
Publicado: abril 20, 2025
Lo que parecía una simple siesta en el sillón terminó con un giro inesperado y, curiosamente, salvador para David Lindsay, un jubilado británico de 64 años. Mientras dormía plácidamente en su sala, su perro bulldog de apenas 7 meses le mordió el dedo gordo del pie derecho hasta dejarlo al descubierto, literalmente. Fue su esposa quien, al entrar en la habitación, soltó un grito que lo despertó: “¡Dave, el cachorro te está mordiendo el pie!”.
Al abrir los ojos y mirar hacia abajo, David se encontró con una escena de película de terror: su dedo cubierto de sangre, con el hueso visible. La uña colgando era apenas el inicio del horror. Pero lo que vino después sorprendió tanto a la familia como al equipo médico que lo atendió.
Tras acudir de emergencia al hospital, los doctores notaron algo inusual: David no había sentido absolutamente nada durante el ataque. Eso los llevó a realizarle estudios más profundos, descubriendo que tenía dos arterias completamente bloqueadas en sus piernas. Esa falta de circulación explicaba por qué no sintió dolor alguno, pero también encendió las alarmas sobre un problema grave de salud que, de no haber sido detectado, podría haberle costado la vida.
“Gracias a que me mordió, ahora sé que tenía las arterias tapadas. Me pudo haber dado un infarto o perdido la pierna sin darme cuenta”, afirmó.
Este curioso caso ha dado la vuelta al mundo por lo impactante y, a la vez, esperanzador que resulta. De una escena que parecía sacada de una historia de terror, surgió un diagnóstico a tiempo que cambió su destino. Y su perro, que podría haber sido castigado, ahora es visto como un pequeño héroe de cuatro patas.