“Mis hijos lloran de hambre toda la noche”.
El barbero gazatí Mohammed Emad al Din es padre de dos niños: “Solo han comido un pequeño plato de lentejas en los últimos tres días. La semana pasada un kilo de harina costaba US$80”.
Emad el Din tuvo que dejar de trabajar después de que un bombardeo israelí destrozara los paneles solares de su barbería, contó al corresponsal de Gaza de la BBC, Rushdi Abualouf, que informa desde Estambul.
Ahora no puede pagar la comida con la que alimentar a su familia, cuyo precio ha aumentado exponencialmente desde el estallido de la guerra en octubre de 2023 y, sobre todo, por las restricciones impuestas por Israel.
El precio de la harina, un alimento básico, era a principios de julio 3.000 veces superior al de antes de la guerra, según denunció el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Esta agencia de la ONU advirtió de que la Franja se enfrenta a una situación de hambruna en todo el territorio, debido a las severas restricciones de acceso de los alimentos a Gaza y al colapso del mercado.
“La situación es la peor que he visto jamás”, dijo su director ejecutivo adjunto de operaciones, Carl Skow, que visitó Gaza a principios de mes.
Esto ha provocado que, solo en las últimas 24 horas, al menos 19 palestinos, entre ellos varios niños, hayan muerto de hambre en la Franja, según un funcionario del ministerio gazatí de Sanidad.
Entre ellos está Yehia, el bebé de tres meses de Alaa Al-Najjar, que falleció de desnutrición, según los médicos, en el hospital Nasser de Jan Yunis.
En total la cifra de muertos en Gaza supera ya los 59.000, y la de heridos los 142.000, según el ministerio.
Asalto a Deir al-Balah
Los habitantes de Gaza se enfrentan ahora, además, a un nuevo desplazamiento, después de que el ejército israelí ordenara la evacuación de la ciudad e Deir al-Balah, en el centro de la Franja, donde este lunes iniciaron, por primera vez desde el inicio del conflicto, una operación terrestre.
Esta ciudad alberga a decenas de miles de refugiados y también a gran parte del personal de la ONU y otras agencias humanitarias que operan en Gaza.
Al no haber sido hasta ahora escenario de combates terrestres, en Deir el Balah quedan más edificios en pie que en otras partes de la Franja y han funcionado puntos médicos, agua potable de la planta desalinizadora y sistemas de eliminación de residuos.
Una de las razones por las que, según fuentes israelíes, el ejército no había realizado antes una incursión en Deir al-Balah era porque se cree que Hamás podría haber escondido allí a parte de los rehenes israelíes que aún siguen vivos.
No está claro por el momento qué puede haber hecho cambiar de opinión a los militares israelíes.
En toda la Franja la situación en los hospitales es crítica, tal y como relató el doctor Khalil al Daqran, portavoz del Hospital al-Aqsa en Deir al-Balah, a Rusdi Abualouf.
“Los hospitales ya no pueden dar alimentos a los pacientes ni al personal, muchos de los cuales son físicamente incapaces de seguir trabajando debido al hambre extrema”, contó el doctor.
Desnutrición infantil
Los centros medios ya no cuentan, según Al Daqran, ni siquiera con productos básicos como leche en polvo maternizada para dar a los lactantes: “Los hospitales no pueden proporcionar ni un solo biberón de leche a los niños que pasan hambre, porque toda la fórmula infantil se ha agotado en el mercado”. Las cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef muestran niveles alarmantes de desnutrición infantil.
Sólo en mayo, más de 5.000 niños menores de cinco años recibieron tratamiento por desnutrición aguda en Gaza, entre ellos más de 600 con desnutrición aguda grave, una enfermedad potencialmente mortal.
Israel impuso un férreo bloqueo de la Franja el pasado mes de marzo al romper el alto el fuego acordado con Hamás en enero.
Tras 11 semanas sin que entrara ni un solo camión de ayuda humanitaria en Gaza, Israel empezó a canalizar la ayuda en mayo a través de una entidad privada de Estados Unidos conocida como “Fundación Humanitaria de Gaza”, ampliamente criticada por la ONU y otros grupos de ayuda, que lo consideran “una abominación” y una “trampa mortal”.
Desde que esa entidad se encarga del reparto, casi 1.000 personas han muerto por disparos del ejército israelí cuando intentaban conseguir ayuda para sus familias.
Este domingo, una gran multitud de personas que esperaban la llegada de los camiones de ayuda alimentaria de la ONU en el norte de Gaza consiguió detener uno de esos camiones y llevarse sacos de harina.
Según testigos, levantaron las manos cuando los soldados israelíes empezaron a dispararles, pero el tiroteo continuó, señala la corresponsal de la BBC en Jerusalén, Yolande Knell.
Según el Programa Mundial de Alimentos había francotiradores y se produjeron disparos de tanques.
Al menos 67 personas murieron.
El ejército israelí refuta estas versiones y afirma que sus fuerzas sintieron una amenaza inmediata y efectuaron disparos de advertencia. Ha compartido algunas imágenes que muestran a sus soldados de pie mientras una gran multitud de palestinos parecía rodear un camión de ayuda que había sido despojado de sus suministros.

Este lunes podían verse columnas de humo ascender desde Deir el Balah tras el inicio de las operaciones israelíes.
Según la organización benéfica británica Ayuda Médica para los Palestinos, la situación en la ciudad es “sumamente grave”, tal y como describió su responsable de comunicación, quien señaló que se estaban produciendo bombardeos cerca de su oficina.
Los vehículos militares “están a sólo 400 metros de nuestros colegas y sus familias, que han pasado una noche angustiosa tras trasladarse allí”, contó.
La población está evacuando la ciudad, explicó Mai Elawawda, quien asegura que la mayor parte de la gente no sabe adónde ir.
“Una compañera nos contó que la zona está llena de bombardeos y ataques de helicópteros, y que cada vez hay más miedo tanto a quedarse como a intentar marcharse”, afirmó Elawawda.
*Con información de Rusdi Abualouf, Yolande Knell y Omar Hassan.