El programa nuclear iraní ha recobrado vigencia mediática luego de que Alemania, Francia y Reino Unido (el grupo conocido como E3) anunciaran la activación del mecanismo de revocación del acuerdo nuclear, lo que significa que, si no se alcanza un punto de entendimiento en los próximos 30 días, todas las sanciones impuestas por Naciones Unidas contra Irán volverán a entrar en vigor.
Este mecanismo fue acordado en 2015 como parte del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) y permite el restablecimiento automático de las sanciones si Irán incumple sus compromisos.
“No somos amigos de las sanciones, pero esta vez el pueblo de Irán tampoco será sometido”, dijo el domingo, 31 de agosto de 2025, el vicepresidente iraní, Mohammed-Resa Aref. Al mismo tiempo, destacó que no está claro que los países del E3 puedan activar el mecanismo de revocación. De cualquier modo, anunció “contramedidas apropiadas”, aunque sin entregar detalles.
“Irán ha desarrollado su programa nuclear durante décadas pese a las sanciones”, dice a DW el politólogo Cornelius Adebahr. “Este programa se ha convertido en un factor de orgullo nacional, por lo que por razones de política interna no resulta sencillo abandonarlo”, apunta.
El experto señala que algunas fuerzas políticas del país persa exigen la retirada del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) como respuesta a la posible activación del mecanismo de revocación. El proyecto de ley correspondiente ya se encuentra en el Parlamento, donde se espera que sea sometido a revisión legal.
Temor tras la Guerra de los Doce Días
Irán suspendió su cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) luego de que Israel y Estados Unidos bombardearan sus instalaciones nucleares. Europa exige ahora la reanudación total de las inspecciones del OIEA, así como información sobre el paradero del uranio enriquecido al 60 por ciento.
Además, los países occidentales acusan a Teherán de violar la Resolución 2331 de la ONU al desarrollar misiles balísticos. Esta resolución, adoptada en julio de 2015 como parte del acuerdo nuclear, insta explícitamente a Irán a “abstenerse de cualquier actividad relacionada con misiles balísticos que puedan diseñarse como vectores de armas nucleares”.
Por su parte, el Gobierno iraní enfatiza que no busca obtener armas nucleares y describe su programa de misiles como puramente defensivo.
“Parálisis estratégica”
La República Islámica se encuentra en un estado de “parálisis estratégica” y no sabe qué camino tomar, explica el experto en Irán Hamidreza Azizi, del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP). “El liderazgo iraní se inclina por un acuerdo diplomático. Tras la Guerra de los Doce Días con Israel, su actitud ha cambiado y ha tomado conciencia de su propia vulnerabilidad”, sostiene el experto, especialmente por el impacto económico que podrían tener las sanciones.
Por un lado, la reimposición de estos castigos pondría a Irán en una situación similar a la de Irak en los años entre las dos guerras del Golfo, con un gobierno debilitado, aislado y plagado de crisis internas. Por el otro, si Irán tomara la decisión de retirarse del Tratado de No proliferación Nuclear, podría legitimar ataques contra las instalaciones nucleares iraníes.
“Voces importantes en Irán, como Ali Akbar Salehi, exdirector de la autoridad nuclear, enfatizan que el Parlamento no tiene autoridad para decidir una posible salida del TNP. Es el líder supremo quien debe tomar esa decisión”, indica Azizi.
Gestionar la crisis
Para Irán, la pregunta ahora es qué puede el país ofrecer a Occidente y qué pedir a cambio en futuras negociaciones. Washington exige que Irán abandone su programa nuclear, ponga fin al apoyo a sus aliados regionales y limite su capacidad militar.
“Estados Unidos no muestra ningún interés en un nuevo acuerdo nuclear”, estima Azizi. “En Washington parecen convencidos de que ya han contenido militarmente los aspectos más peligrosos del programa nuclear iraní. A la vez, las exigencias estadounidenses son difíciles de aceptar para la República Islámica”, añade. Y si bien los europeos han amenazado con el mecanismo de restitución de sanciones, en realidad tienen poco margen para persuadir a Teherán, agrega.
Según el experto, Irán trata de ganar tiempo y gestionar la crisis de manera estratégica, con la esperanza de obtener el apoyo de Rusia y China. El objetivo es que estos países bloqueen o al menos retrasen la implementación de las sanciones.
Teherán espera, a la vez, que China siga comprando petróleo iraní y que Rusia siga adelante con su cooperación económica y de seguridad. De todos modos, es poco probable que ambos Estados decidan ignorar las resoluciones del Consejo de Seguridad.
“Irán está vendiendo petróleo a refinerías chinas a través de intermediarios, porque China no quiere verse afectada por las sanciones estadounidenses”, afirma Azizi. “Una reimposición de las sanciones de la ONU no sólo complicaría más la exportación de petróleo, sino que afectaría la cooperación militar con China, que ha cobrado más importancia aún para Teherán tras la Guerra de los Doce Días”, destaca el experto.