Los medios estatales rusos muestran a soldados encorvados y recubiertos de barro, maniobrando a la luz de linternas en el interior de un gasoducto en desuso. Se trata de una operación contra la retaguardia ucraniana en la región rusa de Kursk, convertida en pieza clave del conflicto.
Las fuerzas de Kiev lanzaron una ofensiva sorpresa en esta región fronteriza en agosto de 2024 y llegaron a reivindicar el control de 1.400 km2, pero los recientes avances rusos hacen temer una pronta retirada.
Este mismo miércoles, el ministerio ruso de Defensa reivindicó la toma de cinco pueblos en Kursk, lo que el Kremlin elogió rápidamente como la prueba de que “la dinámica es positiva”.
También se produjo un bombardeo ucraniano en una localidad cercana a los combates en el que murieron cuatro trabajadores de una fábrica de alimentos para animales, informaron las autoridades locales interinas.
En caso de producirse una retirada ucraniana, supondría la pérdida de un territorio que Kiev quería usar como “moneda de cambio” en unas eventuales negociaciones de paz con Rusia.
“El enemigo se bate en retirada en pánico y desorden (…) Es un hundimiento”, asegura en la televisión rusa un militar con el nombre de guerra “Zombie”, el comandante responsable de la operación en el gasoducto.
Según los medios rusos, el asalto secreto se saldó con un éxito brillante, aunque la prensa ucraniana asegura que las tropas de Moscú sufrieron importantes pérdidas.
El comandante “Zombie” explicó que la operación permitió a 800 soldados rusos infiltrarse tras las líneas ucranianas y llevó a la recuperación de varias localidades.
El comandante en jefe del ejército ucraniano, Oleksandr Sirski, aseguró el lunes que la situación estaba “bajo control” y ordenó el envío de refuerzos.
Pero un militar ucraniano, que supervisó las operaciones de su unidad desplegada en Kursk, admite a la AFP que los rusos “se dispersaron en la zona”, “bloqueando rutas” y “haciendo volar puentes”, lo que obstaculiza el movimiento de tropas de Kiev.
Nuevo tipo de drones
Según el blog militar DeepState, cercano al ejército ucraniano, los territorios ocupados por Kiev en la región disminuyeron en más de un tercio en menos de dos días.
A mediados de febrero, Ucrania afirmaba controlar 500 km2 en Kursk, contra 1.400 km2 al inicio de su ofensiva. Ahora, la cifra disminuyó a 300 km2, según el Ministerio de Defensa británico.
En las redes sociales aparecen videos mostrando la rendición de soldados ucranianos.
Los corresponsales militares rusos aseguran que las tropas de Moscú se encontraban a las puertas de Sudzha, una pequeña ciudad que constituye la principal posición ucraniana en Kursk.
“Actualmente se están produciendo los combates por Sudzha”, dijo el martes por la noche la cuenta rusa Rybar, cercana al ejército.
Además, observadores del conflicto señalaron en los últimos días que las únicas vías que permiten el reabastecimiento de las tropas ucranianas en Kursk están bajo fuego ruso.
Franz-Stefan Gady, analista militar, confirmó que Moscú reforzó su contingente en Kursk en las últimas semanas e intensificó sus ataques sobre la única ruta que les queda a los ucranianos para sus operaciones logísticas.
“Los rusos presionan mucho ahora. Algunas partes de la línea del frente ceden”, explica.
Un soldado ucraniano destacado durante largo tiempo en esa región declaró el lunes que “afortunadamente” su unidad había sido retirada hace cinco días y dijo que la situación allí era “muy” dura.
El militar, que dirigía las operaciones de su unidad en Kursk, confirmó que la logística y el reabastecimiento se habían convertido en grandes problemas desde hace un mes.
El motivo, asegura, es el dominio de los drones rusos de fibra óptica, un nuevo tipo de aparato que funciona con el despliegue de un hilo, lo que los hace resistentes a las interferencias electrónicas.
“La evacuación de heridos y muertos, así como el suministro de municiones, provisiones y equipo no son posibles” excepto en caso de “niebla espesa”. Esto provoca una “escasez de todo”: municiones, alimentos, agua…
“Estos últimos días era el fin (…) Empezamos a salir de allí porque si no lo hubiéramos hecho, nos habrían rodeado”, añadió.
Palanca de presión
Para Ucrania, la ofensiva en Kursk permitía llevar la guerra a Rusia, capturar prisioneros para incluirlos en posibles canjes con Moscú y forzar al enemigo a desguarnecer el frente del Donbás para reforzar el de esta región parcialmente ocupada.
Kiev esperaba también poder intercambiar estos territorios por las regiones ocupadas por Moscú, que controla actualmente alrededor del 20% de Ucrania.
Pero desde el principio, numerosos analistas se mostraban escépticos sobre esta estrategia: la presión rusa en el frente oriental no menguó y, además, Moscú contó en Kursk con el apoyo de miles de soldados norcoreanos, según alertaron Ucrania, Corea del Sur y Estados Unidos.
Ahora, Ucrania se arriesga a perder una palanca de presión contra Moscú, justo cuando Washington, bajo la presidencia de Donald Trump, inició discusiones por separado con ambos bandos para poner un fin rápido a la guerra.