El distrito de Van Nuys, en Los Ángeles, fue escenario de una tragedia que ha sacudido tanto a vecinos como a autoridades estadounidenses. Una niña de 7 años murió presuntamente a manos de su madre, Graciela Castellanos, quien ahora enfrenta cargos de asesinato.
El caso se desarrolló el pasado viernes, cuando la propia mujer, de 37 años, realizó una llamada de emergencia. Al llegar los paramédicos, encontraron a la menor sin signos vitales dentro de la bañera de su apartamento. A pesar de los intentos, ya era demasiado tarde.
Lo más estremecedor del suceso fue el testimonio de un vecino, quien asegura haber escuchado un grito que todavía resuena en su memoria: “¡Mamá, por favor no!”. La escena fue descrita por medios locales como desgarradora y sin precedentes en la zona.
El reporte del médico forense del condado de Los Ángeles confirmó que la causa de la muerte fue asfixia por compresión del cuello, seguida de ahogamiento. Castellanos, según informaron las autoridades, presentaba heridas en su cuerpo que serían autoinfligidas, lo que apunta a un intento de suicidio posterior al crimen.
Desesperanza ante una residencia negada
La pareja sentimental de la acusada reveló detalles que podrían explicar, aunque no justificar, el dramático desenlace. Según contó al medio KABC, Graciela atravesaba un episodio de profunda depresión tras conocer que posiblemente no calificaría para obtener la residencia legal en Estados Unidos.
Él describe a Castellanos como una madre cariñosa y dedicada, sin antecedentes de violencia ni maltrato hacia la menor. Incluso, relató que estaban comprometidos y tenían planes de casarse en los próximos meses. “Nunca la vi gritarle, mucho menos levantarle la mano. Era dulce, era amorosa”, comentó con evidente dolor.
La familia se enfrentaba a un escenario incierto, cargado de frustración y miedo al desarraigo. De acuerdo con el testimonio del novio, la mujer había sido diagnosticada con bipolaridad y mostraba señales de aislamiento y crisis emocionales, aunque nunca habían llegado a este extremo.
Reacciones de las autoridades y consecuencias legales
El fiscal del distrito, Nathan Hochman, no dudó en calificar el hecho como “profundamente trágico y perturbador”. Las imágenes del arresto, divulgadas por medios como KTLA, muestran a Castellanos siendo escoltada en silla de ruedas, con lesiones visibles y esposada.
Por el momento, enfrenta un cargo de asesinato y permanece detenida con una fianza de 2 millones de dólares. De ser hallada culpable, podría enfrentar una condena que va desde los 25 años hasta cadena perpetua.
Una historia marcada por el dolor y los vacíos del sistema
Este crimen ha reabierto el debate en Estados Unidos sobre el acceso a la salud mental para personas migrantes, así como la presión emocional que genera el estatus migratorio en miles de familias.
En este caso, la salud mental y la desesperanza se cruzaron de forma fatal con una situación migratoria complicada. Lo que debería haber sido una llamada de auxilio terminó convirtiéndose en un grito final, uno que hoy conmueve a todo un país y deja muchas preguntas sin responder.
