Así influye Trump en la estrategia opositora de América Latina

La presencia de Donald Trump en el escenario internacional y su actitud injerentista, ya sea a través de sus políticas tarifarias o de su alianza con fuerzas políticas de derechas, ha cambiado de manera profunda el clima político en América Latina.

Muchos opositores se sienten tentados a declarar su cercanía con el presidente estadounidense, con la esperanza de obtener ventajas electorales y apoyos que les ayuden a ganarle la partida a los gobiernos en funciones.

Sin embargo, esta postura ha demostrado ser un arma de doble filo en el ámbito electoral. Al partido conservador de Canadá le salió el tiro por la culata al copiar la campaña electoral de Trump en EE. UU., y perdió la ventaja que llevaba en el proceso electoral celebrado en abril de 2025. Jugar al frente externo para ganar en el interno no es necesariamente una estrategia ganadora. Esto también podría aplicarse a los casos latinoamericanos.

El efecto Trump en Canadá

El discurso anexionista empleado por Donald Trump repetidamente contra el vecino país de Canadá podía parecer una simple provocación al principio, pero con el tiempo ha generado efectos políticos visibles: ha resucitado a los progresistas y ha hundido a los conservadores.

Desde que Donald Trump es presidente, los liberales de Justin Trudeau y Mark Carney han pasado de ser perdedores a ganadores. Carney ha jugado el papel de gestor eficaz de crisis y de líder nacionalista que lograba unir al país.

Él ha sabido remontar la distancia en las encuestas de su partido, posicionándose como líder de la resistencia nacional frente a la política agresiva del presidente Trump. Una y otra vez, ha remarcado que Canadá defendería su soberanía, llegando incluso a boicotear los productos “made in USA”.

Frente a los conservadores, que copiaron la campaña de Trump con el lema “Canadá primero”, Carney logró cultivar un liderazgo montado sobre el patriotismo con tintes claros de un nacionalismo canadiense desconocido hasta hace poco.

Estrategias opositoras en Sudamérica

Variante 1: la oposición causa daños al país por intereses de un gobierno extranjero

Al anunciar aranceles del 50 por ciento a productos brasileños, el presidente estadounidense, Donald Trump, esgrimió argumentos políticos y denunció una supuesta “caza de brujas” contra Jair Bolsonaro en la justicia brasileña.

Al no reconocer la independencia del poder judicial brasileño, Trump exige que el proceso contra el expresidente termine “inmediatamente” y acusa al Gobierno de Lula da Silva de censurar a los opositores políticos.

Por su parte, el presidente brasileño ha calificado la actitud de su homólogo estadounidense de “chantaje inaceptable en forma de amenazas a las instituciones brasileñas y con informaciones falsas sobre el comercio entre Brasil y Estados Unidos”.

Esta crítica está dirigida al diputado federal con licencia Eduardo Bolsonaro, hijo del expresidente Jair Bolsonaro, quien actualmente reside en EE. UU. y ha estado presionando a políticos estadounidenses para que tomen represalias contra el poder judicial brasileño.

Variante 2: invocar el apoyo de un gobierno extranjero contra el gobierno nacional

En el caso de Colombia, se pueden encontrar otras variantes, también marcadas por un contexto preelectoral en un país altamente polarizado políticamente.

La candidata independiente Vicky Dávila, de corte conservador, que actualmente lidera las encuestas, acaba de lanzar un llamamiento a Washington a través de su cuenta de X: “Presidente Trump, no deje solos a los colombianos en medio de las tormentas provocadas por las falsas, temerarias, dañinas e infundadas acusaciones de Petro contra el Congreso de EE. UU. y su Gobierno”.

En su mensaje, también acusa al Gobierno del presidente Petro de querer eternizarse en el poder y pide apoyo para los ciudadanos, los empresarios y las empresas de su país contra el actual Gobierno. No es de extrañar que haya tenido que enfrentarse a acusaciones de traidora y vendepatrias, que conectan con las reiteradas denuncias del propio presidente de posibles golpes en marcha contra su gobierno.

Variante 3: separar al pueblo bueno del gobierno malo en el frente externo

Anteriormente, la exvicepresidenta colombiana Marta Lucía Ramírez había enviado una carta al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, en la que señalaba “que la posición desafiante, agresiva y desobligante del Gobierno del presidente Gustavo Petro hacia Estados Unidos, su cooperación y el pueblo norteamericano no representa el sentir de los colombianos”.

Entre los firmantes de la carta, figuraban excancilleres y empresarios, algunos de los cuales habían sido incluidos en la lista sin su autorización expresa, ya que el borrador de la carta se hizo público antes de tiempo.

Variante 4: Generación de descrédito diplomático para el Gobierno nacional

Dieciocho congresistas colombianos también actuaron en el formato de denuncia contra el Gobierno nacional, al enviar una carta al papa León XIV por la designación de Iván Velázquez como embajador ante la Santa Sede, alegando que es objeto de una solicitud de captura y extradición por parte de la Fiscalía de Guatemala por sus actuaciones durante su gestión como presidente de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

Internacionalmente, la polémica fiscal Consuelo Porras es ampliamente conocida por utilizar el Ministerio Público guatemalteco más como herramienta política que como institución de justicia. Que la oposición colombiana intente utilizar sus controversiales investigaciones en el exterior para desprestigiar al gobierno nacional con fuentes nada fiables refleja otra variante del antipatriotismo colombiano.

¿Desleal = antipatriótico?

La tendencia a equiparar una oposición desleal con actitudes antipatrióticas no ayuda a comprender lo que está sucediendo en cada caso. No cabe duda de que una oposición efectiva también puede generar presión internacional contra el Gobierno de turno.

Si estas actitudes tienen carácter “anti-patriótico” es algo que se debate en los respectivos foros nacionales. Un caso diferente es cuando la oposición ya no respeta las reglas básicas del sistema de gobierno, como ocurre en Brasil, donde se niega la independencia judicial y, con ello, la división de poderes. En ese caso, se convierte en una oposición desleal, es decir, en una oposición fundamental que no protesta dentro de las instituciones políticas, sino contra ellas.

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