
Publicado: junio 10, 2025
Una joven venezolana vivió una experiencia que revela hasta qué punto los perfiles digitales pueden influir en decisiones migratorias. Mientras creía que su trámite de visa estadounidense había terminado con éxito, un detalle técnico la hizo testigo de una conversación que no debía escuchar: los funcionarios estaban evaluando su cuenta de Instagram antes de tomar la decisión final.
Catherine Brett, quien acudió al consulado estadounidense con la ilusión de visitar Disney World, pasó varias horas esperando su turno, respondió todas las preguntas habituales y, finalmente, recibió en su pasaporte la tradicional hoja amarilla que suele significar que la visa fue aprobada.
Sin embargo, en ese momento surgió una duda relacionada con la validez de su pasaporte. Aunque su documento principal estaba vencido, contaba con una extensión legal vigente —algo permitido por las leyes—, pero aparentemente generó incertidumbre en la funcionaria a cargo. Fue entonces cuando la cónsul decidió consultar con otro colega y, por accidente, olvidó apagar el micrófono.
Lo que escuchó Catherine la dejó paralizada: “Revise su Instagram”, le pidió la cónsul al agente, dejando claro que las redes sociales también son parte del análisis migratorio. A partir de ahí, la joven supo que estaban navegando por sus publicaciones, viendo su contenido y, en esencia, tratando de determinar si lo que proyectaba en línea coincidía con la versión que había dado durante la entrevista.
Aunque no dijo una palabra y fingió no haber escuchado nada, por dentro intentaba recordar todo lo que había compartido en redes: fotos, frases, viajes, vestimenta… cualquier detalle que pudiera parecer “inapropiado” a ojos de los oficiales. Uno de los funcionarios incluso comentó que la decisión dependía completamente de la cónsul, insinuando que, si fuera por él, quizá habría negado el permiso.
Finalmente, luego de revisar una vez más su documentación, la cónsul le confirmó que su visa había sido aprobada. Catherine salió con el documento en mano, pero no sin antes reflexionar sobre lo ocurrido. En un video publicado en su cuenta de TikTok (@brettcatherine), aseguró que más allá del resultado, lo que la marcó fue enterarse —por accidente— de que su imagen digital, su ropa y su forma de presentarse en línea fueron elementos determinantes en la evaluación.
@brettcatherine necesito saber si a alguien más le ha pasado esto y cuál es la teoría de ustedessss yo solo estaba en shock y fingiendo que nada pasaba JAJAJA
¿Qué significa esto para quienes solicitan visa?
Aunque no es una práctica oficialmente confirmada por las autoridades estadounidenses, este caso refleja una tendencia cada vez más común: el uso de redes sociales como herramienta de verificación en trámites migratorios. Desde 2019, el Departamento de Estado de EE. UU. exige a la mayoría de solicitantes de visa que incluyan sus perfiles de redes sociales como parte del formulario. Por ende, lo que compartimos en plataformas como Instagram, Facebook o TikTok puede ser revisado por los funcionarios consulares.
En Costa Rica, muchos ciudadanos también han compartido experiencias similares, donde han sentido que sus redes sociales fueron observadas o mencionadas durante el proceso. Este caso sirve como advertencia: la coherencia entre lo que decimos en la entrevista y lo que mostramos en Internet podría marcar la diferencia entre una visa aprobada y una rechazada.
Así que si está por aplicar a una visa —o cualquier trámite internacional importante—, revise bien qué imagen está proyectando al mundo digital. Porque, como le pasó a Catherine, nunca se sabe cuándo un micrófono podría revelar lo que se dice detrás del mostrador.
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