
Publicado: junio 10, 2025
El caso que conmocionó a Costa Rica este domingo 8 de junio ha tomado un giro aún más doloroso. Las autoridades judiciales confirmaron que Camilo González Mora, de apenas 15 años, era quien iba al volante del carro que se estrelló contra la parte trasera de un tráiler estacionado en la Ruta 1, en La Cruz de Guanacaste.
Junto a Camilo viajaban Iana Camila Leitón Vindas y Sofía Marenco Gonzaga, ambas de tan solo 13 años. Los tres eran estudiantes del Liceo Experimental Bilingüe de La Cruz. La colisión fue tan violenta que Camilo y Iana murieron en el sitio, mientras que Sofía fue trasladada con vida al hospital de Liberia, donde falleció poco después a causa de las múltiples lesiones.
Todo indica que Camilo no logró maniobrar una curva y terminó perdiendo el control del vehículo, el cual se salió de la vía e impactó brutalmente contra la parte trasera de una carreta de tráiler, que se encontraba aparcada a un lado de la carretera.
Un detalle que ha dejado sin aliento a muchos es que el automóvil en que viajaban los menores pertenecía al padre de una de las víctimas, Geiner Leitón Chaves. Él asegura no haber autorizado el uso del vehículo y que desconocía por completo que su hija lo había tomado.
“Me llamaban de todos lados preguntándome si estaba bien. Yo no entendía nada, hasta que me dijeron que mi carro estaba metido en un camión. Cuando llegué al lugar, no lo reconocí… hasta que vi la placa. Pensé que era mi esposa… hasta que me dijeron que eran los niños”, relató el hombre a Crhoy.com.
Geiner explicó que en ese momento se encontraba en la zona fronteriza, lejos de su casa. Aún no ha logrado conversar con su esposa sobre cómo los menores accedieron al vehículo.
Este doloroso hecho no solo ha llenado de luto a la comunidad guanacasteca, sino que también abre preguntas urgentes sobre la supervisión de menores, el acceso a vehículos, y la necesidad de reforzar la educación y conciencia vial en edades tempranas.
El Liceo Experimental suspendió clases este lunes como muestra de duelo, mientras que vecinos y familiares han creado pequeños altares improvisados en memoria de los tres adolescentes, cuyas vidas quedaron truncadas en cuestión de segundos.
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