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El Tribunal Penal de Pavas condenó a cinco miembros de la banda de Los Lara que participaron en seis asesinatos ejecutados en el transcurso del 2020. Al parecer, estos criminales respondían y eran protegidos de los cabecillas del grupo criminal, que opera en barrios al sur de la capital como Sagrada Familia y Hatillos.
Un sujeto de apellido Munguía Campos fue sentenciado a 105 años de cárcel, tres sospechosos apellidos Barth Arburola, Salas y Núñez a 36 años y un quinto acusado Vargas Brenes fueron condenados a 31 años de prisión. La pena de Munguía fue reducida a 50 años, el máximo que permite la ley del país.
A ellos se les vincula en algún grado con un triple homicidio en el que movilizaron a varias personas desde un bar en La California, la muerte y quema de un carro de otra persona en la Ruta 32 y otros caso más.
Según explicaron los jueces, en intervenciones telefónicas presentadas durante el proceso, había contactos con Joshua Lara, uno de los líderes de la agrupación que permanece encarcelado. En los mensajes se referían a ellos como “los compadres”: demostraban afiliación y lealtad a la red dedicada al narcotráfico.
Adicional a los homicidios calificados, a varios acusados también se les impuso castigos por delitos de asociación ilícita y privación de libertad agravada. Además, deberán descontar seis meses prisión preventiva mientras la resolución queda en firme.
El Tribunal pidió alertar al Instituto Nacional de Criminología y el Juzgado de Ejecución de la Pena, dado que algunos ya están en cárcel.
La Cali
Inicialmente, la madrugada del 20 de febrero del 2020, un hombre de apellido García se encontraba junto con otras personas en un bar ubicado en Barrio La California. Allí fue abordado por los sospechosos, quienes lo persuadieron para movilizarse hasta Hatillo.
Ya en la zona, las víctimas fueron abordados y retenidos contra su voluntad, donde los lesionaron gravemente. Los sujetos sacaron y trasladaron a los tres hasta Alajuelita, continuando con su plan, les dispararon con armas de fuego.
Producto de esto, dos hombres de apellidos García y López fallecieron por herida en la cabeza. Sus cuerpos quedaron abandonados en vía pública junto a un vehículo, cerca del puente que divide ese cantón con Hatillo.
Una tercera víctima de apellido Cajina logró huir del sitio con golpes muy serios. Apareció en un bus, desconcertado completamente y fue llevado a un centro médico. A raíz de la agresión sufrida, falleció tres días después en el Hospital San Juan de Dios, completamente desfigurado.
Las otras tres víctimas siguieron secuestrados y recibieron golpes en su cuerpo. Después de la golpiza fueron liberados en horas de la madrugada de ese mismo día. Ninguno de ellos se presentó al juicio, debido a supuestas amenazas y un temor fundado de no declarar, porque recibieron hasta persecución para no hacerlo.
Agentes del OIJ lograron conseguir grabaciones de cámaras de seguridad que muestran el recorrido que hicieron desde el establecimiento hasta Aguantafilo, en la ciudadela 25 de Julio donde no se pudo rastrear más videos.
Mensajes de un sospechoso Munguía Campos daban cuenta de su intención de huir y escapar, para no ser detenido por los investigadores que le seguían la pista.
Sobre este caso en concreto, por mayoría el Tribunal absolvió a Bhart Arburola, bajo el argumento que los sobrevivientes no fueron a dar el testimonio. Aunque había referencias y otros indicios que lo relacionaban al hecho, no era suficiente para dos de tres jueces.
Uno de los jueces tuvo un criterio diferente y manifestó que era comprensible el miedo de los testigos y no presentarse, pero aun así, considera que las pruebas sí eran suficientes para reconstruir el hecho y vincularlo. Explicó que Bhart está descontando 40 años de pena por otra causa.
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El Zurquí
Otro de los atroces crímenes vinculado a estos miembros de Los Lara ocurrió la noche del 18 de marzo del 2020 en la Ciudadela 25 de julio. Una víctima de apellido Gutiérrez estaba en su casa donde fue abordado, le dieron una paliza y lo ataron de manos para llevarlo cerca del Túnel Zurquí.
Posterior a este hecho, los acusados le prendieron fuego a un vehículo y le dispararon a la víctima en varias ocasiones para matarlo en el sitio. Los informes policiales rendidos tienen contaban con testimonios y evidencias bastas para inculparlos.
Por ejemplo, la cámara del peaje de la Ruta 32 capturó la entrada y salida de los sospechosos y los tiempos del trayecto coinciden con lo que se dura llegando hasta el lugar donde ocurrió el homicidio. También hubo registros de los teléfonos celulares que ellos utilizaban con las radiobases de la zona.
Hatillos
Se presume que otra víctima de apellido García también tuvo diferencias con miembros de la organización criminal, quienes también habrían ideado un plan para ejecutarlo.
Al parecer, lo engañaron y trasladaron hasta una vivienda en Hatillo, donde lo esperaban otras personas para secuestrarlo, golpearlo en reiteradas ocasiones y finalmente acabar con su vida.
El último caso de la seguidilla de homicidios ocurrió también de noche, el 19 de noviembre del 2020 cuando la víctima estaba afuera de su casa ubicada en Hatillo 8. Los sospechosos llegaron y con armas de fuego, le dispararon en reiteradas ocasiones. Morales Zúñiga falleció a causa de una herida en la cabeza.
Para corroborar el primer homicidio, fue clave la revisión de un teléfono celular decomisado. Este apareció a unos 16 metros de una gran cantidad de casquillos de bala, cerca de la casa donde ocurrieron los hechos. En ese celular se encontraron mensajes de texto que permitieron inculpar a Vargas Brenes, con frase como “se lo fuma usted o me lo pone para fumármelo yo”, haciendo referencia al plan para ejecutar el crimen.
Los indicios balísticos también fueron fundamentales para hallar la responsabilidad de estos casos, dado que los casquillos recolectados coinciden en su origen con armas que fueron posteriormente incautadas a los sospechosos.
Identificación de testigos, los tatuajes de los sujetos y mensajes de los celulares ayudaron grandemente en la investigación, dado que había múltiples conversaciones en las cuales se referían con insultos a las víctimas y hablaban de sus intenciones de matarlos, principalmente por sus que estaba creciendo en actividades criminales.
Source
José Adelio Murillo