Escuelas en Nicaragua: ¿educar o adoctrinar?

Sobre un pequeño escenario decorado con banderas rojinegras del partido sandinista de Nicaragua, un grupo de niños de unos cuatro años de edad posan con inocencia frente a las cámaras. Varios de ellos llevan sombreros y portan rifles y pistolas de plástico. Son imágenes mostradas por el medio oficialista El 19 Digital.

En el colegio Blanca Stella Aráuz, ubicado en una comunidad semirrural al suroeste de Managua, los alumnos de kínder rinden honores a Augusto Sandino, el patriota nacionalista cuyo nombre tomó el movimiento guerrillero que derrocó al dictador Anastasio Somoza en 1979. Y en el cual participó Daniel Ortega, el actual gobernante, a quien la oposición acusa de haber instaurado “otra dictadura” en Nicaragua.

“Hemos realizado con las niñas y niños de educación inicial esta actividad, para que ellos se vayan empoderando y conozcan el legado del general (Sandino) y de su esposa Blanquita Aráuz (…) ellos fueron los primeros protagonistas de esta libertad y paz que hoy gozamos”, dice la directora del centro, Carmen Adilia Gutiérrez, a El 19 Digital.

Como en esta escuela, miles más realizan actos similares para honrar a Sandino. Y de paso “celebrar la vida” del mandatario, Daniel Ortega, y de su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo, a quienes los alumnos deben enviarles cartas y poemas en cada cumpleaños para ser bien vistos por los profesores.

Ortega, que en noviembre próximo tendrá 80 años, y Murillo, que acaba de cumplir 74, fueron designados “copresidentes” de Nicaragua mediante una reforma constitucional profunda, que entró en vigor en enero de 2025, para darles igual rango de poder. Así, cuando el copresidente muera, la copresidenta se mantendrá al frente del Gobierno sin tener que someterse a una elección popular.

Gobiernan el país como una sola cabeza desde hace casi 19 años, habiendo sofocado con la fuerza de las armas la rebelión social de abril de 2018 e implantado un sistema de represión que se mantiene hasta hoy.

En videos que multiplican los canales oficiales, otros niños les agradecen al matrimonio Ortega Murillo “por los parques y las escuelas”. Ambos aparecen en los libros escolares como el “héroe” y la “heroína” de Nicaragua, artífices “de la paz y la vida en la Nicaragua bendita de armonía y amor”.

Maestros deben acatar órdenes

“Los maestros están manos arriba. Ahora todo es adoctrinamiento partidario, y el que no esté de acuerdo es destituido”, dice a DW un profesor de secundaria jubilado, que no quiere dar su nombre por temor a represalias del Gobierno contra sus hijas, que trabajan como docentes en colegios públicos.

“Y también los padres y madres de familia deben acatar las normas que impone la dirección del colegio que, a su vez, sigue las órdenes del Ministerio de Educación”, se lamenta.

Al permitir la colocación de la bandera partidaria en los centros escolares o hacer que los alumnos “juren lealtad al Frente Sandinista”, el Ministerio de Educación incumple lo que establece la Ley General de Educación (Ley 582), que en su artículo 50 dice que “en los centros educativos públicos no se podrá llevar a cabo ni promover ningún tipo de actividad político-partidista ni religiosa”.

Durante la revolución sandinista (1979-1990), cuando Ortega fue presidente por primera vez, los alumnos de primaria aprendían matemáticas contando fusiles rusos AK-47 y granadas de fragmentación, según consta en ejemplares del libro Carlitos que se conservan en la hemeroteca del Palacio de Cultura en Managua.

Hoy, en el libro de Convivencia y Civismo los niños aprenden que “ahora tenemos un Gobierno que se preocupa por las dificultades que tiene el pueblo, por eso a doña Lupe le hicieron su casa, destruida por el terremoto, a doña Lola le dieron zinc para cambiar el techo que era de plástico, a la Juana le entregaron su bono productivo alimentario, para que le diera vida a su parcela y saliera de la pobreza (…).”

Culto a la personalidad

El Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (CETCAM), una oenegé con base en Costa Rica, advirtió en un estudio reciente que “el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha transformado el sistema educativo nicaragüense en una plataforma de adoctrinamiento político”.

Titulado El comprometido futuro de Nicaragua y actualizado al 30 de junio de 2025, el estudio señala que en los textos escolares existe un “culto a la personalidad”, donde Ortega es descrito como “valiente y visionario” y Murillo como “madre de la patria”.

“Los estudiantes que quieran solicitar una beca, deben escribir una carta a Ortega y a Murillo, en la que demuestren su nivel de alineamiento y obediencia”, señala la socióloga Elvira Cuadra, directora del CETCAM.

Igual alineamiento debe prevalecer entre los docentes. “Aunque la gran mayoría de maestros en Nicaragua son personas dedicadas a su profesión, hoy viven vigilados por una red de informantes dentro del mismo gremio, bajo amenaza, y no tienen libertad de cátedra”, dice Cuadra.

“Han usado el sistema educativo como una red a través de la cual quieren enviar su mensaje partidario para seguirse manteniendo en el poder”, señala el informe.

La fuerza del miedo

Consultada por DW, la psicóloga nicaragüense Martha Cabrera Cruz expresa que el adoctrinamiento en las escuelas “tiene un efecto social perverso, porque se opone a los principios de una educación de calidad que invita la reflexión, a la comprensión y a la crítica, creando finalmente un empobrecimiento” cultural en el país.

“En este momento que vivimos como humanidad, necesitamos personas críticas, propositivas, creativas, emprendedoras, y eso solo es posible con una educación de calidad”, señala.

Según Cabrera Cruz, para garantizar que su estrategia funcione, el Gobierno de Ortega y Murillo “se apoya en el miedo”, que desde 2018 se ha reflejado en el encarcelamiento y destierro de opositores, la vigilancia y asedio a personas disidentes, el despojo de la nacionalidad nicaragüense y la prohibición de ingreso al país de quienes el régimen considera “non gratos”.

“Todos los regímenes autoritarios tienen como base el miedo, porque solo así controlan a la sociedad. Con el miedo impiden que las personas digan su opinión y eso generan una parálisis social”, explica.

Agrega que el objetivo del adoctrinamiento escolar “es crear personas obedientes y sumisas frente al poder. El Gobierno siente que gana haciendo esto, porque tiene el control sobre la gente, pero al final todo el mundo pierde, porque pierde el país”, enfatiza Martha Cabrera.

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