¿Es el “Freestyle” el futuro del ajedrez?

“¡Mega!” La discreción hanseática no es precisamente el fuerte de Jan Henric Buettner. Para el empresario de Hamburgo, el inicio de su serie de torneos de ajedrez, el “Freestyle Chess Grand Slam Tour”, ha sido un éxito rotundo. 

Desde hace poco más de un año, Buettner ha ganado notoriedad en el mundo del ajedrez como patrocinador e inversor. Durante una semana, ha reunido a los mejores jugadores del mundo en su exclusivo complejo hotelero en el mar Báltico. Rodeados de influyentes creadores de contenido especializados en ajedrez, diez profesionales compiten en el evento. En los próximos meses, el torneo continuará con eventos igual de glamurosos en París y Nueva York.

“Estamos creando un producto de ajedrez para quienes no son jugadores de ajedrez”, explica Buettner en entrevista con DW. Con una inversión de 20 millones de euros en capital de riesgo, su objetivo es dar una nueva imagen al tradicional deporte mental, haciéndolo atractivo para un público más amplio. La figura principal del evento es el excampeón mundial Magnus Carlsen, de Noruega. 

También participa el nuevo campeón, Dommarjaju Gukesh, de la India, y el “héroe local” Vincent Keymer, el mejor jugador de Alemania. Keymer logró una hazaña al eliminar a Carlsen, aunque no en ajedrez clásico, sino en “Freestyle”, una variante en la que la posición inicial de las piezas se sortea antes de cada partida.

Sin embargo, los aspectos puramente competitivos no son el foco principal del evento. “Queremos atraer a una audiencia completamente nueva. A la mayoría de las personas ni siquiera les interesan las reglas”, sostiene Buettner. Paradójicamente, las reglas han sido el centro de un acalorado debate en las últimas semanas. La Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) reclama autoridad sobre el reglamento del deporte. “Nos preocupa la integridad del ajedrez”, afirma el presidente de la FIDE, Arkadi Dvorkóvich. “Queremos seguir organizando campeonatos mundiales bajo nuestras reglas”.

Negociaciones por WhatsApp

El punto de conflicto ha sido la intención de Buettner de coronar un campeón mundial de ajedrez “Freestyle” al final de su serie de torneos. Desde principios de año, el empresario alemán ha estado negociando con Dvorkóvich, ex viceprimer ministro de Rusia y líder de la FIDE desde 2018. Se intercambiaron contratos, comunicados de prensa y numerosos mensajes de WhatsApp. Sin embargo, las negociaciones terminaron en un estrepitoso fracaso. “Faltaba confianza”, resume Dvorkóvich. Desde la sede del torneo en el Báltico, la versión es menos diplomática: “¡Pérdida de tiempo! Ni siquiera hablé con el presidente, sino con el conserje”.

¿El futuro del ajedrez está en el “Freestyle”?

A pesar del conflicto, la disputa ha puesto en el centro de la conversación a Buettner y su Grand Slam, así como a la variante de ajedrez conocida como “Fischer Random” o “Freestyle”. Esta modalidad fue ideada por el legendario Bobby Fischer, fallecido en 2022. Al eliminar la importancia de la preparación teórica de aperturas, el “Freestyle” busca nivelar el campo de juego. Sin embargo, incluso los jugadores profesionales encuentran desafiante adaptarse a posiciones aleatorias. “Es difícil de comprender, incluso para mí”, admite la Gran Maestra alemana Josefine Heinemann.

Heinemann también critica la falta de inclusión de mujeres en el torneo. “Habría sido positivo que involucraran a más jugadoras, pero parece que ese no es el plan”. Además, duda de que el “Freestyle” pueda atraer a un público masivo. “Si ni siquiera yo lo entiendo del todo, menos lo hará el espectador promedio”.

¿Una oportunidad desaprovechada por la FIDE? Paul Meyer-Dunker, presidente de la Federación de Ajedrez de Berlín y experto en deportes electrónicos o eSports, también es escéptico sobre el impacto del “Freestyle”. “No parece la mejor estrategia para hacer que el ajedrez sea más popular”. Coincide en que la constante variación en las posiciones iniciales representa un obstáculo para el público general.

Sin embargo, también cree que la FIDE ha desaprovechado una oportunidad. “Tienen un punto válido: un campeonato mundial no debería ser un torneo privado sin conexión con la federación”, señala Meyer-Dunker. No obstante, considera que el conflicto revela un problema más amplio: “Los dirigentes del ajedrez están demasiado enfocados en conservar el pasado”. Para que haya cambios, argumenta, se necesitan impulsos externos. “Freestyle podría ser una de esas innovaciones que vienen de afuera y sacuden el mundo del ajedrez”.

(gg/rml)

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