Rusia prometió el martes “responder” a los nuevos disparos de misiles estadounidenses contra su territorio, en plena espiral de tensiones entre el Kremlin y los países occidentales.
Según el Ministerio de Defensa ruso, las fuerzas ucranianas atacaron en los últimos días “instalaciones” en la región fronteriza rusa de Kursk, parcialmente ocupada por el ejército ucraniano desde agosto.
Los ataques ocurrieron el 23 de noviembre cerca del pueblo de Lotarevka, a 37 kilómetros al noroeste de la ciudad de Kursk, y el 25 de noviembre, en el aeródromo Kursk-Vostochny, según la misma fuente.
El ministerio reconoció, algo que no suele hacer, que varios misiles “alcanzaron sus objetivos” e informó de dos soldados rusos heridos y un radar dañado.
El 23 de noviembre tres de los cinco misiles estadounidenses de tipo ATACAMS fueron derribados por la defensa antiaérea rusa y el 25 de noviembre se interceptaron siete de ocho.
“El Ministerio de Defensa de la Federación Rusa está monitoreando la situación y preparando una respuesta”, dijo en un comunicado, acompañando su mensaje con fotografías que parecen mostrar restos de misiles, cuya autenticidad no se pudo confirmar de forma independiente.
El primer ataque ucraniano contra Rusia con misiles ATACAMS tuvo lugar el 19 de noviembre, y el 21 las fuerzas de Kiev dispararon misiles Storm Shadow de fabricación británica.
Estados Unidos y la Gran Bretaña dieron luz verde a usar sus misiles en territorio ruso como respuesta al despliegue de soldados norcoreanos para luchar en el lado ruso.
El Kremlin respondió disparando un misil balístico de alcance intermedio (5.500 km) el 21 de noviembre contra una planta militar en la ciudad de Dnipro, en el centro-este de Ucrania.
El misil, llamado Orechnik y hasta ahora desconocido, es un modelo hipersónico experimental, según el presidente ruso Vladimir Putin, y está diseñado para portar ojivas nucleares, lo que no fue el caso durante ese ataque.
Reunión Otan-Ucrania
La semana pasada Putin advirtió que el conflicto en Ucrania ha adquirido un “carácter global” y amenazó a los occidentales: “Estamos en nuestro derecho de usar nuestras armas contra las instalaciones militares de países que autorizan el uso de sus armas contra nuestras instalaciones”.
En este contexto, los embajadores de la OTAN y Ucrania se reúnen este martes Bruselas y los embajadores occidentales deberían reafirmar su apoyo a Kiev.
El Kremlin, a través de su portavoz Dmitri Peskov, dijo por su parte que “es poco probable que se tomen decisiones importantes” durante el encuentro.
Esta tensión llega en un momento en que los europeos y Kiev temen que el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca signifique el fin del apoyo militar estadounidense a Ucrania y un posible un acuerdo de paz en detrimento de Ucrania.
La intensificación de los ataques rusos parece ser un intento de Moscú de fortalecer su posición ante posibles negociaciones.
Rusia también ha recibido el refuerzo de miles de soldados norcoreanos que, según Washington, deberían luchar contra las fuerzas ucranianas “pronto”.
La asistencia militar de Washington es crucial para Ucrania, cuyo ejército agotado lleva meses cediendo terreno ante las tropas rusas, más numerosas y mejor armadas.
Durante mmeses, Rusia ha estado librando una campaña de ataques contra instalaciones energéticas ucranianas, dejando a millones de ucranianos a oscuras, una táctica que según Kiev buscar aterrorizar a la población civil.