Desde que Donald Trump tomó posesión por segunda vez como presidente de EE. UU.,el 20 de enero de 2025, han cambiado tantas cosas en la política estadounidense que 100 días parecen un tiempo demasiado corto para el giro de 180 grados que ha dado el país. Ya sea un cambio de rumbo en política exterior o la aplicación de aranceles a productos de todo el mundo, apenas pasa un día sin que lleguen noticias de última hora de la Casa Blanca.
“No importa de qué lado estés, la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que han pasado muchas cosas”, dice Patrick Malone, profesor de administración pública y política en la American University, en una entrevista con DW. El presidente “definitivamente ha disparado todas las ‘municiones’ desde el principio”.
Detrás de esto hay una estrategia. El flujo constante de nuevos informes sobre medidas extremas, muchas de ellas dirigidas contra la sustancia democrática de EE.UU., tiene como objetivo paralizar a los oponentes políticos, “escandalizarlos”, por así decirlo. Y los ciudadanos estadounidenses que no están de acuerdo con el nuevo rumbo no saben contra qué protestar primero: ¿El desprecio absoluto de Trump por el cambio climático y sus planes de aumentar las perforaciones en busca de petróleo? ¿El socavamiento de la separación de poderes cuando el Gobierno deporta a migrantes en contra de órdenes claras de jueces federales? ¿La restricción de la libertad de prensa y de expresión cuando se prohíbe el acceso a la Casa Blanca a medios de comunicación no deseados y se corta la financiación a investigadores no deseados, incluso a universidades enteras?
La segunda administración Trump está dividiendo al país como nunca antes. ¿Cuánto de lo que prometió a sus partidarios antes de las elecciones de noviembre de 2024 ha realizado el presidente estadounidense al inicio de su segundo mandato?
No habrá paz en Ucrania en 24 horas
Trump declaró en mayo de 2023, durante un acto en New Hampshire, que si era elegido acabaría con la guerra en Ucrania en un abrir y cerrar de ojos. “Están muriendo, rusos y ucranianos. Quiero que dejen de morir”, dijo entonces Trump. “Y lo conseguiré, lo tendré hecho en 24 horas”.
La guerra sigue en marcha. Trump ha tenido que darse cuenta ahora de que ni siquiera él puede poner fin al conflicto en un día. EE.UU. está trabajando en una solución sin mucha coordinación con sus aliados -y está más cerca del bando ruso que del ucraniano-. Trump ya hizo concesiones de gran alcance al agresor ruso en su primera llamada telefónica con el líder del Kremlin, Vladimir Putin.
Por otra parte, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, recibió una reprimenda de Trump y su vicepresidente J.D. Vance en la Casa Blanca por ser supuestamente desagradecido. La ayuda militar a Ucrania quedó en suspenso. Y, hace poco, Trump criticó a Kiev por aferrarse a la devolución de Crimea a Ucrania en lugar de ceder la península al enemigo en nombre de la paz. La población ucraniana, devastada por la guerra, reacciona conmocionada ante el giro de 180 grados del país que era su principal defensor.
Trump y la política migratoria
La política de inmigración fue uno de los temas favoritos de Trump durante la campaña electoral. En un acto celebrado en Nueva York en octubre de 2024, prometió iniciar el mayor programa de deportaciones de la historia de Estados Unidos si ganaba las elecciones.
Trump definitivamente ha dificultado la inmigración, dice Malone: “Algunos lo llamarían un éxito, otros lo llamarían inconsistente con los valores estadounidenses.”
Los aranceles de Trump: ¿promesa cumplida, motivo de preocupación?
Tras su elección, Trump anunció que pondría fin a la política de “fronteras ridículamente abiertas” y al déficit comercial de Estados Unidos. Quería introducir aranceles por el importe que el socio respectivo aplicaba a los productos estadounidenses. Lo hizo en abril. En muchos casos, los aranceles estadounidenses impuestos fueron incluso superiores.
Sin embargo, esto encarece algunos productos para los consumidores estadounidenses y pone en peligro las relaciones comerciales que se han desarrollado. Según una encuesta del Pew Opinion Research Institute, los estadounidenses ven ahora la situación económica y el futuro de su país de forma más crítica que en febrero, poco después de que Trump asumiera el cargo.
“Los primeros 100 días fueron un torbellino, pero no todo fue progreso”, dice el profesor de política. La Administración Trump introdujo muchas cosas y luego las volvió a retirar. Esto fue evidente con los aranceles, pero también con los despidos en muchos ministerios. Al principio se despidió a miles de personas. Cuando un poco más tarde se vio que algunos de esos empleados eran imprescindibles, se les volvió a contratar.
“Es muy difícil gestionar un gobierno de esta manera”, dice Malone. “Todos los gobiernos necesitan coherencia, previsibilidad y estabilidad. Y ahora mismo no tenemos eso”.