Siria celebrará sus primeras elecciones a finales de este mes, tras más de cuatro décadas de dictadura y una década de brutal guerra civil, que culminó con la caída de Bashar al Assad. Pero el proceso de elección de un nuevo Parlamento dista mucho de ser sencillo.
No todos los sirios acudirán a las urnas, ni habrá partidos políticos. En su lugar, los votos serán emitidos por varios comités, por lo que las primeras elecciones del país tras la dictadura se describen como “indirectas”.
“La realidad en Siria no permite la celebración de elecciones tradicionales, dada la presencia de millones de personas desplazadas dentro y fuera del país, la ausencia de documentos oficiales y la fragilidad de la estructura legal”, explicó el Gobierno provisional sirio en un comunicado publicado a finales de junio para justificar que las elecciones fueran indirectas. Por ello, el proceso resultante para elegir una nueva Asamblea Popular se llevará a cabo en varias etapas.
Complejo proceso
En junio de este año, el gobierno de transición de Siria nombró directamente a un Comité Supremo para las Elecciones de la Asamblea Popular, compuesto por 11 miembros, para supervisar las elecciones. A su vez, el Comité Supremo nombró lo que se conoce como subcomités electorales en los 62 distritos electorales de Siria. Los distritos se ponderan en función de la población, por lo que algunos tienen más de un escaño.
En la siguiente etapa, los diferentes subcomités de distrito nombran directamente entre 30 y 50 personas para representar cada escaño de su distrito. Estas personas forman un “colegio electoral”, es decir, un grupo de electores encargado de elegir a los parlamentarios.
A la hora de nombrar a estas personas, los subcomités deben tener en cuenta diferentes características, como las cualificaciones académicas y profesionales, la “influencia social” -personas que han sido activas y son conocidas en sus propias comunidades- y la diversidad, además de garantizar que el grupo incluya a personas desplazadas, discapacitadas y que hayan estado en prisión.
Aparte de otras cualidades como la edad y la ciudadanía, los miembros del colegio electoral no deben haber formado parte del antiguo régimen (a menos que hayan desertado durante la guerra civil), estar en servicio en las fuerzas de seguridad ni tener antecedentes penales. El veinte por ciento de los miembros del colegio electoral deben ser mujeres. Una vez elegido, se prevé que el organismo cuente con entre 6.000 y 7.000 personas en toda Siria.
Preocupación por el poder presidencial
Según SANA, la agencia oficial de noticias de Siria, las listas definitivas de candidatos se publicaron el 18 de septiembre. Una vez que los miembros del colegio electoral hayan sido examinados, algunos de ellos harán campaña para obtener un escaño en la Asamblea Popular. La campaña no es pública; está previsto que dure una semana y solo se lleva a cabo entre los miembros del colegio electoral. Finalmente, el día de las elecciones, todo el colegio electoral votará a los 121 miembros del nuevo Parlamento de entre sus propias filas.
En un principio, había 140 escaños en juego, pero la votación se ha pospuesto en varias partes de Siria: en la región de Sweida, dominada por la minoría drusa, y en partes de Raqqa y Hassakeh, controladas por la minoría kurda. Esto significa que este mes no se podrá votar por unos 19 escaños. El gobierno de transición sirio afirma que las elecciones se posponen en esas zonaspor motivos de seguridad. Pero, en realidad, se postergan porque el gobierno sirio no controla esas zonas.
Una vez finalizado el proceso electoral, se añadirán otros 70 escaños al nuevo Parlamento. Pero estos parlamentarios serán elegidos directamente por el presidente interino del país, Ahmad al-Sharaa, un antiguo líder miliciano que asumió el cargo después de que su milicia, Hayat Tahrir al-Sham, liderara la ofensiva para derrocar al dictador Bashar al Assad.
Controversias y conflictos
El proceso tiene aspectos positivos, escribió a principios de este mes Haid Haid, analista sirio y miembro senior no residente de la Iniciativa para la Reforma Árabe, con sede en París. “Sobre el papel, el proceso electoral introduce mejoras modestas pero significativas”, señaló, con “múltiples fases consultivas, mecanismos de apelación y medidas para aumentar la participación de las mujeres”. También se ha invitado a observadores internacionales a supervisar el proceso.
Además, el Comité Supremo es más diverso que otras iniciativas y no está dominado por miembros de Hayat Tharir al-Sham, afirma Haid. Sin embargo, el proceso también se ve “ensombrecido por ambigüedades estructurales y cuestiones sin resolver que lo hacen vulnerable a la manipulación”, lo que puede dar lugar a una falta de confianza por parte de la comunidad, argumenta.
Los informes de los medios de comunicación desde el interior de Siria indican que muchos sirios reconocen que en este momento no hay forma de celebrar elecciones directas. No obstante, otros sirios se han mostrado mucho más críticos y afirman que el proceso, altamente controlado, es una “farsa” superficial, una forma de legitimar al gobierno de transición sin buscar realmente un consenso genuino o la democracia.
Algunos de los críticos más vehementes de estas elecciones han sido miembros de las minorías sirias, pero también grupos de la sociedad civil que argumentan que varios aspectos de las elecciones simplemente otorgan al presidente al-Sharaa demasiado control tanto sobre el proceso electoral como sobre la Asamblea Popular resultante.
Por ejemplo, según la Constitución provisional de Siria, los decretos presidenciales solo pueden ser revocados por una mayoría de dos tercios en la Asamblea Popular. Por eso serán tan importantes los 70 cargos elegidos directamente por Ahmed al-Sharaa: si solo representan sus intereses, será muy difícil conseguir una mayoría de dos tercios en el Parlamento que actúe en su contra.