Los turistas que disfrutan de las vistas de postal de los lagos Lucerna, Thun o Neuchâtel se sorprenderían al saber lo que hay debajo de esas prístinas aguas alpinas.
Durante años los militares suizos usaron esos lagos como un vertedero de municiones viejas, creyendo que podrían desecharlas ahí de forma segura.
Solo en el Lago Lucerna hay un estimado de 3.300 toneladas de municiones, mientras que en las aguas del Lago Neuchâtel, que la fuerza aérea suiza utilizó para prácticas de bombardeo hasta 2021, hay 4.500.
Algunas de las municiones están a entre 150 y 200 metros de profundidad, pero otras en el Lago Neuchâtel están a tan solo seis o siete metros bajo la superficie.
Ahora, el Ministerio de Defensa suizo ofrece 50.000 francos (cerca de US$58.000) como premio para quien proponga la mejor idea para sacarlas.
Las tres mejores ideas para lograr una solución segura y respetuosa con el medio ambiente compartirán el premio, pero se espera que la operación de rescate de estas cueste miles de millones.
Doble peligro
El hecho de que se arrojaban municiones en los lagos suizos —otro de ellos es el de Brienz— se ha sabido por décadas.
Sin embargo, la gente ha comenzado a hacer preguntas sobre cuán segura es la situación recientemente.
El geólogo suizo retirado, Marcos Buser, quien asesoró al gobierno en esta materia, escribió hace 10 años un artículo de investigación advirtiendo sobre los peligros de estos vertederos.
Las municiones implican dos riesgos, dijo.
El primero es que, a pesar de que están bajo el agua, se mantiene el riesgo de explosión porque en muchos casos “el ejército no removió los fusibles antes de arrojar la munición”.
Luego está la contaminación del agua y del suelo, habiendo una posibilidad real de que dinamita altamente tóxica pueda contaminar el agua de los lagos y sus sedimentos.
El gobierno suizo reconoce que factores como la baja visibilidad, el hierro magnético y el peso individual de las municiones “representan grandes desafíos para una recuperación de municiones respetuosa con el medio ambiente”.
Una evaluación de posibles técnicas de recuperación realizada en 2005 mostró que todas las soluciones propuestas para recuperar las municiones implicaban severos riesgos para los sensibles ecosistemas de los lagos.
Historia de problemas
No es la primera vez que el ejército suizo se muestra algo negligente con sus municiones.
El poblado alpino de Mitholz sufrió una explosión masiva en 1947, cuando 3.000 toneladas de municiones que el ejército había almacenado en una de las montañas más prominentes de esa zona explotaron.
Nueve personas murieron y el pueblo quedó destruido. La explosión se oyó incluso a 160 kilómetros de distancia, en Zúrich.
Hace tres años, los militares revelaron que 3.500 toneladas de municiones sin explotar, que seguían enterradas en la montaña, no eran seguras en absoluto. Y dijeron que serían removidas.
Para los habitantes de Mitholz eso implicó dejar sus casas por hasta una década mientras la operación de limpieza se desarrollaba.
También ha habido escándalos sobre la estrategia defensiva de la Suiza neutral durante la Guerra Fría.
Esta consistía en minar sus puentes y túneles para evitar una invasión. Algunos de esos puentes tuvieron que ser rápidamente desminados porque vehículos pesados para el transporte de productos corrían el riesgo de provocar una explosión.
En 2011 once personas murieron en el Túnel Gotthard, una de las rutas clave para el transporte desde el norte al sur de Europa, cuando se produjo un incendio por la colisión de dos camiones.
Grandes cantidades de explosivos, que no se relacionaban con el incendio, se mantenían almacenados en un depósito cerca de la boca del túnel y después de que los bomberos lograran apagar las llamas, llegó personal del ejército con equipos de desminado manual.
Y esta semana las fuerzas armadas revelaron que los reportes de población civil que se encuentran con municiones sin explotar en el campo suizo aumentaron un 12% el año pasado (con respecto a 2022).
Incluso con el derretimiento de los glaciares, ahora en retroceso por el impacto del cambio climático, se han revelado restos de municiones sin explotar provenientes de entrenamientos militares en la alta montaña, los que tuvieron lugar décadas atrás.
Es un legado de la estrategia defensiva de neutralidad armada suiza: mantener un amplio ejército miliciano (todos los hombres suizos tienen la obligación de hacer el servicio militar), entrenando a las tropas casi en su totalidad en el interior de lo que es un país densamente poblado.
Largo y costoso
Se espera que la tarea de remover las municiones de los lagos suizos sea larga y complicada. Pero primero, alguien tiene que llegar con un plan de cómo exactamente se pueden sacar.
Mientras algunos reclaman que el ejército debió pensar en eso cuando arrojaba las municiones, durante décadas el mensaje de los geólogos a los militares fue que la práctica era segura.
Ahora la búsqueda de soluciones está activa. Tras el llamado del Ministerio de Defensa suizo, el público puede enviar sus ideas hasta febrero de 2025, cuando serán anónimamente evaluadas por un panel de expertos.
Los tres ganadores serán dados a conocer en abril próximo.
“No está previsto implementar de inmediato las propuestas presentadas, pero podrían servir como base para aclaraciones posteriores o para iniciar proyectos de investigación”, explicó el gobierno.
Buser sugiere buscar respuestas en Reino Unido, Noruega o Dinamarca, dada su experiencia lidiando con restos de naufragios de tiempos de guerra que contienen armas sin detonar.
¿Entonces, Buser va a proponer algunas ideas?
“No, ya soy demasiado mayor… pero si necesitan algún consejo, estaré encantado de dárselo”.
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