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Alejandro Arias Monge alias “Diablo”, quien se ha convertido en el criminal más buscado en el país y ha permanecido en fuga por años, acumula al menos 5 causas penales en su contra. Así lo confirmó el Ministerio Público tras la consulta de crhoy.com.
Arias Monge figura como la cabecilla de una de las organizaciones criminales con más influencia en el país, que ha tenido presencia en cantones como Pococí, Guácimo, Siquirres, Sarapiquí, San Carlos y Turrialba. Desde 2016, no ve una celda desde el interior.
La detención de este sujeto se ha complicado, según lo han reconocido las autoridades, pese a que han logrado capturar a su presunto jefe de sicarios, familiares y otras personas vinculadas a estas supuestas actividades ilegales.
El supuesto capo de Guápiles y la Zona Norte, fue declarado años atrás como rebelde porque debe afrontar una causa judicial por 2 homicidios, pero desde entonces el sujeto se ha mantenido en evasión, lo que le permitió presuntamente construir un imperio de narcotráfico y lavado de dinero.
La Fiscalía Adjunta de Pococí es el despacho judicial que más tiene expedientes pendientes en contra del supuesto líder del narcotráfico, quien ha basado su operación principalmente en Guápiles, en dicho cantón.
Según el sistema de registros de dicha fiscalía, Arias Monge tiene investigaciones abiertas desde el 2019 por delitos como venta de droga, robo agravado y amenazas a funcionario público. Este último delito fue el que “le ganó” mayor notoriedad pública.
Esto tras una serie de audios de WhatsApp en los que supuestamente ofrecía millonarias recompensas por asesinar a oficiales de la Fuerza Pública y del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Este sujeto ha conseguido fugarse de intentos de captura y además, la policía judicial cree que el sujeto ha logrado evadir retenes.
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Los expedientes seguidos contra el sujeto en la Fiscalía de Pococí están bajo los numerales 19-002639-0066-PE, 20-000270-0485-PE, 20-001884-0066-PE y 20-000270-0485-PE.
Crhoy.com consultó a las fiscalías Especializada en Delincuencia Organizada, contra el Narcotráfico y la de Limón, sin embargo, por lo delicada de la materia que tramitan, estos despachos indicaron que no confirmarán ni descartarán la existencia procesos penales en contra de este imputado.
Además, las Fiscalías de San Carlos, La Fortuna, Santa Cruz, Nicoya y Legitimación de Capitales indicaron que, según su sistema de gestión de casos, no existe registro de procesos seguidos en contra del señor Arias.
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Como gato y ratón
Indicios del OIJ apuntan a que este sospechoso siempre está asentado en áreas limítrofes con Nicaragua, de muy difícil acceso. Se presume que en una zona boscosa y lluviosa, en un lugar que le permite observar a kilómetros de distancia si se aproxima un contingente policial.
Se presupone que al percatarse, alias Diablo pasa al otro lado de la frontera y sale del territorio nacional. Esta situación se ha repetido en varias ocasiones, señaló el director del OIJ, Randall Zúñiga, en marzo anterior.
“Esa es la parte difícil de poder capturar a este sujeto. Pero tenemos varias opciones ante esta situación que estamos viviendo”, indicó entonces el jefe policial.
Pese a no conseguir su captura todavía, el trabajo de persecución de la policía judicial sí obligó a este sujeto a cambiar su “modelo de negocios” y forma de operar para distribuir su droga en Limón y otras zonas del país.
Los más recientes golpes logrados por el OIJ este año, le han hecho perder control directo y prácticamente no tiene estructuras o agrupaciones que le responden a él de manera jerárquica, sino que ahora se ha convertido más en una especie de reclutador de cabecillas y de vendedores narco, que generalmente tienen el mismo origen que Arias: el cantón de Pococí.
Con este mecanismo, no es él quien controla los búnkeres, bandas locales o puntos de venta, sino que es más un intermediario para que otros sujetos, en busca de establecer el narcomenudeo, se asienten en regiones como Turrialba, Zona Norte, Guanacaste y algunas partes del Pacífico Central.
Hay algunas sectores del Caribe, como el propio Pococí, Siquirres o Sarapiquí donde sí conserva un poco más de influencia, principalmente para resguardarse de la policía, las autoridades judiciales u otras agrupaciones criminales.
El director del OIJ, Randall Zúñiga, explicó este funcionamiento.
Migró hacia otra forma de “trabajar”. Ya no es directamente él, quien tiene una organización y un grupo que le responde directamente a él.
Lo que hace es que una persona quiere ir a “emprender” ahí, por decir un término bastante coloquial y él le brinda todos los “servicios de logística”: armas y droga para que pueda tomar posesión de una plaza nueva en un territorio.
No es que este sujeto tenga una filial de su grupo en cada uno de los cantones del país, no.
Son personas que quieren tomar una plaza, van e intentan hacer una guerra interna en el mismo cantón o distrito, y este sujeto (alias Diablo) lo que hace es facilitar que puedan instalarse con drogas e implementos.
La primera investigación
La causa por la cual permanece como reo rebelde desde hace más de 7 años, es una que aglutina dos homicidios ejecutados en 2015, mucho antes que Arias se convirtiera en un criminal de alto perfil y cuando en apariencia se dedicaba al sicariato junto a otros sujetos. Este caso fue denominado como “Perritos”.
Por esa razón, Arias fue detenido el 2 de agosto de 2015 junto con el resto de involucrados. Incluso, el ahora líder narco estuvo un año en prisión preventiva, hasta ser liberado por orden de un juez. Desde entonces, “Diablo” huye de los cuerpos policiales, mientras su poderío se ha expandido.
La policía judicial confirmó en junio del 2023, que los dos asesinatos son los crímenes por los cuales que Alejandro Arias se mantiene originalmente en fuga, y pasó a convertirse como el hombre más buscado en Costa Rica, desde hace alrededor de 9 años.
El pasado lunes culminó un juicio con el cual se sentenció a 138 años de cárcel a cinco personas, que tuvieron algún tipo de participación en alguno de los dos asesinatos, ejecutados en Limón. Se condenaron tanto a los autores intelectuales que pagaron y contrataron el ataque, así como a los que ejecutaron a las víctimas.
Pese a la sentencia, todavía las autoridades no han podido traer a la justicia a alias “Diablo” y otro sujeto apellido Pérez, en fuga ambos e implicados en la muerte de Ademar Jiménez Gómez y Pablo Castro Barrantes.
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La Fiscalía Adjunta contra el Narcotráfico y Delitos Conexos confirmó que el juicio que culminó esta semana, corresponde a un nuevo proceso debido a que la causa judicial se separó.
Es decir, el juicio corresponde a un testimonio de piezas o expediente paralelo al principal contra Arias, que deberá continuar su trámite. Durante la misma lectura del fallo, el juez Rodrigo Salas señaló que parte de la evidencia no se puede destruir, porque Alejandro Arias Monge debe ser juzgado por estos dos asesinatos.
Por su parte, Wilberth Montenegro, uno de los abogados defensores de los sentenciados aseguró que el desarrollo del debate, casi no se mencionó a “Diablo” y su eventual participación en los hechos.
“De Alejandro no sabemos absolutamente nada de esto, doña Grecel y don Rigoberto están aquí meramente por un aspecto coyuntural, ellos no tienen nada que ver con Alejandro, el Diablo, como le dicen a esta persona”, indicó el jurista.
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Los asesinatos ligados a “Diablo”
De acuerdo con las autoridades, el primero de los crímenes con los cuales se vincula a alias Diablo es la muerte de Ademar Jiménez Gómez, en 2015.
Todo cuando él y varias personas más, orquestaron el robo de una cifra millonaria de dinero y una cantidad importante de droga, que pertenecía a Rigoberto Tenorio Calvo, quien más tarde mandó a asesinar al maleante principal.
En apariencia, los ladrones acudieron hasta la propiedad de Rigoberto Tenorio, en Palmitas de Cariari en Limón, donde agredieron a un peón de construcción y usando un arma de fuego, consiguieron robarse alrededor de ₡20 millones. Tras sustraer el dinero, huyeron del sitio.
A raíz de ese robo, Tenorio y su hija, Gercel Tenorio Pérez empezaron a planificar la venganza y contrataron a un grupo de sicarios para ejecutar a tres ladrones, Ademar Jiménez Gómez, así como otros dos de apellidos Chaves y Rodríguez.
Los imputados de apellido Tenorio, padre e hija víctimas del millonario atraco, le encargaron ejecutar los ladrones a Alejandro Arias Monge, así como otros sospechosos llamados Henry Alvarado Hernández, Roger Rodríguez Valverde y otro más de apellido Pérez (que como “Diablo” también permanece rebelde).
En enero del año 2015, Gercel Tenorio y su padre se pusieron en contacto con Henry Alvarado para que matara a los objetivos a cambio de un pago. En una reunión, la mujer le entregó un adelanto para realizar los homicidios.
Tras recibir parte de la recompensa, Alvarado se reunió con los otros gatilleros de apellidos Pérez y Rodríguez, para explicarles que Ademar Jiménez que a quien iban a matar, era una persona conocida y por eso planificaron los detalles de cómo cometerían el crimen.
De esta forma, los asesinos consiguieron una ametralladora AK-47 para acribillar a su víctima. Unos días después, la tarde del 22 de enero de 2015, ocurrió el asesinato en Pococí.
De acuerdo con la sentencia, los gatilleros se pusieron de acuerdo para cumplir con su encomienda y se aprovecharon de la amistad que tenían con Ademar Jiménez.
El presunto ladrón de los ₡20 millones habría sido recogido por el sospechoso Rodríguez en un taxi informal, en el sector de Tibacán. De allí lo trasladó hacia otra zona conocida como El Encanto, donde lo esperaban los demás asesinos.
Cuando Jiménez estaba con los demás imputados, los sicarios se habrían aprovechado de su vulnerabilidad para retenerlo, amordazarlo y amarrarlo de pies y manos, y mantenerlo así durante horas.
Ese mismo día, pero más tarde, cumpliendo con las órdenes de los Tenorio, movilizaron a la víctima secuestrada hasta el sector de Cariari, donde utilizaron el fusil AK-47 para dispararle en la cabeza y en la espalda, causando su muerte instantánea en venganza por el supuesto atraco millonario.
Una vez liquidado, le rociaron algún tipo de combustible y quemaron el cuerpo en un 95%, para evitar dejar rastros del crimen.
Source
José Adelio Murillo