Algunos han sugerido que el plan del presidente estadounidense Donald Trump para la reconstrucción de Gaza —en el que Estados Unidos se haría cargo del enclave palestino costero, expulsaría a los habitantes y lo convertiría en una “Riviera del Medio Oriente”— es, simplemente, una táctica de negociación extrema.
A otros les preocupa que Trump esté hablando en serio. Los políticos y líderes militares israelíes ya han hablado de una agencia para la “migración voluntaria” de palestinos fuera de Gaza.
Según las Naciones Unidas, alrededor de dos tercios de los edificios de Gaza han sido destruidos, y el Ministerio de Salud del territorio dice que más de 48.000 palestinos han muerto por la campaña militar de Israel. Esta última fue en represalia por un ataque del grupo militante Hamás, con base en Gaza, que causó alrededor de 1.200 muertos.
Con un frágil alto el fuego ahora en vigor en Gaza, se está debatiendo la reconstrucción del enclave.
Las naciones árabes se han opuesto vehementemente al plan de Trump para Gaza. Jordania y Egipto, en concreto, están preocupados. El presidente estadounidense ha sugerido que dichos países podrían acoger a los cerca de dos millones de palestinos desplazados de Gaza, una medida que supondría una crisis política y económica existencial para ambos países.
Debatirán del futuro
Egipto, país crucial para negociar el alto el fuego en Gaza, lidera una iniciativa para encontrar una alternativa. Está prevista una reunión en Riad, Arabia Saudita, para fines de esta semana. Arabia Saudita, Egipto, Jordania, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) debatirán varias ideas ya expuestas con anterioridad. Además, habrá una cumbre extraordinaria de la Liga Árabe el 4 de marzo en El Cairo para realizar un borrador de un plan para Gaza.
El secretario de Estados de EE. UU., Marco Rubio, dice que su país está abierto a ello: “Si los países árabes tienen un plan mejor, entonces genial”, dijo Rubio durante una entrevista radial la semana pasada.
Es probable que Arabia Saudita desempeñe un papel integral en la propuesta alternativa, ya que los saudíes están más cercanos a la administración Trump y además tienen importantes vínculos financieros con las empresas de la familia Trump. También ha habido informes de que el plan árabe se llamará “el planTrump”, con el fin de garantizar la aceptación del presidente estadounidense.
¿Qué incluye?
Probablemente, tendrá tres fases y tardará hasta cinco años en completarse. La primera parte implicaría la ayuda inmediata a los palestinos desplazados. Se establecerían varias “zonas seguras” dentro de Gaza, equipadas con viviendas móviles, otros refugios temporales y con fácil acceso a la ayuda y a los servicios esenciales.
Al parecer, 40 empresas, muchas de ellas con sede en Egipto, pero algunas internacionales, participarían en la reconstrucción, mientras que los propios palestinos proporcionarían la mano de obra.
Se seleccionará un comité tecnocrático palestino para gestionar el enclave. No está claro quiénes formarían parte del comité exactamente, pero podrían incluirse representantes de la Autoridad Palestina, o AP, que gestiona la Cisjordania ocupada, así como líderes de grupos tribales locales o alcaldes comunitarios.
Es muy poco probable que el comité incluya a representantes de Hamás, que ha estado a cargo de Gaza durante las últimas dos décadas. Hamás, considerada como organización terrorista por EE.UU., la UE y otros países, ha dicho que está dispuesta a ceder el poder, pero, aparentemente, también quiere ayudar a elegir a los miembros del comité.
¿Y qué sucederá con la seguridad?
También hay argumentos en contra de que Hamás y la Autoridad Palestina, a la que se suele criticar por corrupción y mala gestión, participen en la nueva administración de Gaza. Por lo tanto, los administradores podrían ser sólo tecnocrátas y 10 o 15 miembros del comité no tendrían ninguna afiliación política.
La seguridad en Gaza podría estar a cargo de la policía de la Autoridad Palestina o posiblemente de un grupo multinacional, con el apoyo potencial de fuerzas árabes o incluso occidentales. Los Emiratos Árabes Unidos han sugerido la creación de una “misión internacional temporal” para la seguridad de Gaza.
El año pasado, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sugirió que, si bien un comité tecnocrático podría gobernar en Gaza, Israel debería seguir siendo responsable de la seguridad allí. Pero los palestinos protestan, porque esto solo equivaldría a una ocupación israelí permanente.
¿Quién pagará?
Una “Evaluación rápida provisional de daños y necesidades”, publicada por el Banco Mundial este mes, indica que serán necesarios 53.200 millones de dólares (50.900 millones de euros) para la reconstrucción de Gaza en una década, de los cuales 20.000 millones de dólares se necesitarán en los próximos tres años.
Es muy posible que las naciones árabes acaben pagando parte de esa suma, porque su voluntad de financiar la reconstrucción se considera uno de los factores para que un plan árabe sea más aceptable para la administración Trump. Pero un fondo liderado por el Golfo, con financiación de naciones ricas en petróleo como Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, también dependerá de un alto el fuego duradero en Gaza y de algún tipo de vía hacia el fin permanente de la violencia, como la solución de dos Estados. De lo contrario, los Estados del Golfo han argumentado que no tiene sentido financiar la reconstrucción si la zona será bombardeada de nuevo por Israel.
Una vez más, para asegurar que EE. UU. acepte, se especula con que el proyecto podría incluso llamarse “el Fondo Trump para la Reconstrucción”.
Egipto, aparentemente, está dispuesto a organizar una conferencia internacional de donantes, durante la cual también se pedirá a las naciones occidentales que contribuyan. Es poco probable que Israel pague la reconstrucción de Gaza.
Posibles obstáculos
La reconstrucción exige, obviamente, que el frágil alto el fuego actual se mantenga. Se supone que la segunda fase del alto el fuego, en la que podrían ser liberados los rehenes restantes secuestrados en Israel el 7 de octubre de 2023, comience a principios de marzo. Pero aún no está claro cómo abordará el Gobierno conservador israelí esa cuestión ni cómo reaccionará Hamás.
Las propuestas anteriores a corto y mediano plazo para Gaza siempre se han basado también en un resultado a largo plazo, y el hecho de que Israel rechace cualquier idea de una solución de dos Estados es un punto problemático. Las objeciones de Israel a un eventual Estado palestino se producen incluso cuando la comunidad internacional sigue insistiendo en una solución de dos Estados, y la financiación de cualquier plan de reconstrucción árabe bien puede estar condicionada a ella.