pasó a la historia. En abril de 1970, mientras se dirigían a la Luna, una explosión en el módulo de mando dejó a la tripulación del Apolo 13 en grave riesgo. Lovell coordinó con el Control de Misión para improvisar soluciones: usaron el módulo lunar Aquarius como “bote salvavidas” y, tras días de frío extremo y racionamiento, lograron regresar.

El silencio de radio al reingresar fue más largo de lo normal, y en la Tierra muchos temieron lo peor. Cuando por fin se escuchó la voz de la tripulación, millones celebraron. La misión no llegó a la Luna, pero se convirtió en un símbolo de ingenio y supervivencia.

Una vida después de las estrellas

Lovell se retiró de la Marina en 1973, alejándose de los reflectores. Su libro Apollo 13 fue adaptado en 1995 a la película del mismo nombre, protagonizada por Tom Hanks. El propio Lovell hizo un breve cameo, usando su viejo uniforme naval, negándose a aparecer con un rango que nunca tuvo.

Murió dejando un legado que no se mide solo en logros técnicos, sino en su capacidad de liderazgo bajo presión, su temple en momentos críticos y su habilidad para unir al mundo entero, aunque fuera por unos minutos, mirando todos hacia el mismo lugar en el cielo.

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