Universidades públicas son las responsables del 73% de la ciencia y tecnología en Costa Rica. Trabajos sobre niñez y adolescencia, rescate de lenguas y cultura, monitoreo de sismos y volcanes, biorrefinería, gobernanza del agua y enfermedades infecciosas tropicales son solo algunas de las investigaciones que lidera la Universidad Nacional para promover el crecimiento social, ambiental, económico y cultural del país.
El 73 % de la ciencia y tecnología que se desarrolla en el país proviene de las universidades públicas, lo que representa menos del 1 % del producto interno bruto (PIB), en comparación con otros países que invierten entre el 4 % y el 7 % en esta área.
“El 23 % de esa investigación la realiza la Universidad Nacional (UNA) a través de aproximadamente 415 proyectos en todo el país. Costa Rica cuenta con 2,725 investigadores, de los cuales casi 600 son de la UNA: 286 mujeres y 320 hombres. En países como México, Chile y Argentina tienen un sistema de estímulo para la carrera científica, lo que no ocurre en Costa Rica; aquí la responsabilidad de promover la investigación y la ciencia recae en las universidades”, comentó Jorge Herrera, vicerrector de Investigación de la UNA.
En el foro Impacto de la investigación universitaria en el desarrollo de Costa Rica, organizado el pasado 4 de setiembre en la Asamblea Legislativa, se presentó el trabajo de institutos y proyectos de la UNA, cuya labor diaria contribuye al crecimiento social, económico, ambiental y cultural del país.
Rescate
René Zúñiga Argüello es el coordinador del Programa de Lingüística Centroamericana, el cual se dedica a la documentación, preservación y revitalización de las lenguas indígenas y minoritarias de Costa Rica, con un enfoque en lenguas como térraba, cabécar, guaimí, boruca y criollo limonense.
“El impacto de nuestro trabajo se refleja en materiales para la revitalización de las lenguas, como alfabetos y gramáticas. También elaboramos cartillas educativas y participamos en la formulación de políticas lingüísticas. Además, hemos colaborado en dos proyectos de ley para el reconocimiento, por ejemplo, del criollo limonense”.
Las gramáticas que se elaboran permiten a las comunidades tener un registro y una estructura de su lengua, algo que las lenguas dominantes como el español han tenido durante siglos. Asimismo, en un contexto en el que el 50 % de las lenguas está en peligro de extinción, el trabajo del Programa de Lingüística Centroamericana es esencial para evitar esta pérdida, fortalecer la identidad cultural y promover la inclusión lingüística.
Seguridad
El Observatorio Vulcanológico y Sismológico de la Universidad Nacional (Ovsicori) es quizás uno de los institutos más reconocidos del país por su papel en el monitoreo de la actividad sísmica y volcánica, crucial para el desarrollo sostenible y la seguridad de la población.
“Si se redujera el presupuesto del Ovsicori y tuviéramos que cerrarlo, el país perdería una gran cantidad de información clave para identificar sismos potenciales y evaluar zonas de riesgo. Somos la única institución que monitorea los volcanes las 24 horas del día, los 365 días del año; colaboramos estrechamente con la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) y los responsables de parques nacionales. Sin este monitoreo, no sabrían qué hacer. Aviación Civil tampoco podría conocer el rumbo de la dispersión de cenizas y si esto afecta su funcionamiento. Esta es la investigación al servicio de la sociedad”, explicó Marino Protti, investigador del Ovsicori.
Gracias a las estaciones GPS instaladas por el Ovsicori, es posible medir el desplazamiento de las placas tectónicas y la acumulación de esfuerzos, esenciales para anticipar terremotos. Las estaciones ubicadas en los cráteres de los volcanes permiten analizar la composición química de los gases en tiempo real, lo que anticipa erupciones volcánicas.
El observatorio también desarrolló un sistema de alerta temprana para terremotos, disponible para la población a través de una aplicación móvil, que proporciona hasta 30 segundos de anticipación en zonas vulnerables como el Valle Central.
Alternativa sostenible
Es bien sabido que gran parte de los productos que se utilizan provienen del petróleo, una fuente no renovable. Como respuesta, surge la biorrefinería como alternativa sostenible, que utiliza biomasas agrícolas, forestales, ganaderas, algas y desechos industriales y urbanos para elaborar productos químicos biobasados y biocombustibles.
En el Laboratorio de Biorrefinería de la Escuela de Química, se desarrolló un tratamiento con plantas para aliviar la ansiedad, que ya se aplica en perros, y se han iniciado ensayos preclínicos en humanos, en colaboración con la Universidad de Ottawa, para tratar el síndrome postraumático de guerra.
Además, se establecieron alianzas con la industria nacional para desarrollar tés a partir de subproductos del café, cultivar hongos medicinales a partir de desechos agroindustriales como sustrato y producir alimentos alternativos para ganado a base de biomasas costarricenses. Esta iniciativa cobró relevancia durante la pandemia, cuando las cadenas de suministro internacionales se vieron afectadas.
“La idea es aumentar el impacto de las cadenas de valor de estos productos y fomentar el desarrollo de las zonas rurales mediante la creación de empresas científico-tecnológicas que aprovechen estos residuos para producir productos químicos finos. Esto generará empoderamiento y nuevos empleos en las zonas rurales”, afirmó Ana Francis Carballo, coordinadora del laboratorio.
Crisis educativa
Distintos sectores coinciden en que Costa Rica enfrenta una de sus peores crisis educativas. Según Pablo Chaverri, investigador del Instituto de Estudios Interdisciplinarios de la Niñez y la Adolescencia (Ineina), en la actualidad la mayoría de los niños no logra consolidar el proceso de lectoescritura a los 10 años, lo que afecta su futuro académico y laboral. “Esto impacta directamente la economía del país, ya que cerca del 75 % del crecimiento económico está vinculado con el conocimiento y las habilidades adquiridas por los jóvenes”.
En colaboración con municipalidades como la de Heredia, el instituto contribuyó a elaborar políticas basadas en diagnósticos locales, lo que permitió un enfoque más específico y efectivo que las políticas nacionales.
Aunque las tasas de trabajo infantil han disminuido, el problema persiste en áreas agrícolas. En mercados como Cenada, se explotaba a niños y adolescentes en actividades laborales pesadas. Gracias a las investigaciones del instituto, se implementaron medidas para erradicar el trabajo infantil en esos espacios.
“Lo más importante es trascender hacia una visión de políticas públicas basadas en evidencia, lo contrario de la improvisación y los gustos personales. Las decisiones deben orientarse con base en evidencia científica, y en el ámbito de la niñez y adolescencia contamos con abundante evidencia que muestra que lo más impactante en el desarrollo humano a largo plazo es lo que se hace en las primeras etapas de la vida”, explicó Chaverri.
Bienestar
Caterina Guzmán Verri, quien se define como una “hija de la educación pública”, coordina el Programa de Investigación en Enfermedades Tropicales (Piet) de la Escuela de Medicina Veterinaria. Esta iniciativa se enfoca en la investigación y prevención de enfermedades infecciosas tropicales que afectan tanto a humanos como a animales.
“La importancia del estudio de estas enfermedades radica en su contribución al bienestar no solo animal, sino también humano. Las enfermedades zoonóticas, que se transmiten de animales a humanos, nos recuerdan que la salud es un concepto integral. Al estudiar estas enfermedades, contribuimos al bienestar de las personas y los animales del planeta”, subrayó Guzmán.
El Piet fue clave en la creación de una comisión para gestionar el riesgo de resistencia antimicrobiana en alimentos, e influyó en la formulación de directrices del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa). También colaboran con la Universidad de Costa Rica, el Tecnológico de Costa Rica y organismos internacionales para desarrollar tecnologías que permitan, por ejemplo, la separación y concentración de microorganismos en menor tiempo.
Para Guzmán, la investigación en Costa Rica enfrenta grandes desafíos, como las limitaciones presupuestarias. La regla fiscal dificulta la captación de fondos internacionales, y el sistema de compras del Estado complica la adquisición de equipos especializados, lo que aumenta los costos hasta en un 200 o 300 % debido a los intermediarios.
También expresó su preocupación por la “fuga de cerebros”, ya que muchos investigadores formados en el extranjero no regresan al país debido a las dificultades para desarrollar ciencia y tecnología en Costa Rica.
Mirada al mar
Desde su fundación, hace 51 años, la UNA trabaja en investigaciones relacionadas con los océanos. María Fernanda Morales, coordinadora de la Cátedra de Diplomacia Azul en la Escuela de Relaciones Internacionales, presentó el trabajo de conservación y gestión de los océanos; destacó el compromiso de la institución con la biodiversidad marina.
“La cátedra de Diplomacia Azul es un esfuerzo de la Escuela de Relaciones Internacionales para contribuir a la investigación y generación de conocimiento sobre la gobernanza de los océanos. Aunque es un tema amplio, abarca aspectos jurídicos y científicos, y busca proyectar a Costa Rica en los foros internacionales. Esto es crucial, ya que nuestro país tiene un potencial marítimo enorme y necesitamos conocer las reglas del juego para insertarnos de forma eficiente y estratégica en esos espacios”, detalló Morales.
Source
UNA