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Maricruz González Araya es una mujer de 39 años vecina de San Mateo, quien logró salir adelante pese a que vivió su infancia en la calle. Ella y sus 6 hermanas fueron víctimas de la pobreza, el abandono, el hambre y la desigualdad.
A su historia llegamos gracias al podcast “Extraordinariamente normal“, así que la buscamos para conocerla y hablar con ella.
Su historia es impresionante, aunque ella misma dice que no desea que nadie pase por lo que afrontó, se mantiene en su creencia de que “por más oscuros que sean algunos días, siempre sale el sol”.
Contó que tanto ella como sus 6 hermanos crecieron en la calle. Asegura que en ese entonces tenían entre 2 y 11 años. Afirmó que todos pasaron su niñez y adolescencia “deambulando sin rumbo conocido, día y noche”.
“El primer recuerdo que tengo es en Río Azul. Mi mamá era alcohólica y pasaba todo el tiempo en la calle. A veces, se ausentaba hasta por meses. Nosotros vivíamos en un ranchito, pero íbamos al botadero a buscar algo para comer (…) mi papá también era alcohólico y a él sí que nunca lo veíamos, él ya falleció. Tengo un recuerdo de él donde nos llevaba cada muerte de obispo unas cajas de leche y una bolsa de unos pancillos, eran los conocidos borrachos. Gracias a Dios todos mis hermanos han salido adelante, excepto uno que lamentablemente no pudo superar lo que vivió y se hizo adicto al crack. Ya él murió a causa de eso”, dijo González quien amplió sobre lo vivido años atrás.
“También vivimos en los Cuadros, ahí también vivíamos en un rancho, pero como le digo, mi mamá nunca estaba entonces por eso nosotros nos criamos en las calles, ¿para qué nos íbamos a quedar en esas latas si no estaba mi mamá y ni siquiera había comida? Ese lugar ni siquiera tenía un baño. Nosotros pasamos toda la niñez y adolescencia en la calle.
Ahí, en la calle, conocimos a un señor que vendía melcochas entonces nosotros también lo vendíamos. Lo que nos ganábamos, mi mamá nos lo quitaba cuando llegaba al rancho ese. Nosotros comíamos de lo que la gente nos daba en la calle. Nos ayudaban mucho eso sí. Mi mamá empeoró demasiado con el paso del tiempo, ya no era solo alcohólica sino también adicta al crack (…) Yo pasaba con hambre todo el día y un día tuve que cambiar un plato de comida por una manoseada”, dijo González.
Maricruz explicó que tanto ella como sus 6 hermanos vivieron la niñez y adolescencia solos. Sin la supervisión de un adulto que los guiara.
“En esos tiempos era muy difícil no saber qué comer ni qué zapatos ponerse porque siempre andábamos descalzos y sucios. Con la ropa nos ayudábamos de lo que nos regalaba la gente en la calle. Yo no entiendo por qué la gente no vio el problema que había, en que existían unos niños solos y abandonados. Es que a nosotros nos tocó crecer solos y la gente como que no hacía nada”, indicó Maricruz González Araya.
Para esta vecina de San Mateo, “la esperanza es la capacidad de ver que hay luz a pesar de toda la oscuridad”, por eso asegura que pese a que, aunque “todo le haya dolido”, logró superar esos amargos momentos.
“Me duele mucho todos los abusos que vivimos mis hermanos y yo, eso nos macó. Los hermanos de mi papá y de mi mamá nunca nos ayudaron. En la calle vivimos muchos abusos, usted se podrá imaginar, es algo muy duro, pero Gracias a Dios fue superable, todo en esta vida es superable”, agregó doña Maricruz.
Según explicó además ellos vivieron diferentes desafíos para poder salir de las calles.
“Para serle honesta, cada quien resolvió su vida como pudo, si vos me preguntás qué hicieron mis hermanos en ese momento, no lo tengo claro. Sé que uno estuvo en el Patronato Nacional de la Infancia, mi hermano y yo decidimos de irnos a la casa del papá de mi mamá, él nos metió a la escuela y los demás, no lo tengo claro, como le digo, cada quien resolvió a su manera”, indicó González quien finalizó diciendo que ya esos años de dolor pasaron y que ahora son muy felices.
“Yo ahora estoy estudiando, estoy sacando el sexto de la escuela apenas pero aquí voy. Tengo 6 hijos y salgo adelante sola. He sido costurera, vendo comida, limpio casas y la pulseo para tener una mejor vida. Otro hermano ahora trabaja en una soda, Grettel trabaja en un kínder y tiene una vida bastante buena, a ella la había adoptado una familia, Jonathan vive en Estados Unidos, Manuel tiene también una soda en san José y tiene dos hijos en la universidad. Finalmente, Gaby es costurera. Todos hemos salido adelante después de todo esto que vivimos en la niñez y adolescencia”, mencionó Maricruz.
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Rebeca Ballestero