En enero de 2015, Abdalá, el rey de Arabia Saudita de 90 años, se estaba muriendo en el hospital. Su medio hermano, Salman, estaba a punto de convertirse en rey, y el hijo favorito de Salman, Mohammed bin Salman, se estaba preparando para el poder.
El príncipe, conocido simplemente por sus iniciales MBS y que entonces tenía solo 29 años, tenía grandes planes para su reino, los mayores planes de su historia.
Pero temía que los conspiradores dentro de la familia real saudita pudieran actuar en su contra.
Así que un día ese mes, convocó a medianoche al palacio a un alto funcionario de seguridad, decidido a ganarse su lealtad.
Al funcionario, Saad al Jabri, le dijeron que dejara su teléfono móvil en una mesa afuera.
MBS hizo lo mismo. Los dos hombres se quedaron solos. El joven príncipe tenía tanto miedo de los espías de palacio que arrancó el enchufe de la pared, desconectando el único teléfono fijo.
Según Jabri, MBS habló entonces de cómo despertaría a su reino de su profundo letargo, permitiéndole ocupar el lugar que le correspondía en el escenario mundial.
Al vender una participación en la productora estatal de petróleo Aramco, la empresa más rentable del mundo, comenzaría a cortar la dependencia de la economía del país del petróleo.
Invertiría miles de millones en nuevas empresas tecnológicas de Silicon Valley, incluida la empresa de taxis Uber.
Luego, al dar a las mujeres sauditas la libertad de unirse a la fuerza laboral, crearía seis millones de nuevos puestos de trabajo.
Sorprendido, Jabri le preguntó al príncipe sobre el alcance de su ambición. “¿Has oído hablar de Alejandro Magno?”, fue la simple respuesta.
MBS terminó la conversación allí. Una reunión de medianoche que estaba programada para durar media hora se había prolongado durante tres.
Jabri salió de la habitación y encontró varias llamadas perdidas en su móvil de colegas del gobierno preocupados por su larga desaparición.
Durante el último año, nuestro equipo de documentalistas ha estado hablando con amigos y opositores sauditas de MBS, así como con espías y diplomáticos occidentales de alto rango. El gobierno saudita tuvo la oportunidad de responder a las afirmaciones hechas en los videos de la BBC y en este artículo, pero decidió no hacerlo.
Saad al Jabri ocupaba un puesto tan alto en el aparato de seguridad saudita que era amigo de los jefes de la CIA estadounidense y el MI6 británico.
Si bien el gobierno saudita ha calificado a Jabri de exfuncionario desacreditado, también es el disidente saudita mejor informado que se ha atrevido a hablar sobre cómo el príncipe heredero gobierna Arabia Saudita, y la rara entrevista que nos concedió es sorprendente por su detalle.
Al obtener acceso a muchas personas que conocen personalmente al príncipe, arrojamos nueva luz sobre los eventos que han hecho famoso a MBS, incluido el asesinato en 2018 del periodista saudita Jamal Khashoggi y el inicio de una guerra devastadora en Yemen.
Con su padre cada vez más frágil, MBS, de 38 años, es ahora el encargado de facto de la cuna del Islam y del mayor exportador de petróleo del mundo.
Ha comenzado a llevar a cabo muchos de los planes innovadores que describió a Saad al Jabri, al tiempo que se le acusa de violaciones de los derechos humanos, incluida la supresión de la libertad de expresión, el uso generalizado de la pena de muerte y el encarcelamiento de activistas por los derechos de las mujeres.
Un comienzo desfavorable
El primer rey de Arabia Saudita fue padre de al menos 42 hijos, incluido el padre de MBS, Salman.
La corona tradicionalmente se ha transmitido entre estos hijos. Fue cuando dos de ellos murieron repentinamente en 2011 y 2012 que Salman fue elevado a la línea de sucesión.
Las agencias de espionaje occidentales se dedican a estudiar quién será el próximo rey.
En esa etapa, MBS era tan joven y desconocido que ni siquiera estaba en su radar.
“Creció en una relativa oscuridad”, dice John Sawers, jefe del MI6 hasta 2014. “No estaba destinado a ascender al poder”.
El príncipe heredero también creció en un palacio en el que el mal comportamiento tenía pocas consecuencias, si es que tenía alguna, y eso puede ayudar a explicar su notorio hábito de no pensar en el impacto de sus decisiones hasta que ya las ha tomado.
MBS alcanzó notoriedad por primera vez en Riad al final de su adolescencia, cuando fue apodado “Abu Rasasa” o “Padre de la Bala”, después de supuestamente enviar una bala por correo a un juez que había fallado en su contra en una disputa de propiedad.
“Ha mostrado cierta crueldad”, observa John Sawers. “No le gusta que lo contradigan. Pero eso también significa que ha sido capaz de impulsar cambios que ningún otro líder saudita ha sido capaz de hacer”.
Entre los cambios más bienvenidos, dice el exjefe del MI6, ha estado el corte de la financiación saudita a las mezquitas y escuelas religiosas en el extranjero que se convirtieron en caldos de cultivo para el yihadismo islamista, con un enorme beneficio para la seguridad de Occidente.
La madre de MBS, Fahda, es una mujer de una tribu beduina y se la considera la favorita de las cuatro esposas de su padre.
Los diplomáticos occidentales creen que el rey ha sufrido durante muchos años una forma de demencia vascular de aparición lenta; y MBS fue el hijo al que recurrió en busca de ayuda.
Varios diplomáticos nos recordaron sus reuniones con MBS y su padre. El príncipe escribía notas en un iPad y luego las enviaba al iPad de su padre, como una forma de dar entrada a lo que diría a continuación.
“Inevitablemente, me pregunté si MBS estaba escribiendo sus líneas por él”, recuerda Kim Darroch, asesor de seguridad nacional del ex primer ministro británico David Cameron.
Al parecer, el príncipe estaba tan impaciente por que su padre se convirtiera en rey que, según se dice, en 2014 sugirió matar al entonces monarca –Abdalá, su tío– con un anillo envenenado, obtenido de Rusia.
“No sé con seguridad si solo estaba fanfarroneando, pero nos lo tomamos en serio”, señala Jabri.
El ex alto funcionario de seguridad afirma que vio un video de vigilancia grabado en secreto en el que aparecía MBS hablando sobre esta idea. “Se le prohibió estar en la corte y estrecharle la mano al rey durante un tiempo considerable”.
Finalmente, el rey murió de causas naturales, lo que permitió que su hermano, Salman asumiera el trono en 2015.
MBS fue nombrado ministro de Defensa y no perdió tiempo en ir a la guerra.
Guerra en Yemen
Dos meses después, el príncipe lideró una coalición del Golfo en la guerra contra el movimiento de los hutíes, que había tomado el control de gran parte del oeste de Yemen y al que veía como un representante del rival regional de Arabia Saudita, Irán.
Así desencadenó un desastre humanitario, con millones de personas al borde de la hambruna.
“No fue una decisión inteligente”, dice John Jenkins, quien era embajador británico justo antes de que comenzara la guerra.
“Un alto comandante militar estadounidense me dijo que les habían avisado con 12 horas de antelación sobre la campaña, algo inaudito”.
La campaña militar ayudó a convertir a un príncipe poco conocido en un héroe nacional saudita.
Sin embargo, ese también fue el primero de lo que incluso sus amigos consideran varios errores importantes.
Estaba surgiendo un patrón recurrente de comportamiento: la tendencia de MBS a deshacerse del sistema tradicionalmente lento y colegiado de toma de decisiones saudita, prefiriendo actuar de manera impredecible o por impulso, y negándose a doblegarse ante EE.UU. o a ser tratado como el jefe de un Estado atrasado.
Jabri va mucho más allá y acusa a MBS de falsificar la firma de su padre, el rey, en un decreto real que comprometía el envío de tropas terrestres.
Jabri asegura que discutió la guerra de Yemen en la Casa Blanca antes de que comenzara, y que Susan Rice, asesora de seguridad nacional del presidente Obama, le advirtió de que Estados Unidos sólo apoyaría una campaña aérea.
Sin embargo, Jabri afirma que MBS estaba tan decidido a seguir adelante en Yemen que ignoró a los estadounidenses.
“Nos sorprendió que hubiera un decreto real que permitiera las intervenciones terrestres”, señala Jabri. “Falsificó la firma de su padre para ese decreto real. La capacidad mental del rey se estaba deteriorando”.
Jabri agrega que su fuente para esta acusación era “creíble y fiable” y vinculada al ministerio del Interior, donde era jefe de personal.
Jabri recuerda que el jefe de la estación de la CIA en Riad le dijo lo enojado que estaba porque MBS había ignorado a los estadounidenses, y agregó que la invasión de Yemen nunca debería haber sucedido.
El exjefe del MI6 John Sawers apunta que si bien no sabe si MBS falsificó los documentos, “está claro que fue decisión de MBS intervenir militarmente en Yemen. No fue decisión de su padre, aunque su padre se dejó llevar”.
Descubrimos que MBS se vio a sí mismo como un extraño desde el principio: un joven con mucho que demostrar y que se negaba a obedecer reglas que no fueran las suyas.
Kirsten Fontenrose, quien formó parte del Consejo de Seguridad Nacional del presidente estadounidense Donald Trump, afirma que cuando leyó el perfil psicológico interno del príncipe elaborado por la CIA, sintió que éste no reflejaba bien de quién se trataba.
“No había prototipos en los que basarse”, dice. “Ha tenido recursos ilimitados. Nunca le han dicho ‘no’. Es el primer líder joven que refleja una generación que, francamente, la mayoría de nosotros en el gobierno somos demasiado viejos para entender”.
Estableciendo sus propias reglas
La compra de un famoso cuadro por parte de MBS en 2017 nos dice mucho sobre cómo piensa y su voluntad de asumir riesgos, sin miedo a estar fuera de sintonía con la sociedad religiosamente conservadora que gobierna.
Y, sobre todo, alguien decidido a superar a Occidente en ostentosas exhibiciones de poder.
En 2017, un príncipe saudita que supuestamente actuaba en nombre de MBS gastó US$450 millones en el Salvator Mundi, que sigue siendo la obra de arte más cara del mundo jamás vendida.
El retrato, supuestamente pintado por Leonardo da Vinci, representa a Jesucristo como amo del cielo y la Tierra, el salvador del mundo.
Desde la subasta hace 7 años, la obra ha desaparecido por completo.
Bernard Haykel, amigo del príncipe heredero y profesor de Estudios del Cercano Oriente en la Universidad de Princeton, en EE.UU., indica que, a pesar de los rumores de que cuelga en el yate o el palacio del príncipe, el cuadro está en realidad guardado en Ginebra y que MBS tiene la intención de colgarlo en un museo en la capital saudita que aún no se ha construido.
“Quiero construir un museo muy grande en Riad”, dice Haykel citando a MBS. “Y quiero un objeto de referencia que atraiga a la gente, como lo hace la Mona Lisa”.
De manera similar, sus planes para el deporte reflejan a alguien que es enormemente ambicioso y que no tiene miedo de alterar el status quo.
La increíble ola de gastos de Arabia Saudita en el deporte mundial -es el único candidato para albergar la Copa Mundial de la FIFA en 2034, y ha realizado inversiones multimillonarias en la organización de torneos de tenis y golf- es considerada por muchos como un “lavado de imagen” del país.
Pero lo que encontramos es un líder al que le importa menos lo que Occidente piense de él que demostrar lo contrario: que hará lo que quiera con tal de hacer grande a Arabia Saudita y a él mismo.
“MBS está interesado en construir su propio poder como líder”, dice John Sawers, ex jefe del MI6, que conoció al príncipe. “Y la única manera de hacerlo es construyendo el poder de su país. Eso es lo que lo impulsa”.
La carrera de 40 años de Jabri como funcionario saudita no sobrevivió a la consolidación del poder de MBS.
El jefe de gabinete del ex príncipe heredero Muhammad bin Nayef, huyó del reino cuando MBS estaba asumiendo el poder, después de que un servicio de inteligencia extranjero le avisara que podía estar en peligro.
Pero Jabri afirma que MBS le envió un mensaje de texto ofreciéndole regresar a su antiguo trabajo.
“Fue un cebo pero no mordí el anzuelo”, dice Jabri, convencido de que habría sido torturado, encarcelado o asesinado si regresaba.
Sus hijos adolescentes, Omar y Sarah, fueron detenidos y luego encarcelados por lavado de dinero y por intentar escapar, cargos que ellos niegan.
El Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre la Detención Arbitraria ha pedido su liberación.
“Planeó mi asesinato”, señala Jabri. “No descansará hasta verme muerto, de eso no tengo ninguna duda”.
Funcionarios sauditas han emitido avisos de Interpol para la extradición de Jabri desde Canadá sin éxito.
Afirman que se le busca por corrupción que involucra miles de millones de dólares durante su tiempo en el ministerio del Interior.
Sin embargo, se le dio el rango de mayor general y la CIA y el MI6 le atribuyeron el mérito de ayudar a prevenir ataques terroristas de Al Qaeda.
El asesinato de Khashoggi
El asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudita en Estambul en 2018 salpica a MBS de maneras que son muy difíciles de refutar.
El escuadrón de 15 miembros que mató a Khashoggi viajaba con pasaportes diplomáticos e incluía a varios de los guardaespaldas de MBS.
El cuerpo de Khashoggi nunca fue encontrado y se cree que fue descuartizado con una sierra para huesos.
El profesor Haykel intercambió mensajes de WhatsApp con MBS poco después del asesinato.
“Le pregunté: ‘¿Cómo pudo pasar esto?’”, recuerda Haykel. “Creo que estaba en estado de shock. No se dio cuenta de que la reacción a esto iba a ser tan profunda”.
Dennis Ross se reunió con MBS poco después. “Dijo que no lo hizo y que fue un error colosal”, dice Ross. “Desde luego, quería creerle, porque no podía pensar que pudiera autorizar algo así”.
MBS siempre ha negado tener conocimiento de la conspiración para matar al periodistas, aunque en 2019 dijo que asumía la “responsabilidad”, porque el crimen ocurrió bajo su supervisión.
Un informe desclasificado de los servicios de inteligencia estadounidenses publicado en febrero de 2021 afirmaba que el príncipe era cómplice del asesinato de Khashoggi.
Pregunté a quienes conocen personalmente a MBS si había aprendido de sus errores o si haber sobrevivido al caso Khashoggi, de hecho, lo había envalentonado.
“Ha aprendido lecciones a las malas”, dice el profesor Haykel, quien afirma que a MBS le molesta que el caso se use como garrote contra él y su país, pero que un asesinato como el de Khashoggi no volvería a ocurrir.
John Sawers coincide cautelosamente en que el asesinato fue un punto de inflexión. “Creo que ha aprendido algunas lecciones. Sin embargo, su personalidad sigue siendo la misma”.
Su padre, el rey Salman, tiene ahora 88 años. Cuando muera, MBS podría gobernar Arabia Saudita durante los próximos 50 años.
Sin embargo, recientemente admitió que teme ser asesinado, posiblemente como consecuencia de sus intentos de normalizar las relaciones entre Arabia Saudita e Israel.
“Creo que hay mucha gente que quiere matarlo”, dice el profesor Haykel, “y él lo sabe”.
La vigilancia perpetua es lo que mantiene a un hombre como MBS a salvo. Fue lo que observó Saad al Jabri al principio del ascenso del príncipe al poder, cuando sacó el enchufe del teléfono de la pared antes de hablar con él en su palacio.
MBS sigue siendo un hombre con la misión de modernizar su país, de formas que sus predecesores nunca se habrían atrevido a hacer.
Pero tampoco es el primer autócrata que corre el riesgo de ser tan despiadado que nadie a su alrededor se atreva a impedirle cometer más errores.
Jonathan Rugman es productor consultor del programa de la BBC “The Kingdom: The world’s most powerful prince” (El Reino: el príncipe más poderosos del mundo)