Publicado: diciembre 6, 2024
El 3 de diciembre marcó un cambio histórico en el sistema tributario costarricense con la eliminación del impuesto de timbre fiscal, vigente desde 1885. Este tributo, considerado el más antiguo del país, fue derogado mediante el Decreto Legislativo N.º 10.586, publicado en el Alcance N.º 195 de La Gaceta N.º 227. Junto con él, también quedó suspendido el uso del papel sellado, una práctica que había caído en desuso en los últimos años.
¿Qué era el impuesto de timbre fiscal?
El timbre fiscal consistía en un pequeño sello cuadrangular que debía utilizarse en ciertos contratos privados y actos jurídicos, como cesiones de derechos, poderes inscribibles en el Registro Público, contratos de arrendamiento comercial y títulos. Según el artículo 170 del Código Fiscal, el valor del timbre era calculado como un porcentaje del monto de los contratos, lo que en algunos casos resultaba en costos elevados para los contribuyentes.
Con el paso de los años, la compra de estos timbres se transformó en pagos realizados a través del entero bancario, un comprobante emitido por el Banco de Costa Rica (BCR) que reflejaba el monto correspondiente. Sin embargo, la falta de pago de este impuesto podía generar sanciones y obstáculos legales, como la invalidez de los contratos.
Opiniones sobre la derogación
Expertos en tributación y regulación han destacado los beneficios de la eliminación del impuesto. Uri Weinstock, abogado especialista en competencia, calificó la medida como una “buena noticia,” señalando que el timbre representaba un impedimento para el desarrollo comercial debido a sus costos y complejidad.
De manera similar, Allan Thompson, abogado en regulación, afirmó que el timbre fiscal era difícil de fiscalizar y aumentaba los costos de las transacciones privadas. “Es un paso positivo hacia la modernización del sistema tributario. No debió permanecer vigente tanto tiempo,” subrayó.
Por otro lado, Isaac Castro, exviceministro de Ingresos, reconoció que este tributo tenía un impacto marginal en la recaudación fiscal. Durante 2023, generó ¢8.890 millones, mientras que en 2024, hasta octubre, había recaudado ¢7.716 millones. A pesar de su bajo rendimiento, Castro consideró que la eliminación podría haberse postergado hasta que el país consolidara mejor su situación fiscal.
Impacto en la simplificación tributaria
La derogación del impuesto de timbre fiscal forma parte de la iniciativa “Simple,” promovida por el diputado Eli Feinzaig, del Partido Liberal Progresista. Esta propuesta busca simplificar y consolidar el sistema tributario costarricense, en el que actualmente existen más de 200 impuestos, aunque solo seis de ellos representan más del 90% de la recaudación.
Según Feinzaig, la eliminación del timbre fiscal no solo alivia la carga administrativa y económica para los contribuyentes, sino que también elimina una fuente de inseguridad jurídica. “Muchos contratos perdían validez al no pagar este impuesto, afectando directamente a las personas y a la formalidad de sus transacciones,” afirmó.
Un paso hacia la modernización
La derogación del impuesto de timbre fiscal simboliza un avance hacia un sistema tributario más eficiente y competitivo en Costa Rica. Si bien su impacto en los ingresos fiscales era limitado, su eliminación representa una simplificación clave que podría beneficiar tanto a los ciudadanos como al sector privado.