A casi un mes del trágico accidente del vuelo 171 de Air India, el informe preliminar publicado por las autoridades aeronáuticas indias ha generado más interrogantes que respuestas. Aunque el documento ofrece un recuento inicial de los hechos, su contenido ha provocado cuestionamientos tanto en medios especializados como dentro de la propia industria de la aviación.
El Boeing 787 Dreamliner despegó el mes pasado de Ahmedabad, en el oeste de India, con destino a Londres. Menos de un minuto después, se estrelló contra un edificio en zona urbana. Murieron 241 personas a bordo y otras 19 en tierra. Solo una persona sobrevivió. La tragedia, una de las más graves en la historia aérea reciente del país, ha quedado marcada por el misterio en torno a sus causas.
Los interruptores de la polémica
Según el informe de la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos de India (AAIB), dos interruptores de corte de combustible —que normalmente permanecen bloqueados durante el vuelo— pasaron a la posición de apagado segundos después del despegue, lo que provocó una pérdida inmediata de empuje en ambos motores. Aunque los pilotos lograron reiniciarlos parcialmente, fue demasiado tarde.
El reporte no identifica a los pilotos involucrados ni ofrece una transcripción clara de lo que ocurrió en la cabina. Apenas se menciona que uno de ellos preguntó “¿por qué lo desconectaste?”, a lo que el otro respondió que no lo hizo. Sin embargo, esa línea —sin más contexto ni identificación— ha servido de base para teorías que apuntan a un posible error o incluso acción deliberada.
Críticas al informe: ¿selección intencional de datos?
Desde pilotos y expertos hasta ingenieros aeronáuticos han expresado fuertes críticas al informe, especialmente por lo que no contiene. No hay transcripción de la grabadora de voz de cabina, ni detalles técnicos sobre lo ocurrido entre la desconexión de los interruptores y el intento de reinicio del motor.
Bjorn Fehrm, analista de la firma Leeham Company, fue tajante: “Es inadmisible omitir esa parte de la información. Da la impresión de que se oculta algo”.
Una fuente de ingeniería consultada por la BBC también señaló que el informe “omite datos clave sobre el comportamiento de los motores justo antes del corte de combustible”. A esto se suma que el informe no aclara si los interruptores podrían haber fallado por un defecto técnico, un problema que la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA) había advertido en 2018 en un boletín de seguridad sobre posibles fallas en los bloqueos de dichos mecanismos.
¿Negligencia de Air India?
El informe menciona que Air India no realizó las inspecciones sugeridas en aquel boletín de la FAA. Aunque el documento no afirma que esto tuviera relación directa con el accidente, la mención ha sido suficiente para desatar especulaciones sobre una posible negligencia técnica por parte de la aerolínea.
Sin embargo, la propia FAA ha reiterado que el problema detectado en 2018 no constituía una condición “insegura” que justificara una acción obligatoria. Aun así, la Dirección General de Aviación Civil de India ha ordenado ahora a todos los operadores revisar los interruptores antes del 21 de julio.
¿Fue un acto intencional? Los riesgos de especular sin pruebas
Una de las reacciones más enérgicas vino de la Asociación de Pilotos Comerciales de India, que calificó de “irresponsables y dañinas” las especulaciones que sugieren que uno de los pilotos pudo haber actuado con intención. «Atribuir un accidente a un acto de suicidio sin evidencia concreta no solo viola la ética profesional, sino que también revictimiza a las familias», dijeron en un comunicado.
Air India también llamó a la cautela. Su director ejecutivo, Campbell Wilson, pidió evitar “conclusiones prematuras” y recordó que este tipo de investigaciones requieren tiempo y rigurosidad.
Un informe que parece escrito entre líneas
Para Tim Atkinson, consultor en aviación y exinvestigador de accidentes en el Reino Unido, el informe preliminar no es claro. “Los peores informes son los que están escritos para que uno tenga que leer entre líneas. Este parece uno de esos”, dijo. La falta de claridad puede ser intencional, sugiere Atkinson, como una forma de insinuar explicaciones sin afirmarlas directamente.
La confusión crece al recordar que los informes preliminares no tienen obligación de ser públicos, ni pretenden ofrecer una narrativa completa del accidente. Su función es recopilar hechos conocidos en los primeros 30 días, dejando la interpretación y las conclusiones al informe final, que según los estándares internacionales debería presentarse en un plazo de un año, aunque en la práctica muchas veces tarda más.
Un sistema bajo presión
Este caso ha encendido las alarmas sobre los mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en las investigaciones aeronáuticas, especialmente en contextos donde hay participación de múltiples actores internacionales, como Boeing, GE Aerospace y autoridades indias.
Además, la presión pública por conocer la verdad choca con los tiempos prolongados de las investigaciones técnicas. En un entorno tan sensible como el de la seguridad aérea, la desinformación puede propagarse rápido, y las narrativas basadas en conjeturas —aunque comprensibles por la necesidad de respuestas— corren el riesgo de contaminar el proceso.
Por ahora, lo que queda claro es que el informe, lejos de cerrar el caso, lo ha dejado más abierto que nunca. Las familias de las víctimas, los pasajeros y toda la comunidad internacional esperan una explicación definitiva que, esta vez, no deje espacio para leer entre líneas.
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