Lo que parecía ser una despedida tranquila se convirtió en una escena de horror y desconcierto para una familia en Pococí, Limón. Ismael Vargas Quirós, administrador de una finca bananera, fue encontrado sin vida la madrugada del lunes frente al portón de una empacadora. Sin señales visibles de violencia, los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) que atendieron el caso concluyeron que la causa de muerte era natural, posiblemente un infarto.
Con esa versión, el cuerpo fue entregado a la familia para su velorio. Pero el giro inesperado vino de parte de la funeraria, cuando el personal que preparaba el cuerpo para el funeral notó algo alarmante: dos heridas de bala, una en el brazo y otra en la espalda. De inmediato, se dio aviso al OIJ, quienes, al regresar a la escena, confirmaron que Vargas no había muerto por causas naturales, sino que había sido asesinado, presuntamente con un arma calibre 22.
La negligencia fue tal, que incluso los familiares se enteraron por primera vez de la verdadera causa de muerte gracias al personal de la funeraria, no a las autoridades.
“Dijeron que fue un infarto, pero tenía un balazo… casi lo entierran así”, lamentó una de sus familiares, este medio día a Noticias Repretel, aún entre lágrimas y confusión.
La ceremonia de despedida fue suspendida de inmediato y el cuerpo tuvo que ser trasladado nuevamente a la Medicatura Forense para una autopsia completa, como debió haber ocurrido desde el principio.
El caso, que ahora se investiga como homicidio, ha generado una oleada de indignación pública, no solo por la violencia del crimen, sino por la evidente omisión en los protocolos judiciales. La Dirección General del OIJ confirmó que se abrió una investigación interna contra los funcionarios responsables de la escena inicial, quienes no detectaron las heridas de bala ni ordenaron una revisión detallada del cadáver.
