Una buena proporción de estudiantes que este año recibieron su título vivieron una situación particular: empezaron su carrera universitaria en 2020, en el inicio de la pandemia, por lo que debieron dejar atrás la rutina de las clases presenciales propias de su etapa de colegio.
Ninguno se atrevió a decir que esa transición pedagógica fuera sencilla para ellos, para sus padres, ni para sus docentes. Faltaban pocos minutos para las 10 a.m. y en el gimnasio del campus Coto, de la Sede Regional Brunca de la Universidad Nacional (UNA), Farex Salas Espinoza daba fe de lo difícil que fue para ella vivir ese proceso.
Está a punto de que su nombre sea mencionado como una de las 57 graduadas de este campus, en su caso, en el bachillerato de Administración de Empresas, pero no deja de recordar lo que tuvo que atravesar y que hoy cataloga como un sueño.
La ansiedad, el estrés y una fuerte depresión le acompañaron en su transitar universitario. A pesar de considerarse una persona emprendedora, fijó en su mente la idea de abandonar sus estudios. Su salud mental estaba en juego.
Le habló de su situación a la directora académica, Gabriela Loaiza, y de inmediato la UNA desplegó el acompañamiento necesario. Farex registraba buenas notas, era una estudiante destacada y había que tenderle la mano en un momento difícil para ella.
Vinieron sesiones de psicología, charlas y reuniones hasta que las aguas retornaron su nivel. Hoy, le agradece a la UNA que haya sido el soporte vital en ese momento personal complejo, pues le permitió graduarse aquella mañana.
“Hubo momentos en que dije, ‘ya no puedo más’ y pensé en desertar y dejarlo todo. Mis cuadros eran de pánico, me daba miedo salir de la casa, pensaba que algo catastrófico me iba a pasar, que me iba a morir y gracias a Dios lo fui superando”, confesó Salas.
Historias relacionadas con la pandemia, como la anterior, se manifestaron también en Edward Cortés, María Paula Alvarado y Dilan Sancho, quienes se refirieron a los principales retos que afrontaron durante su proceso de enseñanza y hasta la obtención de su título. Las distancias que tenían que recorrer a diario desde sus casas hasta la universidad o la difícil situación económica, muchas veces apoyada por la beca que les otorgó la UNA, representaron retos por superar.
“Salía de mi casa a las cinco de la mañana y regresaba a las 11 de la noche, con trasnochadas incluidas que valieron la pena”, resaltó Dilan Sancho, quien obtuvo el diplomado en Ingeniería en Sistemas del Campus Pérez Zeledón.
Y sí que valieron la pena. En su caso, venía de descargar su maleta luego de una pasantía de seis meses en la Universidad de Catar, donde aprendió de primera mano sobre el desarrollo tecnológico que se implementa en centros de innovación. Ahora su meta es continuar estudiando, probablemente Administración y “conseguirme un trabajito para apoyar a mi familia”.
Graduación histórica
Además del hecho destacable que produjo la pandemia en la adaptación a los entornos de aprendizaje remotos, el vicerrector de Docencia, Randall Hidalgo, indicó que este 2024 es el año con la mayor cantidad de personas graduadas en toda la historia de la UNA: 4.257 sumadas las ceremonias del I y del II ciclo.
El jueves 21 de noviembre le correspondió al Campus Pérez Zeledón, que entregó 66 títulos. Al día siguiente, se llevó a cabo la del Campus Coto, con sus 57 titulaciones.
“Hoy se imparten 133 opciones de carrera de grado y de posgrado. Contamos con 42 carreras acreditadas y el 54% de nuestra comunidad estudiantil recibe algún tipo de beca, que aumenta hasta un 82% en nuestras sedes regionales”, manifestó Hidalgo.
Uno a uno, mujeres y hombres desfilaron hacia la tarima principal para recibir el título. Se graduaron de carreras de Administración, Administración de Oficinas, Educación Comercial, Gestión Empresarial, Desarrollo de Turismo Sostenible, Ingeniería en Sistemas y Secretariado Profesional. Se suma, además, la de Enseñanza del Inglés del Campus Coto.
Elvis Rojas, decano de la Sede, hizo énfasis entre los nuevos graduados en la necesidad de asumir un rol de “embajadores” de la educación pública en un entorno complicado. “Es claro que enfrentamos múltiples desafíos, desde el acceso educativo, hasta la sostenibilidad financiera, pasando por la adaptación a un mundo globalizado. Entones, una de las mejores formas de demostrarle al país la importancia de la educación pública superior es con el aporte profesional que ustedes pueden darle a la sociedad”.
María Paula Alvarado, graduada en licenciatura de Administración de Oficinas, reconoce y asume esa responsabilidad que mencionó el decano. Para esta vecina de La Bonita de Pérez Zeledón y de 26 años, ocurre que “muchas veces las personas no ven la importancia de la educación pública. Es un orgullo para mí desde que ingresé en el 2016, decir que soy parte de la U pública y que gracias a ella me superé, como lo hace también mi hermano que también estudia acá”.
David Zúñiga, representante de la Federación de Estudiantes de la UNA (Feuna), aportó en esta línea al asegurar que la educación transforma vidas y comunidades. Es la misma transformación que experimentó Farex Salas: aún en los momentos de incertidumbre y miedo, al final prevaleció el espíritu de lucha, la perseverancia y el apoyo que recibió de la UNA para alcanzar su objetivo. Su título entre sus manos es la mejor prueba de ello.
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Guillermo Solano Gutiérrez