Trabajar con calor extremo en Ciudad de México: “Aquí uno se asfixia”

“Este año ha sido un infierno”, dice por teléfono a DW Luis Román Dichi Lara, conocido como Don Román, secretario general de la Unión de Organilleros de México. “El calor del mes de mayo no lo vivíamos aquí”, prosigue.

Nadie se imagina el centro de la capital mexicana sin la labor de estos músicos, que recorren varios kilómetros al día con su uniforme y su instrumento, un oficio catalogado como patrimonio cultural de Ciudad de México, pero que hace parte del llamado sector informal.

Las cifras oficiales confirman las palabras de Don Román. Según el Reporte del Clima en México, informe mensual del Servicio Meteorológico Nacional, el mes de mayo de 2024 fue el más caluroso desde que comenzaran las mediciones oficiales, en 1953.

Las altas temperaturas han provocado más de cien muertes en todo el país y más de dos mil trescientos casos de golpe de calor hasta la segunda semana de junio, informó la Secretaría de Salud del Gobierno mexicano. Concretamente, el 25 de mayo, la Ciudad de México registró 34,7 grados, su máxima temperatura en la historia y la cuarta vez en 2024 que rompe su récord.

“Ante las olas de calor, los trabajadores que sufren las primeras consecuencias son aquellos que laboran bajo los rayos del sol. Es decir, los agricultores, trabajadores de la construcción, empleados de seguridad, tanto pública como privada, así como las personas que se encuentran en el sector informal y que laboran en el ambulantaje”, explica a DW Gabriela Ramírez Mendoza, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Protegerse contra el calor

Los propios organilleros tuvieron que protegerse a sí mismos contra el calor cambiando sus horarios de trabajo, usando bloqueador solar y bebiendo mucho líquido. “Porque aquí uno se asfixia, se deshidrata muy rápido”, prosigue Don Román. Y se gana menos dinero, asegura.

“No ha habido ninguna medida para mitigar los efectos del calor y la falta de agua, ni de ninguna de las consecuencias de la crisis climática”, subraya a DW Yuleina Carmona, coordinadora para la Ciudad de México de la iniciativa Ciudades Focales de Wiego.

Carmona señala que las medidas tomadas ante las olas de calor para proteger a los trabajadores se han dado en el ámbito de la empresa privada. “Pero no para los trabajadores informales que, en su mayoría, son personas que están en el espacio público realizando labores también de primera necesidad, como es el caso de las recicladoras”, precisa.

Los riesgos del trabajo al aire libre

“Es importante distinguir entre la exposición al calor cuando uno está de vacaciones, frente a lo que experimenta la persona que trabaja”, dice a DW, desde Ginebra, Halshka Graczyk, especialista en seguridad y salud laboral de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Aparte de la temperatura, Graczyk enumera otros factores de riesgo para la salud, como la humedad del ambiente y la exposición directa a los rayos UVA.

“Además, hay trabajadores, como los que aplican pesticidas o quienes laboran en la construcción, que llevan equipamientos protectores que reducen la capacidad de enfriamiento corporal”. Por último, recalca, hay que tener en cuenta la intensidad física de la actividad que realizan.

Calor también en interiores

Pero las temperaturas extremas no afectan solo a quienes trabajan al aire libre. “Alrededor de 2,4 mil millones de personas están expuestas al calor excesivo en sus empleos, lo que supone alrededor del 70 por ciento de los trabajadores del mundo, una proporción muy grande”, comenta Halshka Graczyk.

La experta alude a los datos de una investigación de la OIT, publicada en abril de 2024, de la que es coautora. Y señala: “En América Latina, esa proporción asciende hasta el 80 por ciento”.

Patricia Martínez tiene 54 años y es “vagonera”. Trabaja vendiendo todo tipo de productos en los trenes del metro de Ciudad de México. Las elevadas temperaturas de la capital también han afectado a su trabajo.

“En los vagones, se encierra exageradamente el calor y no hay ventiladores”, relata Martínez por teléfono a DW. “Nunca había vivido un año de tanto calor. La gente va molesta y las ventas bajan a veces más del 50 por ciento. Toca trabajar desde más temprano para compensarlo”. Ella misma, que padece de presión baja, vigila su medicación para proteger su salud frente a los riesgos de las altas temperaturas.

Soluciones integrales

Para Yuleina Carmona, la coordinadora de Wiego en Ciudad de México, es importante ofrecer soluciones integrales reflexionando sobre un diseño urbano que tenga en cuenta no solo a quienes se mueven por el espacio público, sino también a las personas que trabajan en él.

Carmona menciona, por ejemplo, la utilidad de los centros de hidratación continua, los puntos de agua atomizada o la instalación de ventiladores móviles.

“Quienes trabajan en la calle compran su propia agua, llevan sus paraguas, se ponen gorras, mitigan con sus propios recursos los efectos del calor”, explica. “El cambio climático es uno de los ejes del Gobierno que tomará el poder en septiembre. Lo que queremos impulsar es que sea el Gobierno de la Ciudad de México quien garantice la seguridad en el espacio de trabajo”, subraya.

En el caso de los trabajadores informales, una de las claves sería la de su reconocimiento, ya que se exponen a las consecuencias de la crisis climática sin ningún tipo de garantía laboral.

Ello requeriría, según la experta mexicana, un cambio de narrativa, ya que, históricamente, estas personas tienen un peso de discriminación y estigma. “Son personas que contribuyen de forma muy importante a la ciudad, que no sería la misma sin su trabajo. Ante la cantidad y la intensidad de las olas de calor extremas, son urgentes y necesarias las acciones para protegerlas”, reclama.

(rml)

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