El máximo tribunal de la ONU ordenó el viernes a Israel detener su ofensiva en Rafah, en el sur de Gaza, un fallo histórico que probablemente acreciente la presión sobre Israel después de más de siete meses de guerra en el territorio palestino.
Israel debe “detener de inmediato su ofensiva militar y cualquier otra acción en la gobernación de Rafah que imponga a los palestinos de Gaza condiciones de vida que puedan provocar su destrucción física total o parcial”, afirma el fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
La corte, con sede en la ciudad neerlandesa de La Haya, también ordenó a Israel mantener abierto el cruce de Rafah para que los gazatíes puedan recibir ayuda humanitaria “sin restricciones”.
El tribunal de la ONU pidió además la “liberación inmediata e incondicional” de los rehenes secuestrados por el grupo islamista palestino Hamás en el ataque del 7 de octubre en suelo israelí y retenidos desde entonces en Gaza.
Las decisiones de la CIJ son jurídicamente vinculantes, pero el organismo no dispone de ningún medio para implementarlas.
Hamás elogió el fallo de la corte, pero estimó que Israel debería cesar su ofensiva en toda Gaza y no solo en Rafah.
Esta misma semana, el fiscal de otro tribunal supranacional, la Corte Penal Internacional (CPI), pidió que se emitan órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, su ministro de Defensa y tres dirigentes de Hamás.
El fiscal Karim Khan considera que los dirigentes de ambos bandos podrían ser responsables de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza y en Israel.
La CIJ se pronunció este viernes con base en un pedido de Sudáfrica, que sostiene que la operación israelí en Gaza constituye un “genocidio”.
Israel afirmó ante la corte que un cese al fuego impuesto permitiría un reagrupamiento de los combatientes de Hamás e imposibilitaría la liberación de los rehenes.
En enero, también tras una denuncia de Sudáfrica, este tribunal ordenó a Israel que hiciera todo lo que estuviera en sus manos para evitar actos de genocidio y permitiera la entrada de ayuda humanitaria a la Franja, pero sin exigir un alto el fuego como demandaba Pretoria.
Sudáfrica consideró que la evolución de la situación, especialmente por la incursión de tropas israelíes en la ciudad de Rafah en el sur de Gaza, exigía una nueva intervención del tribunal.
– “Caricatura” –
En la audiencia en la CIJ la semana pasada, el representante sudafricano declaró que “el genocidio de Israel ha continuado y alcanzó una nueva y horrenda fase” y acusó al Estado hebreo de torturas, bloqueo de la ayuda humanitaria y de enterrar a personas en fosas comunes.
Israel respondió que la acusación sudafricana estaba “totalmente desconectada” de la realidad y la definió como una “caricatura” de la Convención de la ONU sobre el Genocidio.
Antes de una previsible invasión de Rafah, el ejército israelí ordenó evacuaciones masivas de esa localidad, a fin de eliminar a los que considera los últimos batallones de Hamás, destruir su red de túneles y rescatar a los rehenes.
Según la ONU, estas evacuaciones desplazaron a 800.000 personas, en tanto que que un millón de gazatíes, de los 2,4 millones que viven en la Franja, se enfrentan a “niveles de hambre catastróficos”.
Sudáfrica pide a la CIJ medidas urgentes mientras sus jueces estudian el fondo del asunto, es decir, la acusación de que Israel estaría vulnerando la Convención sobre el Genocidio de 1948.
La guerra entre Israel y Hamás estalló con el ataque del movimiento islamista del 7 de octubre, que mató a más de 1.170 personas, en su mayoría civiles, según un recuento de la AFP basado en datos oficiales israelíes.
Los milicianos de Hamás también secuestraron a 252 personas, de las que 121 siguen en Gaza. El ejército israelí estima que 37 de ellas han muerto.
La ofensiva lanzada por Israel contra la Franja de Gaza ha dejado hasta el momento 35.800 muertos, principalmente civiles, según datos del Ministerio de Salud de este territorio gobernado por Hamás.