La lucha por evitar la explotación de bauxita en Pérez Zeledón, que la Asamblea Legislativa había aprobado, en 1970, a la empresa Aluminum Company of America (Alcoa), marca, para muchos, el despertar de la protesta del movimiento estudiantil en Costa Rica.
Desde entonces, el protagonismo de este sector por reivindicar derechos ha sido notorio en varios casos, pero también se le ha invisibilizado o combatido en otros. Hay coincidencia, sin embargo, entre quienes alguna vez ejercieron puestos de liderazgo, que es gracias a este activismo que despuntaron algunas conquistas, de que las que hoy se ufana la democracia costarricense.
Fue el movimiento estudiantil de las universidades públicas, según recordó el historiador Carlos Hernández Rodríguez, entonces dirigente de la Universidad Nacional (UNA), el que organizó y lideró, en los años 80, la mayor manifestación por la paz que hubo en el país, en momentos en que Centroamérica se desangraba en guerras internas. Tal iniciativa tuvo una gran repercusión en la juventud universitaria de entonces.
También fueron los estudiantes quienes empujaron con fuerza principios democráticos como el acceso a la educación superior para toda la población. En las universidades públicas se libraron (y se ganaron) batallas para ampliar la cobertura de carreras en todo el país y para ajustar el costo de los créditos. La lucha fue en favor de sectores de la población que, de otra forma, no hubieran tenido acceso a la educación superior, según recordó Jaime Gamboa Goldemberg, expresidente de la Federación de Estudiantes de la UNA en los periodos 1986-87 y 1987-88, en el podcast Cuentas y cuentos.
Algo importante de la organización estudiantil de entonces, recuerda Gamboa, fue “que logramos tener victorias”, aunque en algunos casos no quedaron registradas. Y si bien reconoce que en su época no entraban tópicos como las luchas por el cambio climático, ni la perspectiva de género, ni los derechos de la población LGTBI, estos son temas recientes que la lucha estudiantil ha incorporado, con éxito, en sus demandas.
Otra ventaja que el entonces presidente de la FEUNA ve en la actual dirigencia es su formación académica, que le permite debatir, con argumentos sólidos, temas de actualidad, gracias al continuo debate alimentado en las redes sociales y medios digitales. “De manera que el movimiento no es solo testimonial, si no que ha permitido lograr cambios”, sentenció.
La herencia de las luchas estudiantiles históricas va mucho más allá de la lejana referencia a las Reformas Universitaria de Córdoba (1918) o la Matanza de Tlatelolco (1968), con la que se suele relacionar la protesta universitaria. En el caso costarricense, también fue emblemática la participación estudiantil en protestas como la del combo del ICE (2000) y la del TLC (2007), sin dejar de mencionar otras actividades menos mediáticas, como los manifiestos en pro de causas humanitarias o las campañas de solidaridad por eventos naturales en nuestro país u otros.
Franky González Conejo, quien ejerció, la presidencia de la Feuna entre 2006-2008, recuerda que la organización estudiantil siempre ha estado asociada con las mismas luchas históricas de las comunidades nacionales y, en algunos casos, latinoamericanas.
Más allá del FEES
Los intentos por reprimir o descalificar las manifestaciones estudiantiles no son nuevos. Durante las últimas negociaciones del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES), estudiantes de las universidades públicas se manifestaron contra las autoridades del MEP, tras la propuesta del Ejecutivo, de solo reconocer un 1% de crecimiento del presupuesto universitario. Las Universidades habían planteado una asignación del 4.06%, que el Gobierno analiza en la actualidad.
Tras las manifestaciones estudiantiles, en la Asamblea Legislativa se propusieron dos mociones de orden: una para “condenar los hechos violentos denunciados por la ministra de Educación, Ana Katharina Müller” y otra para “condenar todas las expresiones de discursos de odio y formas de violencia que se han visto en el país durante los últimos años…”. Ninguna de las dos propuestas se vio en plenario.
Pero las reivindicaciones del movimiento estudiantil actual no se limitan solo a los espacios donde se negocia el FEES. Raquel Loría Quesada, presidente de la Federación de Estudiantes (FEUNA), abogó, el pasado 24 de julio ante los diputados de la Asamblea Legislativa, reunidos en la Sede Regional Chorotega de la UNA, en Nicoya, para que “reaccionen” ante la peor crisis del sistema educativo de los últimos 40 años, y reiteró la propuesta estudiantil de impulsar un nuevo pacto por la educación. En concordancia con esta reivindicación, días después las federaciones estudiantiles de las universidades públicas presentaron un recurso de amparo contra el Ministerio de Educación por transgredir los derechos a la educación, a la igualdad y no discriminación, al desarrollo y el principio de no retroactividad.
Congruentes con el derecho de participar en las actividades políticas del país, durante las celebraciones de los 200 años de la Anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, el pasado 25 de julio, una representación de estudiantes intentó manifestarse contra el Gobierno, durante las actividades oficiales, sin embargo, fueron agredidos, según denunciaron, por un grupo de pescadores, que les impidió manifestarse. De inmediato las autoridades de la UNA condenaron el hecho.
Para el diputado Ariel Robles Barrantes, del Partido Frente Amplio, tales reacciones no son nuevas; recordó que alrededor del movimiento estudiantil siempre ha habido una tendencia autoritaria y un intento permanente por silenciarlo, cuando sus posiciones difieren de las oficiales. Pero lejos de debilitarlo, asegura que tales intentos solo lo han fortalecido; de hecho, destacó que son varias las contribuciones que, desde sus posiciones autónomas, los estudiantes han aportado en la construcción del estado costarricense.
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UNA