El despliegue de ocho buques de guerra, un crucero lanzamisiles y un submarino nuclear (llamado así por su sistema de propulsión) forma parte de una “operación antinarcóticos reforzada” que ha impulsado Estados Unidos.
Operaciones de este tipo tienen precedentes, pero la turbulenta e impredecible administración de Trump, unida al autoritarismo de un Gobierno que algunos vinculan al narcotráfico y no reconocido por Estados Unidos, han elevado la tensión en América Latina a niveles inéditos.
Deutsche Welle entrevistó a tres reconocidos expertos venezolanos sobre posibles escenarios y sobre cómo se reciben estas amenazas en la cotidianeidad del país. Por razones de seguridad, los nombres de los consultados se mantienen en el anonimato.
Del Cártel de los Soles al narcoestado
Al designar al Cártel de los Soles como organización terrorista, Estados Unidos incluye al alto mando militar de Venezuela en una lista global de bandas criminales, aunque su origen es de vieja data. Desde los años 90, el término se utilizaba para describir casos aislados de militares involucrados en el tráfico de drogas, identificados por las insignias de soles en sus uniformes.
Según Insight Crime, lo que comenzó como pequeños grupos militares, se convirtió en una compleja red de actores del Gobierno que fueron tejiendo vínculos con el narcotráfico regional hasta transformar Venezuela en un Estado híbrido o mafioso. Los expertos consultados prefieren no calificar a Venezuela de narcoestado, sino como “un Estado que instrumentaliza redes de flujo de capital y mercancías ilícitas”. Sin embargo, existe consenso en que “las estructuras estatales y redes criminales se fusionan para sostener al régimen”.
La operación estadounidense contra el narcotráfico cuenta con un robusto marco legal. “Leyes como la MDLEA, la Kingpin Act y la RICO, permiten a EE.UU. intervenir en operaciones marítimas y sancionar activos vinculados al narcotráfico”, señala a DW uno de los expertos entrevistados. Con la lupa estadounidense sobre el Caribe, “estas redes venezolanas tendrán ahora una gran dificultad para actuar en mecanismos policiales y de seguridad, ya que los tratados internacionales de lucha antinarcóticos comprometen directamente, no solo a países de la subregión caribeña y a todos los estados del CARICOM, sino también a Francia, el Reino Unido y los Países Bajos”, asegura uno de ellos.
La operación estadounidense, que “profundiza la presión internacional sobre Maduro y proyecta al Estado venezolano como un actor criminal en el sistema global”, impulsa también la crisis económica dentro de Venezuela. Los expertos entrevistados explican que la ofensiva de Estados Unidos “también impone sobre el Estado venezolano una serie de acciones distintas a las sanciones económicas tradicionales y que pueden afectar elementos que servían de desvío de flujos formales de capital para aliviar la situación interna”. “Frente a estas medidas, la administración de Maduro se sitúa en el cruce entre ilegalidad, política y jurisdicción internacional, mostrando la vulnerabilidad de las estructuras que sostienen el poder interno en Venezuela”.
¿Cómo responde el chavismo?
Los analistas consultados coinciden en que una invasión estadounidense a Venezuela es poco probable. La presión de Estados Unidos está enfocada en desestabilizar las bases del chavismo, que ya ha perdido parte de su momentum político. Consignas como “Dudar ya es traición”, dirigidas desde el Partido Socialista Unido de Venezuela hacia los militares, evidencian que el chavismo ha adoptado una estrategia de cierre de filas y unidad frente a la amenaza.
Pequeñas purgas internas han resonado: un diputado arrestado por drogas y una jueza cuestionada a la que se le pidió la renuncia. Pero, como recuerda uno de los expertos, “ninguna investigación interna sobre las actividades ilícitas en las cuales están involucradas personas del Estado venezolano es segura ni libre de realizarse en el territorio, y además existe una legislación muy onerosa contra cualquier cuestionamiento al Gobierno sobre estos temas”.
El despliegue de milicias,grupos de civiles entrenados por militares, y el fomento del alistamiento civil, cumplen varias funciones: refuerzan la narrativa de “resistencia frente al imperialismo”, incrementan el control social en las comunidades y sirven como disuasión frente a posibles fracturas internas. Sin embargo, aclaran los expertos, “la invitación del Gobierno a un proceso de alistamiento militar no fue atendida con manifestaciones importantes que expandieran el apoyo popular al Gobierno”.
La respuesta directa de las élites políticas ha sido aumentar la represión, concuerdan los entrevistados. Mientras se libera a presos políticos para aparentar treguas, encarcelan a otros opositores, manteniendo así la llamada puerta giratoria de las prisiones, donde actualmente hay más de 800 presos de conciencia. Como explica un experto, “el temor a la delación y a la fragmentación, está llevando a las élites a cerrar aún más filas, aumentando la vigilancia, la persecución de disidencias y la propaganda de resistencia frente a lo que presentan como un ataque externo”.
La calle, entre el cinismo y el miedo
El torbellino político que sacude a los venezolanos desde hace años se profundizó a raíz de las elecciones presidenciales de julio de 2024. Un proceso tan cuestionado, que produjo una ola de represión como nunca antes vista en Venezuela y un récord de mas de 2000 presos políticos. El resultado es una población que cuestiona cualquier proceso. Según el experto “muchos ciudadanos desarrollan un cinismo práctico: saben que deben adaptarse a la realidad diaria mientras observan los movimientos del poder”.
Todos los analistas concuerdan que hay temor en la sociedad, sin embargo, hay quienes aún tienen la esperanza de un cambio. Dice otro experto que, aunque “la gente sueña con una salida, también sabe que cada sanción trae más control, más alcabalas, más hambre, y eso también es parte de la estrategia de las cúpulas gobernantes para mantener el poder”.
Escenarios inconclusos
La incertidumbre ha sido una herramienta útil para que la administración de Maduro se mantenga en el poder, condicionando la tensión entre posibles fracturas internas. Uno de los politólogos advierte que “el desenlace dependerá de hasta qué punto actores clave perciban más beneficios en romper con el régimen que en permanecer dentro de él”.
Otro experto agrega: “Maduro no se va a rendir. Al contrario, va a usar la narrativa de resistencia contra el imperialismo para cerrar filas, consolidar a su base y justificar aún más la represión”. El futuro del poder en Venezuela se juega en el tablero del Mar Caribe, con la carta del narcotráfico en manos de Estados Unidos, una carta que, aunque no ha dado resultados decisivos en el pasado, podría alterar el precario equilibrio que sostiene a Nicolás Maduro sobre un castillo de naipes.