Adolescencia, de Netflix, muestra las consecuencias de la radicalización de jóvenes en internet por parte de figuras misóginas como Andrew Tate. El reciente estreno de la plataforma de streaming está poniendo de relieve lo que muchos sospechaban desde hace tiempo: pasar demasiado tiempo en línea tiene un efecto perjudicial en las mentes de los adolescentes.
La serie está teniendo incluso un impacto en políticas gubernamentales. El primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, dijo que había visto Adolescencia, lo que habría impulsado a su gobierno a estudiar cómo abordar el “problema emergente y creciente” que supone la radicalización de los jóvenes en internet.
Cada generación de padres teme que los adolescentes se vean corrompidos por cosas fuera de su control: figuras como Sócrates en la antigüedad, los Rolling Stones en los 60, pero en el caso de los teléfonos inteligentes, el pánico moral sobre su uso está justificado con pruebas.
El poder corruptor de internet
Recientes investigaciones demuestran que el uso excesivo de las pantallas es, cuanto menos, parcialmente responsable del aumento de los problemas de salud física y mental entre adolescentes.
Algunos estudios relacionan el exceso de tiempo frente a las pantallas con una menor capacidad de atención y trastornos del sueño en adultos y adolescentes.
Los datos varían de un país a otro, pero más de la mitad de los adolescentes estadounidenses pasan una media de siete horas al día frente a una pantalla. Los de Europa y Latinoamérica están igualmente pegados a sus teléfonos.
“Vemos cada vez más pacientes jóvenes con problemas de ansiedad y autoestima relacionados con un uso excesivo de la tecnología. Muchos padres no se dan cuenta de hasta qué punto la salud mental de sus hijos está condicionada por el mundo online”, explica Stephen Buchwald, terapeuta de salud mental del centro Manhattan Mental Health, en Nueva York, Estados Unidos.
Los problemas de salud mental entre los adolescentes aumentaron 35% entre 2016 y 2023. En la actualidad, más de 20% de los adolescentes estadounidenses padecen algún tipo de trastorno, como ansiedad, depresión o problemas de conducta.
Hay quien sostiene que no se trata de cuánto tiempo pasan los adolescentes en internet, sino de qué contenidos consumen.
Los adolescentes están cada vez más expuestos a teorías conspirativas y desinformación, así como a la masculinidad tóxica de influencers como Andrew Tate e ideologías extremas. Estos fenómenos moldean las ideas de muchos hombres jóvenes y están contribuyendo a aumentar los índices de violencia de género.
Las aplicaciones para teléfonos inteligentes y las redes sociales usan el instinto de socialización y lo gamifican (aplicándole características propias de un juego) hasta niveles adictivos. Las adicciones a la pornografía, los videojuegos y las redes sociales están aumentando entre los adolescentes.
Y la naturaleza algorítmica de internet hace que, una vez que un niño interacciona con cierto contenido, se vea expuesto repetidamente a sugerencias similares. Esto puede, en algunos casos, llevar al llamado “efecto red pill” (término basado en la píldora roja de la película Matrix), por el que los adolescentes absorben sin darse cuenta narrativas dañinas y antifeministas que apoyan la supremacía masculina.
“Muchos niños no buscan contenidos peligrosos, pero se ven arrastrados a ellos a través de algoritmos. Un simple video sobre fitness puede llevar a la cultura de las dietas extremas y un clip sobre superación personal puede derivar en una retórica de masculinidad tóxica. Los padres deben ser conscientes de lo que ven sus hijos”, afirma Buchwald.
Salud física más allá de los celulares
El uso de teléfonos inteligentes no es la única razón por la que aumentan los problemas físicos y mentales.
Un estudio descubrió que casi la mitad de los adolescentes australianos padecen alguna enfermedad crónica o afección del desarrollo, como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) o autismo.
“Sabemos que las afecciones atópicas como el asma, el eccema, las alergias alimentarias y la rinitis alérgica tienen una prevalencia especialmente alta en países occidentalizados”, afirmó la autora principal del estudio, Bridie Osman, experta en nutrición de la Universidad de Sídney, Australia.
Descubrió que el tiempo frente a la pantalla se asociaba significativamente con padecer al menos una afección, pero que los comportamientos del “mundo real” tenían más impacto en la salud de los adolescentes.
“Los que consumían más alimentos ultraprocesados, alcohol y tabaco tenían peor salud mental. (Esto estaba) asociado a cada una de las 10 enfermedades y afecciones que medimos”, afirma Osman.
Está claro que los estilos de vida sedentarios, a menudo acompañados de un elevado tiempo frente a la pantalla y de las llamadas “dietas occidentales” son perjudiciales para la salud.
¿Qué se puede hacer para mejorar la salud de los adolescentes?
Algunos países están aplicando leyes para frenar el uso de los teléfonos inteligentes.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, firmó en enero un proyecto de ley que limita el acceso a ellos en las escuelas, tras medidas similares de los gobiernos de China, Francia e Italia.
Australia también prohibió el uso de las redes sociales a los menores de 16 años, y algunos ciudadanos de otros países, como Alemania, desearían una legislación similar.
Pero los expertos advierten que solo eso no llegará a la raíz del problema. Los adultos deben ayudar a los adolescentes a defenderse de los peligros del mundo en línea.
Osman afirma que es fundamental que los adultos consulten e incluyan a los adolescentes a la hora de abordar estas cuestiones, en lugar de decidir qué es lo mejor para ellos. Para eso, una buena relación y comunicación entre padres e hijos es clave.
Buchwald indica formas prácticas de que los padres trabajen con los adolescentes para crear un equilibrio saludable en el uso de los teléfonos inteligentes:
- Establecer límites claros sobre cuándo se pueden usar las pantallas.
- Fomentar pasatiempos alternativos que no impliquen el uso de pantallas, como la lectura, los deportes y manualidades.
- En lugar de prohibir ciertas aplicaciones, discutir abiertamente sobre los contenidos que consumen sus hijos adolescentes.
- Utilizar herramientas de control parental que limiten el tiempo frente a la pantalla y creen filtros de contenidos, y acompañarlas de formación sobre alfabetización digital.
Los adultos también deben saber que sus propios hábitos frente a la pantalla son un ejemplo para sus hijos.
“El objetivo no es eliminar por completo las pantallas, sino crear una relación más sana con la tecnología. Los padres que entablan conversaciones, establecen límites y educan a sus hijos en alfabetización mediática les ayudarán a navegar por el mundo digital de forma segura”, explica Buchwald.
Además de regular el tiempo frente a la pantalla, los expertos en salud piden programas educativos sobre la importancia del ejercicio y de comer más sano. Los estudios demuestran, por ejemplo, que comer mejor puede reducir dolencias crónicas.
Fuentes:
Salud mental y de comportamiento en adolescentes, 2023
Prevalencia de enfermedades no transmisibles y condiciones del desarrollo en 5014 adolescentes australianos, y sus correlaciones con la dieta, otros comportamientos del estilo de vida y la salud mental.