La frase «El Papa Francisco ha fallecido» encierra mucho más que la noticia de una muerte. Marca el fin de una era en la historia de la Iglesia y del mundo. Su vida, marcada por la sencillez, la cercanía con los más necesitados y su incansable llamado a la misericordia, dejó una huella imborrable en millones de corazones.
Francisco no fue solo un líder religioso, fue un pastor con olor a oveja, como él mismo decía, que se atrevió a hablar de amor en tiempos de odio, de diálogo en medio del ruido, y de esperanza cuando todo parecía perdido. Su partida nos invita a reflexionar sobre qué estamos haciendo con nuestro tiempo, con nuestra voz y con nuestra fe.
Hoy el mundo pierde un faro, pero si su legado permanece en nosotros, no se apagará la luz. Que su ejemplo nos mueva a ser más humanos, más compasivos y más valientes para alzar la voz por quienes no tienen voz.
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CRinfomativo