“Nos dejó solos”, dice antes de romper en lágrimas Juan José Roy, uno de los tantos argentinos que se acercó este lunes a la catedral de Buenos Aires para rendir tributo a su compatriota y líder espiritual, el papa Francisco.
Decenas de fieles abarrotaron la iglesia donde Jorge Bergoglio fue arzobispo para asistir a la primera misa en su honor tras conocerse la noticia de su fallecimiento en Roma. Muchos, con lágrimas en los ojos, se arrodillaban en el piso durante la homilía.
“Es muy fuerte porque se fue una persona que se ocupaba de los pobres y porque nos dejó solos. Va siempre a estar con nosotros”, dijo Roy, un jubilado de 66 años, a la AFP.
“Lo único que me deja muy tranquilo es que pudo despedirse del mundo ayer en la Pascua”, añadió, antes de que el llanto sofocara sus palabras.
Tras recibir el alta el 23 de marzo, el papa lucía debilitado, pero consiguió participar el domingo en la celebración de la Pascua. El Vaticano anunció este lunes que había muerto a las 07H35 hora de Italia (05H35 GMT).
Francisco nunca visitó su país durante su pontificado iniciado en 2013, algo que muchos de sus compatriotas lamentan y que destacaron este lunes varios medios argentinos.
“Se nos murió el padre de todos”, dijo el arzobispo Jorge García Cuerva en su sermón. “Se nos fue el papa de los pobres, de los marginados, de los que muchos excluyen”.
Frente al atrio: flores y una foto del papa. Los fieles se aglutinaron después en dos largas filas para hacer la comunión.
La catedral permanecerá abierta hasta el día del sepelio, cuyos detalles aún se desconocen, detalló el arzobispo. “Cuando sepamos más, invitaremos a todos a rezar juntos por el eterno descanso del papa Francisco”.
Duelo nacional
Argentina observará siete días de duelo por la muerte de Francisco.
El presidente Javier Milei rindió tributo al papa, su antagonista y blanco de sus críticas. “A pesar de diferencias que hoy resultan menores”, haberlo conocido “en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor”, escribió en X.
Un par de horas antes de la misa, cuando despuntaba el día, Javier Languenari barría las hojas frente a la fachada de la catedral en Buenos Aires, aún cerrada.
“Se veía venir, estaba muy mal de salud. Aguantó lo que pudo. Es una tristeza enorme”, dijo a la AFP este barrendero de 53 años mientras meneaba la cabeza.
Mostró una cadena con una cruz que besó antes de proseguir: “Como argentinos estamos más huérfanos. Pero como católicos sabemos que Jesucristo siempre va a estar”.
El jesuita, primer papa latinoamericano de la historia, pasó 38 días hospitalizado por una grave neumonía.
Todavía de madrugada, un hombre se arrodilló y encendió la primera vela en las escalinatas de la catedral, en la emblemática Plaza de Mayo.
“El mensaje de Francisco siempre fue que nos unamos, que le tendamos la mano a los más necesitados, a los jubilados. Esa vela que encendí es un homenaje a todo eso que nos enseñó”, dijo Agustín Hartridge, un abogado de 41 años, a la AFP.
En la puerta de la iglesia una mujer de 78 años, sentada, sostenía un cuenco plástico para recibir limosnas. Lloraba desconsoladamente.
“Yo lo he visto recibir madres de desaparecidos que lloraban, lo vi sacrificarse en las villas (barrios pobres). Hace 30 años que lo conozco”, dijo Graciela Vilamia, refiriéndose a las Madres de Plaza de Mayo que luchan por develar el paradero de los desaparecidos en la dictadura argentina (1976-83).
Como líder espiritual Francisco puso a los excluidos en el centro de su discurso.
Guillermo Sánchez fue uno de los primeros fieles que acudió temprano a rezar por el papa en la catedral, un edificio de estilo neoclásico con un pórtico de 12 columnas que asemeja un templo griego.
“Nunca me había pasado nada con los otros papas pero con este sí sentí el dolor, por eso estoy acá”, dijo a la AFP este peruano de 47 años radicado hace más de dos décadas en Buenos Aires.
“Argentina tuvo la suerte de tener el primer papa de Latinoamérica. No creo que se repita”.